"Mi enfermedad no me impide vivir porque no dejo que me limite"

Mónica Figueiras padece Crohn y explica su historia de superación y optimismo
Mónica Figueiras. PATRI FIGUEIRAS
photo_camera Mónica Figueiras. PATRI FIGUEIRAS

Mónica Figueiras es una mujer vitalista, optimista y luchadora, de 43 años, diagnosticada de la enfermedad de Crohn, una afección intestinal inflamatoria crónica. Ello le llevó a tener que someterse a dos operaciones de resección intestinal en los años 2003 y 2016, que le supusieron la pérdida de un metro de intestino, a lo que se suman otras afectaciones como la incapacidad de absorción adecuada de nutrientes, problemas de huesos e incluso ginecológicos. Pero esta joven estradense asegura que "vivo siguiendo una dieta y pueden pasar meses entre brotes. A veces no tolero la comida. Cada uno tiene que ser un médico de sí mismo".

Actualmente, Mónica se encuentra siguiendo el cuarto tratamiento experimental al que se somete cada mes en la Unidad de Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII) del Hospital Clínico de Santiago de Compostela para la que solo tiene palabras de agradecimiento. "Tienen profesionales y un trato exquisito. Me controlan el peso también porque ahora estoy en 45 kilos y llevo luchando con eso 4 años, aunque se necesitan más médicos especialistas y más medios porque están desbordados", afirma Mónica y añade que "ya hacen dos o tres turnos de tratamiento y eso que algunos ya los ponemos en casa. Había una psicóloga en la unidad que nos ayudaba bastante. Creo que son profesionales que hacen falta".

Diagnóstico

A Mónica Figueiras le llegó el diagnóstico de la enfermedad de Crohn a los 22 años, aunque los síntomas llegaron mucho antes. "A los 14 años pillé una fiebre muy grande y estuve sin comer una temporada. A los 16 pasé un verano deshidratada, tenía anemia, y el médico de cabecera me dio hierro (era lo que solían hacer). Todo lo achacaban a problemas de nerviosismo por los exámenes. Llegué a COU y me puse muy mal. Nunca se supo lo que tenía hasta que lo que te dicen es que estás mal psicológicamente y por allí no pasaron mis padres". Fue entonces cuando comenzó su periplo por los médicos empezando por un centro privado en Santiago, pasando por el Hospital de Pontevedra hasta que llegó el diagnóstico en Navarra, con el que regresó a Galicia para continuar todo el tratamiento y ser operada en el Sergas. Mónica lo justifica señalando que "había síntomas, pero de aquella no se sabía, no se miraba". A pesar de todo, logró licenciarse en Filología en la USC, y cursar el Master del Profesorado de forma intensiva mientras trabajaba.

"De la primera a la segunda operación estuve muy bien, pero mis problemas se agravaron a partir de los 30 años y el Covid me mató. Tengo un Crohn complicado", afirma Mónica que permanece de baja desde el mes de marzo debido a uno de esos brotes. "Ahora trabajo en A Galiña Azul de A Estrada, porque cursé también el ciclo de Educación Infantil. Me encanta mi trabajo y los niños, pero eso implica estar en contacto constante con virus", afirma Mónica. Para ella, esta ocupación es ahora parte de su vida, aunque asegura que "si no estoy al 200 por cien no puedo trabajar".

Debido a las posibles recaídas de las personas afectadas por esta dolencia, Mónica solicita que se adapten los trabajos a sus necesidades, especialmente en las empresas privadas porque "somos personas que debemos asistir a tratamientos de vez en cuando". A este respecto, recuerda una mala experiencia vivida con personal de Recursos Humanos de una conocida empresa que la descartó automáticamente porque "no podían permitir mis bajas". También solicita zonas de aparcamiento específicas y el derecho a acudir al baño en los establecimientos que, a pesar de estar permitido, no siempre se cumple. "Te limita hasta para ir a la playa. Tienes que aprender a llevarlo. Yo lo hago con salero y optimismo. Hay épocas en las que decaes, pero mi enfermedad no me impide vivir porque no dejo que me limite. Hay que saber adaptarse a la vida como te viene y no hundirse por ello", afirma Mónica quien a modo de anécdota asegura que asistió por primera vez a un festival de música hace un año, "a los 42".

Mónica Figueiras destaca la importancia del apoyo familiar, algo que siempre le ha acompañado y agradece. Además, destaca el papel de asociaciones como Aseii en Pontevedra e iniciativas como el baño adaptado para personas con problemas intestinales y ostomizadas abierto este año en la Boa Vila, el único de estas características en toda la provincia. "Se ha avanzado mucho en estos últimos años y cuento con un médico de cabecera excelente", asegura Mónica, y envía un mensaje de ánimo para todas las personas en su situación de la que dice no "tienen nada de que avergonzarse".

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