Javier Vielba: "Conservamos el espíritu del grunge con 40 años"

Javier Vielba estará este viernes por la noche con Arizona Baby en el Playa Club A Coruña y este sábado en la Karma de Pontevedra para presentar Sonora, el último disco del grupo

Javier Vielba. EP
photo_camera Javier Vielba. EP

EL DESIERTO de Arizona suena como las planicies de Valladolid. Javier Vielba, Rubén Marrón y Guillermo Aragón juegan con ritmos de rock, country o soul para dejarles rastros de flamenco o jotas. Vielba llega a los 40 años celebrando la cultura trash y nerd. Los fanzines y el cine de serie b están en el último trabajo de Arizona Baby, Sonora.

¿Qué música escuchaba Javier Vielba antes de tener barba?

Me llamaron la atención los grupos de rock cuando tenía 8 años. Recuerdo ver El laberinto, en la que salía David Bowie y había canciones suyas. También Nirvana, la revolución del rock alternativo y el grunge. Yo era imberbe aún y eso me marcó. De hecho el Unplugged en Nueva York de Nirvana nos influyó mucho a Arizona.

¿Su familia tiene relación con la música?

En mi comunión me regalaron el típico teclado Casio y fue ahí cuan do empecé a jugar con la música. El verbo jugar y tocar en inglés, alemán o francés es el mismo. En español no, pero creo que en el fondo es igual. La música, antes de tocarla, hay que jugarla. En las sobremesas navideñas de mi casa siempre nos ponemos a cantar. Mi padre y yo hacemos ritmos castellanos, como las panaderas, con las manos en la mesa. Mi madre es asturiana, entonces también cantamos canciones de la mina, Santa Bárbara Bendita. Eso es parte de nuestra cultura familiar, mezclada con cosas del pop español como Raphael o Marisol. Somos una familia folclórica. Nos gusta la música como parte de la vida.

¿Estas raíces están en Arizona Baby?

Tiene mucha raíz de otros sitios pero, en el fondo, son compartidas. La música es viajera. El intercambio transatlántico, en Galicia lo sabéis bien con América, siempre estuvo ahí. De alguna manera están conectadas las montañas palentinas con los Apalaches americanos. No solo a nivel físico, también espiritual, cultural y musical. Nuestro rock será mejor o peor, pero es el nuestro. Y nuestra música no bebe del Mississippi, bebe del Pisuerga. No pretendemos sonar como un grupo de EE.UU.

Comentaba en una entrevista que las canciones son como hongos, hay que crear el clima que favorezca su aparición. ¿Cuál fue el clima de Sonora?

La premisa de este disco era aprovechar esa química y estabilidad de entendernos telepáticamente. Es muy coral y lo hemos hecho pensando en el directo, en hacer conciertos memorables. El resultado nos sorprendió, tenemos una sensación de plenitud total.

En Galicia tienen mucha experiencia en cuanto a directos.

Para nosotros, Galicia es una tierra prometida del rock arizónico. Cuando no éramos conocidos, los primeros conciertos fueron ahí, teloneando a Josele Santiago en Salvaterra. No hay año que no toquemos en Galicia mínimo diez veces, y algunos, hasta treinta. Además vamos a muchos sitios, porque ahí hay movimiento de verdad. No se basa solo en las capitales, también en localidades pequeñas hay cultura musical.

Esta vez llegan con toques de soul y funk.

En este disco hay más sonidos negros. Nos viene también de todos los artistas blancos que bebieron de esa música, como la Credence. Me emociona ver vídeos de los años 50, en plena segregación racial, de un concierto de Little Richard y ver a todos los chavales, blancos y negros, rompiendo esa segregación en el público. Eso es la música, va a la raíz de todo.

¿Sonora es un homenaje a la Generación X?

No nos gustan las etiquetas de generaciones, pero es un guiño a toda esa época. El vergel de música, cine de serie b, cómics, literatura... desde David Foster Wallace a Jose Ángel Mañas. También a la cultura pop, de fanzines fotocopiados, de deportes de riesgo, a iconos como John Water. Nos sentimos afortunados de vivir esa época y este disco lo celebra.

¿Vuelven a la cultura trashnerd con cierta nostalgia?

Se me ve el plumero a mí, que cumplí 40 hace poco y también se trata de hacer música honesta. Sonora tiene ese punto melancólico, pero sin ser muy nostálgico. No pensamos que cualquier tiempo pasado fuera mejor. Creemos que estamos en el mejor momento hasta la fecha, estamos muy felices en el presente.

Si Sonora fuera una película...

Sería algo entre París, Texas de Wenders, Dead Man de Jarmusch y The Warriors’de Walter Hill.

¿Qué aporta de nuevo el rock arizónico?

Los patrones rítmicos de la jota y los romances que puedo meter yo; Rubén aprendió a tocar la guitarra con su padre, que tocaba con los amigos gitanos del barrio, esas cadencias flamencas se filtran y Guille viene de tocar la percusión latina con su padre. Es un rock muy abierto, internacional y desprejuiciado. Más que un plato de diseño es un guiso que se ha dejado a fuego lento mucho tiempo.

¿El rock sigue siendo transgresor?

Sí, de hecho en este momento es más transgresor que hace dos años. Cada vez hay menos rock en el mainstream, que lo pete a un nivel Rosalía. Parece que el rock es menos cool y seguir haciéndolo me parece transgresor. El mero hecho de existir es un fuck you en toda la cara. Es el espíritu del grunge que conservamos con cuarenta años.

Es también El Meister y forma parte de Los Corizonas. ¿Tiene tiempo libre?

Esto es como ser cura, soy músico todo el día. Mi vida es esto y afortunado me siento. Cuando no estoy en un escenario o en un estudio, estoy aprendiendo batería o piano, produciendo artistas, organizando eventos de música en mi ciudad... Esto me hace feliz.

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