José Manuel Vázquez: "Salí de las trincheras, pero sigo en la guerra, lo llevo en la sangre"

Este estradense de adopción y santiagués de origen lleva medio siglo "sirviendo a los demás", como guardia civil durante 40 años y la última década al frente de la organización local benéfica
Cáritas
photo_camera José Manuel Vázquez. PATRI FIGUEIRAS

José Manuel Vázquez Núñez dejó la dirección de Cáritas Parroquial San Paio de A Estrada tras una década de entrega a esta asociación. Un período en el que obtuvo varios logros, coincidiendo con una etapa marcada por las crisis económicas y la sanitaria, aunque cuando se trata con personas que tienen necesidades básicas es muy complicado disfrutar de las pequeñas victorias.

Estos días recibió el merecido homenaje de sus colaboradores durante una comida en el restaurante Liñares. Pero Vázquez asegura que "lo que hice fue para servir al pueblo, sin esperar nada a cambio. Fui el último en enterarme. Incluso hubo gente que cuando lo supo me dijo que hubiera querido estar allí, pero por la situación que vivimos no podían ir más personas. Estuvieron los voluntarios y el párroco".

Después de tantos años de combate se retira a los cuarteles de invierno.
Salí de las trincheras, pero sigo en la guerra. Lo llevo en la sangre. Va a permanecer en mi. Continuo mirando y muy atento.

¿En qué posición le vamos a ver a partir de ahora?
Voy a dar un período de transición para que el nuevo director, o nueva directora, se asiente y se sienta cómodo. Me tiene a su disposición para ayudar en lo que pueda. Luego estaré fuera. Nadie me obstaculizó a mí durante el período que estuve al frente y yo tampoco lo haré. Incluso el párroco dio un paso atrás.

¿Qué balance hace de estos diez años al frente de la asociación?
Es difícil resumirlos en pocas palabras. Al principio bien, con poco trabajo. Cuando me hice cargo en 2010 teníamos entre 40 y 50 familias que necesitaban ayuda. En 2018 se llegó a 250 familias. Si lo multiplicas por cuatro son muchas personas. La crisis estaba en su apogeo y los recursos eran los que eran. Había que buscar debajo de las piedras. Pero independientemente de la época, quise que las carencias fueran las mínimas.

Una cosa es ver la guerra en la distancia y otra estar en la batalla tratando de salvar gente. No todo el mundo es capaz de soportarlo.
Para estar en un voluntariado como éste, muchas veces tienes que hacer de tripas corazón. Te vendrá una madre, un padre o una abuela llorando. Y dices, ¿cómo les voy a sacar las castañas del fuego?

"En la decisión de dejar Cáritas pesó bastante que no podía dormir. Hasta mi esposa me preguntaba si estaba casado con ella o con Cáritas"

¿Y cómo lo hacían? 
Si les faltaba comida o dinero para pagar la luz o el agua se podía resolver. El problemas llegaba cuando no podían pagar un alquiler, ya que son cantidades mucho más grandes. Nuestros ingresos son de socios y colaboradores. No obstante, sería un desagradecido si omito que la gente de A Estrada siempre me ayudó.

Habrá momentos gratificantes. También se debe sentir uno feliz cuando ve resultados positivos, a familias saliendo a flote.
Claro, es una mezcla de momentos gratificantes y otros penosos. Pero casi siempre te mueves en las dificultades. Ponía tanto empeño que no dormía. Una de las cosas que más pesó en mi decisión de dejarlo es que me estaba quitando el sueño. Me encontraba completamente inmerso en el asunto. Mi esposa me preguntaba si estaba casado con ella o con Cáritas.

Su entrega a los demás ya viene de lejos, no es cosa de la última década. 
Toda mi vida la dediqué a servir a los demás. Pertenecí 40 años a la Guardia Civil. Nací en Santiago, pero llevo 37 años en A Estrada y me siento de aquí. No renuncio ni a mi origen, ni a mi residencia.

"Me alivió saber que algunas personas que pidieron ayuda, se hicieron socias cuando lograron rehacer su vida"

Una de sus grandes aportaciones a la entidad que dirigió fue contar con una sede propia. ¿Cómo se gestó?
Cuando entré estábamos con un local pequeño de alquiler. Quería que hubiera algo en propiedad. Aprovechando que tenía una pequeña base de 50.000 euros, que estaba bloqueada, me eché al mar. Negocié muy duro y muy bien con Cáritas Diocesana. Fue complicado convencer a Santiago de que era una buena opción, pero al final logramos el local y con el dinero hice las reformas necesarias.

Con los voluntarios tiene una magnífica relación.
Les enseñé a remar en la misma dirección porque es la única manera de llegar a puerto. De ellos aprendí a darlo todo sin esperar nada a cambio.

Supongo que el comportamiento respeto a ustedes de las personas que recibieron su ayuda será variado. ¿Se queda con lo bueno?
Una de las cosas que me permitió dormir con más alivio fue saber que algunas de esas personas que nos pidieron ayuda se hicieron socias de Cáritas cuando lograron rehacer su vida.

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