Un 'maker' pontevedrés de 13 años: "Primeiro fixen protectores para a miña nai e avoas"

Fernando Campos ha decidido darle un uso solidario a la impresora 3D que le regalaron sus padres

Fernando Campos con la impresora y su madre, Rocío Diz, con una de las máscaras protectoras. DP
photo_camera Fernando Campos con la impresora y su madre, Rocío Diz, con una de las máscaras protectoras. DP

Fernando Campos Diz es un joven de 13 años de Cotobade que estudia en el IES de Tenorio. Hasta el inicio de la crisis sanitaria, era un chico más, salvo por su afición: fabricar cosas con una impresora 3-D que le pidió a sus padres por el cumpleaños, donde aprendió a usar un programa "moi sinxelo" con el que hacer sus propias creaciones.

Hasta el momento, Fernando había hecho elementos decorativos y piezas, e incluso un ajedrez completo, con pequeñas figuras de ardilla. Con el decreto del estado de alarma y las nuevas necesidades de la sociedad, Fernando tornó su papel de joven de instituto en el de maker, un realizador de viseras protectoras con las que el personal que trabaja en los sectores elementales se está protegiendo de posibles contagios del Covid-19.

Ese paso para poner en uso su impresora, que como explica su madre, Rocío "non é moi grande, polo que non lle permite facer algúns modelos", lo dio precisamente, pensando en su familia. Rocío regenta un establecimiento de alimentación en Carballedo y ya al principio de la alarma descubrió que el tapabocas que se está empleando en esos casos no le era nada cómodo. "Eu son claustrofóbica e non aguanto coa cara tapada, así que o comentamos, e de seguido me atopou a forma de facer unha das suxecións. Despois busquei o plástico, a goma e mesmo lle puxen unha almofadiña na frente para que non me faga dano".

Fernando pronto encontró el primer modelo para descargar "en Google, e primeiro fixen as proteccións para a miña nai e para as miñas avoas, e despois para a compañeira da miña nai, que tamén traballa na tenda".

Una vez dado ese paso, lo natural era seguir trabajando para poder entregar más protecciones a quién las necesite, pero acaba de agotar el filamento.

PARA UN CASH Y UNA PANADERÍA. En cuanto pueda reponer este material elemental para hacer las sujeciones personales fabricará máscaras para los compañeros de sector de su madre, que trabajan en un cash y que están también buscando protecciones contra el Covid-19. Antes de que acabase la jornada, a su casa había llegado un nuevo encargo: las máscaras para los trabajadores de la panadería de Carballedo, que tampoco puede cesar su actividad en esta crisis.

El joven no sabe aún cuantas tendrá que hacer, pero cada una de ellas le lleva cinco horas de trabajo a su particular regalo de cumpleaños. Si nada lo impide, después podrá hacer las caretas para el personal sanitario que lo necesite.

Rocío Diz, por su parte, está muy contenta con esta medida de seguridad. "A veces os clientes dinme que parece que vou desbrozar, pero eu estou encantada con este sistema, que é máis seguro. No rural temos moita clientela que xa ten unha idade, e para coidalos, temos que coidarnos nós mesmos", concluye.

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