Milucha, la gata de la vecina de Combarro Olga Blanco, suele tomar paseos por el descampado que da a la parte de atrás de su casa, de la que habitualmente se ausenta, colándose por el muro, pero no más de algunas horas. El pasado miércoles no volvió a casa. Tras dos días desaparecida, la familia fue informada de que el animal se encontraba en una clínica de A Caeira de la que, además, la propia familia es clienta, y a la que llevaban habitualmente a la gata.
"Chamáronnos para avisarnos de que a gata estaba na clínica, aberta pola barriga e que non se deran conta de que tiña dono e de que estaba con chip", cuenta su dueña. Cuando Olga pudo obtener más información, se enteró de que una asociación local había recogido a la gata, confundiéndola con un animal callejero, y la había llevado a esterilizar a la clínica, con la que tiene convenio. En la clínica, además de no comprobar previamente si Milucha tenía chip, la abrieron para realizarle una operación que, según explica su dueña, ya le habían hecho. Solo en ese momento, al detectar que ya estaba esterilizada, se plantearon que el animal pudiese tener dueño y le pasaron el lector del chip. "Ademais diso, cortáronlle a metade dunha orella para identificala como animal vagabundo", explica Olga.
Tras recuperar al animal que, según su dueña, se encuentra "nun estado lamentable" tras la operación, Olga pudo constatar que la intervención probablemente se hubiese producido un día antes. "Dixéronnos que non nos avisaran antes para que non víramos á gata así", asegura.
La dueña de Milucha, que achaca lo sucedido a una negligencia de la clínica veterinaria, asegura que tomará medidas legales porque "pasar o escáner é un miunto, pero a operación fixérona ao rápido para facturar canto antes. Foi surrealista".
