Sabucedo conmemora de nuevo la centenaria tradición de A Rapa das Bestas

Este evento tiene su origen en una antigua tradición, de la que existen registros desde el siglo XVI, en la que se ofrecía el cabello de estos animales al patrón de la localidad, San Lorenzo

La pequeña aldea estradense de Sabucedo vive nuevamente este fin de semana sus días grandes con la celebración de A Rapa das Bestas, una centenaria tradición en la que los aloitadores, término usado para las personas encargadas de lidiar con los caballos, reúnen a cientos de equinos salvajes en el recinto conocido como curro para cortar sus crines, que serán usadas como ofrenda, antes de devolverlos a la vida en libertad.

Este evento tiene su origen en una antigua tradición, de la que existen registros desde el siglo XVI, en la que se ofrecía el cabello de estos animales al patrón de la localidad, San Lorenzo, para que protegiese a sus habitantes de las enfermedades que otrora azotaban la región.

Además, A Rapa das Bestas tiene también como objetivo el cuidado de estos caballos que viven salvajes en los montes circundantes, ya que se aprovecha la ocasión para, además de adecentar sus crines, desparasitar y vacunar a unos animales que, por lo demás, no tienen contacto con el hombre durante el resto del año.

En los días previos a la celebración, decenas de vecinos de la zona se acercan a los montes para conseguir hacer descender a estos animales, a lo que estos no siempre acceden, especialmente los machos más bravos, conocidos como “garañones”, y que son los más reticentes a dejarse guiar hacia las instalaciones aledañas al curro.

La fiesta de A Rapa das Bestas, que este año ha estado dedicada a dos vecinos fallecidos, recibió hace ya más de diez años el galardón de fiesta de interés turístico internacional

Allí permanecen hasta que, el primer sábado del mes de julio, el primer grupo de equinos es dirigido, en torno a las siete de la tarde, al arenoso interior del recinto, donde aguarda en silencio ceremonial un público de más de 1.500 espectadores que intenta no exaltar demasiado a unos animales con los que los aloitadores enseguida tendrán que lidiar.

Cerca de doscientos profesionales de medios de comunicación de hasta once países distintos han sido acreditados para documentar esta ocasión, el primer acto de rapa de los tres que tendrán lugar hasta el mediodía del lunes, en el que tendrá lugar la última actividad –con fin benéfico- en el curro.

Durante más de una hora, los aloitadores van inmovilizando con sus técnicas tradicionales a los caballos para llevar a cabo los cuidados pertinentes y dando pie a momentos de verdadera tensión en el lapso que transcurre entre que abordan a los animales y consiguen domarlos.

En el reducido espacio del que disponen, estos especialistas se reparten en grupos de tres, de los cuales dos se dirigen a la cabeza de los equinos para tratar de controlarlo mientras uno solo, el más experimentado, agarra su cola para tratar de desestabilizarlo a la vez que el resto de participantes mantienen a la manada separada.

Una vez inmóvil el animal, los aloitadores efectúan su trabajo en cuestión de segundos para enseguida dirigir su atención hacia un nuevo objetivo.

Los primeros en intervenir son siempre los aloitadores más jóvenes e inexpertos, los niños y niñas de Sabucedo, que se introducen en esta tradición secular con la retirada de los potros de corta edad del recinto ayudados por sus padres y otros aloitadores.

Conforme avanza la celebración, llega el turno de los adultos, que deben guardarse de las coces y mordiscos de unos animales entre los que surgen algunos roces debidos al escaso espacio en el que se juntan todos.

Pese al evidente riesgo existente, la jornada ha transcurrido sin incidentes reseñables y con alguna que otra acción de mérito a cargo de unos aloitadores que han recibido los vítores del público en varias ocasiones.

La fiesta de A Rapa das Bestas, que este año ha estado dedicada a dos aloitadores fallecidos durante el año, recibió hace ya más de diez años el galardón de fiesta de interés turístico internacional y se ha consolidado como una festividad que atrae hacia el pequeño enclave de Sabucedo a miles de personas durante un fin de semana en el que también hay espacio para la música folclórica y la celebración de una tradicional romería con sus orquestas, pulpo, churrasco y ceremonias religiosas.

Comentarios