Una de las características que ya no define a los narcotraficantes de gran nivel desde hace años pero que sigue siendo seña de identidad de algunos de los que se dedican a la distribución de drogas a mediana escala es la ostentación de su trabajo y de su capacidad económica.
Ejemplo de ello no era el presunto cabecilla, que se cuidaba mucho de no llamar la atención (si bien se movía en coches de altísima gama), pero sí algunos de sus presuntos colaboradores. Así, algunos de los detenidos en la provincia de A Coruña no solo hacían gala de su ocupación sino que llegaban a subir vídeos a las redes sociales con sus propias imágenes y comentarios, con lo que parece paquetes de droga en las manos y mostrando sus viajes a O Salnés y, en concreto, a Sanxenxo.
Tales prácticas están denostadas por los grandes capos, pero siguen muy vivas entre los traficantes de la nueva ola, no solo en Galicia, sino también en el Sur de España.
Mucha mercancía
En los últimos meses no ha cesado la actividad de los grandes clanes del narcotráfico, ya no solo de las Rías Baixas, sino los procedentes de otras latitudes (colombianos o balcánicos son ejemplos recientes), a la hora de introducir grandes cantidades de cocaína a través de Galicia. En muchos casos, como ocurrió con los tres pesqueros decomisados por los Greco de Pontevedra durante el verano (Sophie, Nuevo Furuno y Bestarroza), la Policía consigue frenarlos, pero en otros muchos (el ejemplo más mediático, el narcosubmarino de Vilaxoán), los narcos consiguen coronar y la droga llega al territorio.
Esta situación hace que el precio al por mayor baje y que cada vez más sean las personas las que decidan dar el paso y convertirse en distribuidores de droga, en busca del dinero fácil que reporta la cocaína pero que, en muchos casos, les conduce a prisión.