"Expongo en Poio desde 1984 por la buena acogida que siempre me prestan"

El pintor y escultor Diego de Giráldez regresa al Mosteiro de Poio con una muestra en la que las piezas principales están dedicadas al Camino de Santiago
Diego de Giráldez con la escultura central de la exposición en el Mosteiro. JAVIER CERVERA-MERCADILLO
photo_camera Diego de Giráldez con la escultura central de la exposición en el Mosteiro. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

¿Qué piezas componen la exposición que se encuentra actualmente en el Mosteiro de Poio y hasta cuándo se podrán visitar?
Son un total de 17 pinturas y tres esculturas que estarán expuestas durante este mes de julio y también agosto, por lo que permanecerán allí todo el verano. Las tres esculturas son piezas como la talla de una mano, en representación del mundo, y la de un pie, que es el símbolo del Camino, por el Xacobeo, y la pieza principal de la exposición.

¿Por qué siempre vuelve al Mosteiro para exponer?
Escogí este lugar por su entorno y la historia que esconde. Llevo exponiendo aquí 37 años consecutivos y esto se debe, en buena parte, a la buena acogida que siempre me prestan. Fue en el año 1984 cuando deposité por ver primera mi trabajo en el Mosteiro y desde entonces siento que mi cariño por las instalaciones y el entorno ha ido en aumento.

¿Qué acogida reciben sus obras cuando llegan a Poio?
La acogida de mi trabajo a día de hoy es muy buena. Además, la colaboración del Concello de Poio también es muy importante, ya que llevo recibiendo su apoyo durante todas estas décadas.

"Salvador Dalí me transmitió un amor profundo por el arte que ya tenía, pero que se acrecienta con él"

¿Qué obras y temáticas repasa la exposición?
enemos dos partes diferenciadas. La primera responde a las obras realizadas desde el año 1981 hasta comienzos del 1990. Se trata de una pintura realista dentro de un ambiente distinto, centrada concretamente en el campo y el rural. Existe un intento por transmitir ese mensaje que puede guardar el uso de las cosas en el ámbito cotidiano del campo, de la aldea. Se reflejan objetos, señales de vida, todo aquello que alberga una casa en la que habita gente con unas determinadas condiciones, como es la gente del campo. La segunda parte comprende desde el año 1990 hasta el 2000 y poco. En esta ocasión elaboré una pintura a la que decidí denominar como ‘Realismo NAS’, que engloba las corrientes del realismo, la abstracción y el surrealismo. En esta parte conviven elementos surrealistas en donde coloco una serie de objetos a los que cambio la fosforidad, la configuración estética, mantengo la anatomía y le doy un trasfondo de desgravitación. De este modo consigo adentrarme en el surrealismo, en una pintura de cierto cariz intelectual.

Por tanto, ¿se podría decir que sus composiciones están directamente relacionadas con el realismo, la abstracción y el surrealismo?
Yo fui quien inventó lo que podemos llamar ‘realismo NAS’, pero concediéndole ciertos cambios. Es cierto que ya existía el naturalismo, lo abstracto y el surrealismo, por lo que varié un poco esos movimientos. La abstracción, por ejemplo, es un espacio que no dice nada. Así, entro en algunas obras de manera que abstraigo a la figura humana en el pensamiento y la coloco en estado de quietud mental. En el caso del realismo, me apego a la anatomía del objeto o de la persona.

Usted trató con Dalí. ¿Influyó de algún modo en su obra?
A Dalí le conocí en 1977 y tuve amistad con él y con el director del Museo Dalí hasta 1989, cuando fallece. Esa amistad hizo que yo admirase la obra de Dalí, pero no influyó en mí en el concepto de la pintura. Cuando hago uso del surrealismo, cambio la fosforidad del objeto, desfigurando lo que era la estructura de la anatomía, de la estructura externa del objeto, de la figura, persona o animal, como lo hizo Dalí con los elefantes. Aunque yo entro dentro de otro mundo de surrealidad, que consiste en quitarle el peso al objeto, desgravitarlo, de manera que consigo hacerlo flotar. Salvador Dalí me transfirió un amor profundo por el arte que ya tenía, pero que se acrecenta con él.

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