Cuando la orla solo tiene 18 alumnos

Así es la vida en el colegio público de Merza, en Vila de Cruces

Una profesora se dirige a sus alumnos en el CEIP de Merza. ELISEO TRIGO
photo_camera Una profesora se dirige a sus alumnos en el CEIP de Merza. ELISEO TRIGO

Dieciocho alumnos de entre 5 y 12 años comparten profesorado en un modesto colegio que el curso próximo abandonarán seis al pasar a la Eso. Mientras tanto, su escuela parece de las de antes, salvo por su directora "motera" a la que tutean porque, no en vano, se sienten como una familia numerosa.

Antón es el más pequeño del grupo del colegio de infantil y primaria de Merza, en Vila de Cruces, Álex y Senén tienen un año más que él, 6, respectivamente; Susana, 7; David, Anxo y Olalla, son los de 8; Carla, 9; Candela, Aldara y Miguel, 10; María Jesús, Uxía, Teresa y María 11 y los mayores son Cristina, Pablo y Alberto, con los 12 ya cumplidos.

En esta orla de 18, con todos sentados en una mesa circular y un sol cayendo a plomo, Uxía, de modo inesperado, se descuelga con unas declaraciones merecedoras de quedar grabadas en el frontispicio del pensamiento adulto. "Todos juntos estamos muy bien, cada uno tiene algo que aportar al otro, cada uno toma algo de lo bueno que tiene el otro y lo añade a su personalidad. Hacemos actividades todos juntos, nos divertimos todos juntos, hacemos clases colectivas, aprendemos a vivir entre diferentes edades. La verdad está muy bien. Ahora estamos intentando plasmar sobre papel algo que cada uno haya aprendido a hacer aquí".

"Todos juntos estamos muy bien, cada uno tiene algo que aportar al otro, cada uno toma algo de lo bueno que tiene el otro y lo añade a su personalidad"

Se expresa con un rumbo fijo, el de poner en solfa a su manera cualquier teoría en sentido contrario y, sin trastabillar, sigue compartiendo su opinión en su primera entrevista, concedida a Efe, y queda claro que lo suyo no es viajar por el carril de lo secundario. "Yo soy habladora, por ejemplo, y me muestro como tal; creo que si cambiase, no me iban a querer igual, pero siendo yo misma, sí".

Muy cerca, a Teresa le da un vuelco el corazón, pues opina eso mismo y defiende su rol en este equipo, la "cuenta chistes"; resulta sencillo descubrirlo, piden a demanda y ya hay lista de los mejores.

Pablo es el retratista, también de la clase docente, y explica su gran gesta: la modelo era una "profe", Verónica, "la de Educación Física", y su creación acabó colgada en la nevera "de la maestra". Vero trabaja con Nuria, la de Inglés; y las dos Cristinas, ambas especializadas en Música, y una de ellas, la Cristina Iglesias, la directora, que hace las veces de bedel y de lo que toque.

Entre las cuatro se organizan, con las oportunas tutorías y por unidades. Matemáticas, Ciencias, Sociales... en suma, la totalidad de materias, todo tiene su hueco, y en el aula de gimnasia, como el deporte apasiona a todos ellos, un lema clarificador del espíritu que guía este centro: "Mueve el esqueleto y moverás el intelecto. Una vida saludable llena de amistades".

El CEIP de Merza tiene 18 alumnos. ELISEO TRIGO

En preparación física se ponen nota ellos mismos una vez acabada la jornada, los menores con dibujos sonrientes o casi... Ninguno se suspende, pero sí ocurre que cuando no están muy satisfechos dejan constancia, con decimales, por ejemplo un 5,1 o un 6,2 si entienden que no ha sido para tanto su desempeño, pero sí más que suficiente.

A Antón le encanta dibujar y se pinta a él mismo con un portátil en un monte. Entre murmullos ahogados aporta la descripción de su obra y desvela un secreto, la compañera que más lo quiere: Aldara. A las "profes", todas en la treintena y de diferentes lugares -Arzúa (A Coruña), Bandeira (al lado de Merza), Monterroso (Lugo) aunque residente en Agolada (Pontevedra)-, las quieren a todas por igual y lo mismo ocurre con su jovial directora "motera", calificativo que se ha ganado a pulso por su espectacular Yamaha 900, un capricho de "alta cilindrada" que le sirve para viajar cada día a su trabajo desde la capital gallega, donde está su residencia.

Una ruta en la que respira "aire puro" cuando se adentra en Merza que es la parroquia de Vila de Cruces en la que se ubica este oasis estudiantil. El ayuntamiento, de montañas suaves y que al sufrir los efectos de la despoblación apenas sobrepasa en su conjunto los 5.000 habitantes, está situado en el centro-oeste de Galicia, al norte de la provincia de Pontevedra y a 45 kilómetros exactos de Santiago.

Una excursión hasta A Coruña, una hazaña
El producto estrella cruceño es su galo de corral, al que dedican una fiesta gastronómica; pero hay igualmente una feria del chorizo en febrero, otra de la castaña en noviembre, y después están la del conejo y la de los callos, hasta tal punto que la localidad ha sido reconocida por la Comunidad Europea (CE) como patrimonio gastronómico por promover así sus productos y la cocina tradicional.

No es el único hecho meritorio de la zona, pues Merza cuenta con una banda artística que, fundada en 1828, es la agrupación popular más antigua de Galicia. Casi todos los niños del CEIP al frente del cual está Cristina Iglesias forman parte de ella.

De naturaleza amable y con un verbo claro y sencillo, Cristina, de 43 años, siente que esta "mini sociedad", -y esta misma observación la comparten sus compañeras-, es un "lujo", porque las clases son "súper personalizadas", es decir, "te puedes parar con cada uno, con sus problemáticas"; y se preparan actividades para cada nivel y otras colectivas procurando siempre que todos aprendan.

Como "contra", sugiere que quizás uno sería el de no tener, según el caso, a más chicos "de la quinta" de cada uno, pero eso semeja no importar a nadie.

Las cuestiones como el acoso no tienen cabida y los conflictos se resuelven con una palmada, un apretón de manos, una charla guasona. Cristina los observa y se emociona, máxime al pensar que algún día este sueño pueda evaporarse. Digna, una simpática abuela que recoge a los suyos, no quiere pensar en cierre alguno, dado que las puertas se abrieron en 1981 y su "heredero" ya estudió allí.

"Había festival de fin de curso, de navidad, eran más de cien, todos cooperábamos, el patio es enorme... Mi hijo, como estudiante cero, espero que los nietos salgan un poco mejor", bromea.

Una excursión a la ciudad de A Coruña es la gran hazaña de esta semana. Pero solo por un día, porque en el pueblo, dicen los 18, es donde mejor están. Y que no haya comedor escolar, lo mismo da, pues en la casa de uno, y de nuevo hay aquiescencia, es donde mejor se come. 

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