Un año de tragedia

"A min salvoume un anxo chamado Berta"

La familia de Parada que perdió parte de su casa y toda la maquinaria con la que trabajaba salió adelante sin ayudas oficiales, solo con los fondos del Concello y lo recaudado en acciones solidarias

José Ángel con su nueva maquinaria. C.FERNÁNDEZ
photo_camera José Ángel con su nueva maquinaria. C.FERNÁNDEZ

José Ángel Soares se sienta en la escalinata de la casa familiar, en Parada. En la aldea suenan la bombas de palenque de la fiesta del Pilar. El ambiente es igual que el que había hace un año, cuando, después de un fin de semana de verbenas y procesiones, la celebración se convirtió en una pesadilla en forma de incendio forestal que arrasó un 25% de la superficie de Ponte Caldelas, incluyendo la parcela y las herramientas de su familia y parte de su casa.

Ha pasado la peor parte de una historia en la que él, su mujer, Antonia, y sus hijos Brian, Jorge y Ainara, tuvieron que irse a vivir al centro de Ponte Caldelas, a un piso cedido por un vecino. Las llamas de 15 de octubre de 2017 no encontraron resistencia en sus esfuerzos por regar desde la casa de sus padres, con sus escasos medios. El fuego calcinó maquinaria de miles de euros con la que José se ganaba la vida haciendo desbroces y cortando leña. También invadió el interior de la parcela, quemó el galpón, la maquinaria agrícola, el gallinero, la viña y parte de la pequeña vivienda familiar.

Al día siguiente la foto de José salía en todos los medios: no podía parar de llorar. No sabía cómo iba a reparar todo lo perdido. Hoy recuerda aquello ya sin lágrimas. Su situación es mejor, aunque no quiere dedicar más de diez minutos a mirar atrás, porque lo que le viene a la mente no ha sido fácil de asimilar.

"Van 24.000 euros investidos e ningún é de axudas da Xunta. Pero que conste que as perdas mas valoraron en 37.000 euros"

CORRIENTES SOLIDARIAS. Un año después ha recuperado mucho de lo perdido. Como él dice, ha sido gracias a la unión de muchas corrientes solidarias. "A min salvoume un anxo chamado Berta Besada, que é de Ponteareas e que se adicou a reunir fondos e pedilos para poder arranxar a miña casa, sempre o digo".

Berta consiguió una importantísima cantidad y aportó material y personal para sacar adelante el arreglo de la casa, que por ser de planta baja había sufrido enormes daños en la parte de la cocina. La voluntaria aportó fondos, pero sobre todo, esperanza para una familia que quedó atrapada en la tela de araña administrativa y no conseguía acceder a las ayudas oficiales. "En febreiro tiñamos a casa arranxada. Neses meses anteriores fómonos a un piso a Ponte Caldelas. Que como foi a experiencia? Foi moi dura. Moi mala. Non llo quero desexar a ninguén, relata con pesar.

También pudo comprar de nuevo parte de las máquinas perdidas. "Meus pais déronme un diñeiro que eles cobraran dunhas axudas e grazas a iso puiden volver traballar coa maquinaria", explica José, agradecido.

José Ángel, ante su maquinaria y su casa, tras el incendio.  Además, Cáritas también le hizo llegar su ayuda. "Tamén nos entregou unha cantidade. Eu non quería ter que aceptar de Cáritas pero dixéronme que era para a maquinaria. É que iso é o que nós pediamos, axuda para poder gañar os cartos cos que comer", insiste, recordando que "salvo o Concello e o alcalde (Andrés Díaz), aquí ningún político botou unha man".

Desde octubre de 2017, rememora, "por aquí pasaron moitos, pero as palabras levounas o vento". Los Soares están decepcionados con la Administración autonómica y no lo ocultan. Ellos eran el eslabón débil de la cadena: estaban en precario, sin seguros ni alta laboral y con niños pequeños cuando llegó el fuego y les fue imposible justificar nada de lo perdido. "A Xunta non me deu nada. Tiña que ter todo asegurado e non era o caso. Nin as galiñas nos pagaron. O aluguer foi porque me cederon un piso gratis. Díxome o dono que non pagaba aluguer ningún", relata.

De este modo, el billete de salida de la pesadilla del 15 de octubre de 2017 lo pagó la solidaridad ciudadana y familiar. Pero que nadie piense que fue fácil. "Van 24.000 euros investidos e ningún é de axudas da Xunta. Pero que conste que as perdas mas valoraron en 37.000 euros. Eu taxei todo e reclamei, aínda que foi para nada", recalca José Ángel pidiendo que, si la historia se repite, "os que mandan se adiquen menos a falar e máis a actuar"

"Os nenos aínda teñen pesadelos"
José no quiere oír hablar de ayuda psicológica, aunque parece claro que su vivencia del pavor del incendio está enquistada en su memoria. Él considera que "os psicólogos son uns médicos que sacan demasiado da cabeza" y apuesta por ser fuerte. "Os veciños preguntaban que que tal, e eu sempre dixen que ben, sentira o que sentira ". Eso mismo dice de sus niños, aunque reconoce que se le parte el alma cada vez que uno de ellos pregunta si hay incendio. "Aínda ten pesadelos moi a miúdo e con frecuencia pregunta se non nos cheira a fume, se non está ardendo", señala.

RETINAS QUEMADAS. También tiene otra secuela más tangible que es la que ahora le preocupa. "Queimei as retinas. Parece que terei que operarme. Levo todo este tempo con gotas, pero non avanzo", confiesa señalando el iris de su ojo derecho. En algún momento de la madrugada del 15-O, José estuvo demasiado cerca de las llamas. "Foi moi rápido todo. Non deu tempo a mover a maquinaria".

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