Abre una nueva hamburguesería en Combarro el primer día del cerrojazo

Boas Migas inicia su actividad en plena pandemia: "Era renovarse o morir", comenta la dueña, Ana Rey, tras reconocer que tuvo que "adaptar el modelo de negocio" a las circunstancias
Ana Rey, que dirige Boas Migas, sirviendo un café para llevar tras la barra. GONZALO GARCÍA
photo_camera Ana Rey, que dirige Boas Migas, sirviendo un café para llevar tras la barra. GONZALO GARCÍA

Cuando toda la hostelería local cierra, ellos abren sus puertas. O al menos lo intentan, ya que la apertura de puertas es, en este caso, una metáfora que no pasa más allá de la cocina de la nueva hamburguesería de Combarro, Boas Migas, un local que inicia su actividad en plena pandemia, adaptando el modelo de negocio a la situación actual.

"Era renovarse o morir". Así de claro lo tiene su propietaria, Ana Rey, que se ha puesto a los mandos del establecimiento, y también de los fogones, con el objetivo de compensar la debacle que supuso el verano en Combarro. "Tenemos otro negocio en el casco viejo de Combarro que lleva cerrado ya 15 días", explica, en referencia a Tapería Rúa 19, también de su propiedad, y famoso por sus productos del mar. "El negocio del casco viejo el verano pasado nos daba para vivir, pero este año sin turismo internacional fue imposible. No tenemos hucha de verano para vivir en invierno", asegura.

Y así fue como decidió generar actividad también en invierno, aprovechando la oportunidad de coger la concesión del local de la Comunidade de Montes, ubicado en el número 3 de la calle Maceiras, fuera del casco viejo de Combarro. "Este local ya no está pensado para el turismo, sino para los vecinos del pueblo. Tenemos hamburguesas especiales, pizzas, bocadillos, ensaladas y todo a la carta. Por aquí no hay otro negocio igual y esperamos que vaya bien", explica Ana.

¿Que abrir en tiempos de pandemia les ha generado alguna que otra duda? "Por supuesto", afirma Ana, "pero de algo hay que vivir". Y no fueron pocos los quebraderos de cabeza, ya que la previsión de apertura les ha pillado en plenas restricciones. "Hicimos obra en el local y teníamos pensado abrir el miércoles, pero con todo lo que conlleva abrir un local, para estar dos días de cara al público ya no lo hicimos", cuenta. En sus planes ya entraba el servicio de reparto a domicilio, que en un principio tenía pensado ofrecer solo en fines de semana. "Ahora lo vamos a tener todos los días, y entonces tuvimos que hacer algunos cambios, incluso teníamos hecha la publicidad", explica. Los cafés, las hamburguesas, las pizzas, los bocadillos y las tapas de Ana se servirán ahora para llevar, y para ello cuenta también con un repartidor, empleado del local, que se mueve por todo Poio y sus alrededores, llevando esta cocina casera, pero moderna y a la carta, a todos los lugares en donde la requieran, con solo hacer una llamada.

Los planes para el personal también han cambiado. Por ahora en el local trabajan Ana y el repartidor y, cuando abran al público, contarán con tres empleados más. Y, a pesar de todo, Ana agradece poder abrir, aunque sus planes hayan variado. "Cuando estábamos terminando las obras pensé incluso que no llegábamos a empezar, creía que nos iban a confinar", asegura.

Desde este sábado pelea por sobrevivir al menos los próximos 10 años en una nueva aventura en la que la situación sanitaria juega en su contra. "El Concello debería rebajar los recibos y tampoco hay ayudas al sector de la hostelería, que es el que está cerrado, y no la actividad no esencial, que es lo que se había dicho", denuncia.

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