Quico Martínez: "La historia del siglo XX en España se cuenta solo desde el 77"

El penúltimo guerrillero vivo acudió ayer a Cerdedo-Cotobade para participar en un acto de reivindicación de memoria histórica del colectivo Capitán Gosende en el Campo das Laudas

Francisco Martínez, Quico, junto a varios de los asistentes al acto. RAFA FARIÑA
photo_camera Francisco Martínez, Quico, junto a varios de los asistentes al acto. RAFA FARIÑA

Francisco Martínez López, Quico (Cabañas Raras, León, 1925), tiene el título oficioso de penúltimo miembro de la guerrilla vivo en Galicia. No es el último, porque ese puesto le correspondería a Camilo de Dios (Sandiás, 1933), pero sí el más prolífico en cuanto a intervenciones en actos de defensa de la memoria histórica.

Uno de esos actos, la visita al Campo das Laudas de Cerdedo, organizada por el colectivo Capitán Gosende, formó parte de su agenda de este jueves en Galicia, de la que, dice, "es mi lugar de memoria, porque aquí se desarrolló mi acción. Llevo más de 20 años viviendo aquí, desde mi vuelta a España".

Quico fue enlace de la guerrilla para la región con 14 años. Antes había visto como su casa en El Bierzo acogía a milicianos y republicanos perseguidos. Tras años desarrollando esa actividad, y viendo que la resolución de la Guerra Mundial no sirvió para erradicar el fascismo de España, pasó a ser organizador y propagandista y solo cuando le descubrieron en esa acción se vio "obligado a tomar las armas". Recuerda también su exilio, cuando perdió toda esperanza de un acuerdo para abandonar la resistencia. "Éramos condenados, se nos buscaba, muertos o vivos, para llevarnos al garrote vil".

La Ley de Ammistía del 77 contiene un engaño, proclama, se aprueba como si fuese para el pueblo. Pero el pueblo no necesitaba una amnistía. No necesitaba ser perdonado

Pese a sus 93 años, Martínez López considera que debe seguir reivindicando y comunicando su experiencia a las siguientes generaciones. "Se ha impuesto el silencio desde la transición", relata, "los actores y las víctimas del pasado se quedaron sin espacio de expresión. No está recogido en la Constitución. Cuarenta años de dictadura se quedaron atenuados. Se restó el derecho a las nuevas generaciones a saber", explica, para aclarar que él entiende que «la dictadura murió en la cama» y que la condescendencia de la comunidad internacional en los años 40 y 50 con el franquismo facilitó una falsa cura social mediante una transición en la que se favoreció a "los actores" del mismo.

"La Ley de Ammistía del 77 contiene un engaño", proclama, "se aprueba como si fuese para el pueblo. Pero el pueblo no necesitaba una amnistía. No necesitaba ser perdonado. Con esa Ley se amnistió a los responsables de esos delitos y gracias a eso vivimos en un estado de impunidad. Se evitó juzgar los crímenes de lesa humanidad. Y yo siento la obligación de decirlo. Soy un rebelde contra esta deformación de la historia", recalca, insistiendo en que en las aulas se está contando "la historia del siglo XX en España solo desde el 77, pasando de puntillas por 40 años de terror" y deseando "que se nos hubiese enjuiciado a todos: a nosotros, que teníamos armas, si teníamos razón o si no. Pero también a los que mataron sin motivo a los cientos de pobres ciudadanos", señala para recordar que tal vez por esa impunidad, por el hecho de que "los muertos sigan en las cunetas, 40 años después", o por el hecho de que "las víctimas sigan con juicios sumarísimos, siendo delincuentes, tal y como eran a ojos del franquismo", se produzcan situaciones como la que le escandaliza ahora, con las protestas ante la exhumación de los restos de Franco.

"Es preocupante que todavía haya gente que reivindica los honores para un elemento que ha sido responsable de 40 años de terror. Preocupa que haya jóvenes que lo reivindiquen como modelo de sociedad. Y ante ello no hay una reacción. Este Gobierno, que tenemos presente, que llamamos democrático, no tenía que permitir eso. ¡Es imposible! Que sean tan protagonistas como cualquier base de una democracia. ¿Tienen derecho a hablar? Muy bien. Pero que se hagan cargo de que están defendiendo una causa condenable por principios elementales: morales, democráticos y humanos", sentencia el exguerrillero.

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