Un adiós en forma de música

Tras serle diagnosticado un cáncer de páncreas terminal y augurarle entre ocho y diez meses de vida, el músico Carlos Barruso celebra este viernes un concierto de despedida en A Estrada

Barruso presentó el programa de su concierto junto a uno de sus sobrinos y el edil de Cultura. PATRI FIGUEIRAS
photo_camera Barruso presentó el programa de su concierto junto a uno de sus sobrinos y el edil de Cultura. PATRI FIGUEIRAS

El pasado 27 de diciembre le diagnosticaron un cáncer terminal de páncreas que ya entonces afectaba al hígado y a los pulmones. Los médicos le dieron una esperanza de vida de entre ocho y diez meses. Lejos de venirse abajo, el músico Carlos Barruso afrontó la noticia con envidiable entereza y se puso a organizar el que posiblemente será su último concierto. El espectáculo Fin de vida, para el que ya están agotadas las entradas, se celebrará este viernes en el Teatro Principal de A Estrada, la localidad de adopción y residencia de este vallisoletano de 57 años.

La intención de Barruso es ponerle música a la muerte, y lo hará rodeado de buena parte de los amigos que lo acompañaron a lo largo de los años sobre el escenario. Seis baterías, tres bajistas, seis pianistas, dos guitarristas y otras 13 personas de la sección de viento son parte del elenco que tocará con y para él. "Como no me van a quedar muchas oportunidades, quise hacer este concierto y grabarlo en DVD con los amigos que me acompañaron durante toda la vida y, por otro lado, quiero dar un mensaje de esperanza a la gente. Esperanza no de vida, sino para decirle que el tiempo que nos queda no está para amargarse. Hay que vivir alegres", explicaba este miércoles minutos después de haber presentado el cartel de su concierto junto a uno de sus sobrinos y el edil de Cultura de A Estrada, Juan Constenla.

Vivencias
"He disfrutado de la vida todo lo que he querido. Deseo que me recuerden como alguien que no se cansó de aprender"

Barruso llevó una vida "bastante sana", con controles de salud rutinarios siempre con resultados positivos, hasta que el pasado septiembre en una analítica "me salió el azúcar muy alto", explica. Le diagnosticaron diabetes, pero durante los tres meses siguientes le aparecieron "muchos dolores" que lo llevaron en dos ocasiones a Urgencias. Fue a raíz de la última que le realizaron pruebas más exhaustivas, le detectaron el cáncer y le dieron una esperanza de vida de entre ocho y diez meses. "La primera reacción que tuve fue la de hacer un concierto, la de reunir a la gente con la que he tocado", dice. "Tenía programado hacerlo en abril o mayo, pero la doctora me dijo cuanto antes por un problema puramente físico", ya que puede que con el paso del tiempo, el tratamiento merme aún más las fuerzas del músico.

"He disfrutado de la vida todo lo que he querido. Ya llegará el momento en que no pueda hacerlo; mientras tanto, la gozo", afirma con un positivismo digno de admiración. "Hay gente que ha sido desafortunada toda su vida y, aún por encima, tiene una enfermedad. Eso sí que es una desgracia. Yo siempre he trabajado mucho y con mucha felicidad. Hay que quedarse con los recuerdos y, visto todo lo que he hecho, en mi vida es todo positivo", añade.

Su estado
"Tenía programado hacer el concierto en abril o mayo, pero la doctora me recomendó que lo hiciese cuanto antes"

"LO HE HECHO TODO". Seguir disfrutando de su pasión, la música, y aprovechar los comentos cotidianos con la familia, como "simplemente hacer una churrascada", dice, es su propósito, sin más aspiraciones. "No hay nada que me falte, lo he hecho todo", señala. "A nivel personal, he viajado mucho, he hecho mucho deporte y estoy todo el día con mis dos sobrinos". En lo profesional, su estado de salud le ha obligado a reorganizarse, pero no a dejar sus proyectos de lado ni, ni muchos menos, desanimarse.

Para seguir con sus labores en su Escuela Acome, que él creó, y en la Escuela Estudio, de Santiago, con la que colaboraba, "encontré gente muy capacitada", sostiene. Es también el encargado de la Orquesta Cinema, donde tocaba como saxofonista. "Lo que hice fue meter otro en mi lugar y yo desde aquí sigo llevando los arreglos y los ensayos hasta que el cuerpo aguante". Es también el creador, junto a una socia, del Método Barrumat, una terapia de estimulación cerebral indicada para personas con problemas de coordinación que combina movimiento, música e iluminación. "El taller acabará en mayo y no sé si podré seguir o no", admite.

Hablando sin tapujos ni dramas de su adiós, dice querer que lo recuerden "con alegría, con música. Quiero que me recuerden como alguien que no se cansó de aprender, de estudiar. La vida es un continuo aprendizaje. A nivel personal, que cuando piensen en mí les sirva como terapia ver como llevó su vida aquel profesor o aquel compañero. Así, simplemente".

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