Trabajar toda una vida: Josefina celebra su cien cumpleaños

La estradense cortaba con la guadaña la hierba para las ovejas de un vecino a los 95 años 
Josefina Riveira sopla las velas de su centenario. GONZALO GARCÍA
photo_camera Josefina Riveira sopla las velas de su centenario. GONZALO GARCÍA

Derecha como una vara, Josefina Riveira Monteagudo caminaba desde A Estrada hasta Padrón con un cesto de manzanas sobre la cabeza y una bolsa en una mano para vender la fruta en el mercado dominical que se celebra en esta localidad. Y del mismo modo se desplazaba hasta Cuntis y a otras localidades.

Comenzó a trabajar poco después de aprender andar, y hace cinco años cortaba con una guadaña hierba para las ovejas de un vecino y disfrutaba en una verbena celebrada en el barrio vigués de Valladares, donde vive María, una de sus dos hijas.

Este domingo cumple cien años y la memoria empezó a fallarle desde hace tres, pero no el cuerpo. Evita la carne y nunca le gustaron las lentejas, pero come con apetito y todo el tratamiento farmacológico que sigue es una pastilla para mantener a raya el colesterol.

Vive en Santo André de Vea, la labranza fue su ocupación y la de su marido, José Matalobos Tanoira, y enseguida comprobó que este ocupación no tiene horarios ni días libres. Había que ordeñar ocho vacas, cuando no tocaba segar la hierba, tenía que recoger el maíz o atender la huerta, o era necesario ir al monte con el carro para traer el tojo o arrancar de las cuadras el estiércol con el que abonar las tierras.

Había que vender la leche todos los días (cincuenta litros en las mejores jornadas), atender las gallinas y los cerdos (hasta tres llegó a criar), además de hacer el pan de maíz en el horno, que debía durar al menos una semana. No se permitió lujos y tampoco faltó nunca un plato de caldo en su casa, ni siquiera en los peores años del hambre, los que siguieron a la Guerra Civil.

A Josefina siempre le gustaron las fiestas y también bailar, pero no contaba con pareja para hacerlo porque su marido no compartía la misma afición, así que cuando llegaban las orquestas para animar las verbenas en el Corpus, el Carmen, los Dolores o San Andrés, tenía que resignarse con mirar mientras su esposo charlaba y bebía con los amigos en el bar, como era habitual.

Cuando las fuerzas empezaron a decaer y trabajaba porque la inercia la empujaba a hacerlo, la televisión ocupó buena parte de su tiempo: desde Manolo Escobar hasta David Bisbal, estuvo atenta a la actualidad del espectáculo. Ahora responde, cuando el preguntan, que por este medio puede ver a "un montón de xente". 

Su hija Olga, con la que vive, la lleva a pasear por el entorno de la vivienda. La covid-19 impidió que la familia pudiese acompañarla en su centenario, pero cuando se convierta en pasado habrá fiesta y no faltarán sus nietos: Fran, Gonzalo, Manuel y Cristina, y tampoco sus bisnietos: Xián, María, Vera, Gonzalo, Marta y Nerea.

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