PEPE SOLLA es uno de los cocineros más prestigiosos del panorama nacional. Acostumbrado a manejarse fuera de las cocinas con cursos, ponencias y conferencias a nivel internacional, le toca ahora volver a ser pregonero, algo que ya probó en las fiestas más importantes de su Poio natal y de Pontevedra. Pero en esta ocasión el protagonista es uno de los platos más emblemáticos de nuestra comunidad autónoma. Y el veterano profesor culinario reconoce que le hace sentir más nervioso de lo habitual, quizás también por el homenaje a su padre, fallecido el pasado año.
¿Qué sensación tuvo cuando le pidieron que fuera pregonero de un evento tan importante a nivel gastronómico y además de un plato santo y seña de Galicia?
Para cualquier cocinero es muy especial todo lo que está relacionado con la gastronomía y más cuando se trata del cocido gallego, que más que un plato es una de las comidas más importantes de nuestra tierra. Sentí un gran orgullo.
Y además, su padre será protagonista con un merecido homenaje.
Todo esto viene porque mi padre estaba muy vinculado a la Feira do Cocido. Creo que voy a representar todo lo que él significaba para esta fiesta gastronómica.
Usted es casi un experto en esto de dar pregones, pues lleva unos cuantos. Pero, ¿alguno tuvo que ver con el tema gastronómico?
Sí, hice algún pregón relacionado con la gastronomía como la Festa da Empanada en Silleda, pero es cierto que casi siempre fui pregonero de festividades generales como las de Poio, en dos ocasiones, y la de La Peregrina en Pontevedra.
Y siendo ya un veterano, ¿se pone nervioso cuando tiene que dar un pregón?
Sí, uno se pone nervioso igual por mucho que ya estuviera en estas lides en otras ocasiones. Estoy acostumbrado adar conferencias y hacer ponencias, pero lo de dar un pregón no es tan fácil.
¿Y cómo prepara el discurso? ¿O es usted más de improvisar?
Primero busco información, en este caso sobre el cocido, la historia, anécdotas. Que sea también entretenido para la gente que viene al acto. En este caso, aparte de lo comentado, quiero vincularlo con mi padre. Todo lo que a él le unía con esta Feira do Cocido.
Dicen que nadie es profeta en su tierra, pero la familia Solla y Casa Solla son admiradas y muy queridas en Galicia.
Sin duda alguna. Es una frase hecha que en este caso no se corresponde con la realidad. Es todo lo contrario. No está bien que lo diga, pero mi familia es muy querida tanto en mi pueblo y cercanías como en casi toda la comunidad. Cada dos por tres recibimos esas muestras de cariño. Por ejemplo, la Rúa do Adro en Poio ahora lleva también el nombre de mi padre. Me hace sentir muy orgulloso, me obliga a trabajar más y apoyar en todo lo que se pueda.
Cuando nos encontramos con un plato tan tradicional, que se hace en todos los hogares gallegos y que todo el mundo lo lleva metido en sus raíces, ¿cómo puede un cocinero profesional aportarle algo diferente sin romper el esquema que todos tenemos grabado desde la infancia?
Es muy difícil. Podemos hacer un plato basado en un cocido, que ya sería otra cosa. Un cocido como tal es mejor no tocarlo. La clave es buscar el mejor producto posible, los grelos, el lacón, el chorizo... para que esa calidad permita disfrutar a los comensales de esta maravillosa comida. Es casi de los platos perfectos. Como cocinero, lo mejor en estos casos es respetar la tradición y lo que lleva tanto tiempo funcionando. Solo queda, como comenté antes, buscar los mejores productos para que salga un plato de máximo nivel.
