El Gobierno Local de Vilaboa lleva meses tratando de conseguir que Fomento, la Subdelegación del Gobierno y la empresa que gestiona la AP-9, Audasa, pongan freno al uso que están recibiendo las dos áreas de descanso que la autopista tiene en su tramo de este municipio, en Bértola. Las dos áreas, muy especialmente la de los carriles en sentido Pontevedra son muy conocidas en el mundo del cruising, una práctica consistente en mantener encuentros sexuales con personas desconocidas, encontradas al azar y con las que no se tiene relación previa. Fruto de esta actividad, ambas zonas son frecuentadas a diario -y especialmente los fines de semana- por usuarios que buscan algo más que un respiro en la conducción.
Tanto el cruising, término más usado para le descripción de estas prácticas entre hombres, como el cancaneo o dogging, su réplica heterosexual, se realizan en estas dos zonas de servicio desde hace años y ambas figuran en las webs especializadas en esta temática como uno de los lugares de referencia de toda la provincia. El éxito de las dos zonas de descanso como punto de encuentro para el sexo furtivo y anónimo parece garantizado, pero, la proximidad de la AP-9 con la población, especialmente en el caso de la área de Bértola, han derivado en varias situaciones conflictivas, puesto que está deficientemente aislada de la población. De este modo, fuera de los lindes de Audasa existe una carretera local que es bastante transitada y varias casas están muy próximas a la autopista. "O veciño máis cercano de todo isto é un hospital xeriátrico, que ten visitantes a diario que percorren esta estrada", señala el alcalde, para ilustrar las situaciones de incomodidad que puede generar la falta de discrección de quienes acuden a estos encuentros.
Otro de los problemas es que el éxito del punto de cancaneo ha hecho que algunos de los que lo frecuentan quieran acceder a él sin pagar el peaje, por lo que transitan por el vial local para acceder a pie a la zona de descanso por una puerta que ha instalado la propia Audasa en el vallado del área y que no está cerrada "porque, segundo nos di a empresa, sempre a forzan". "Ademais, xa non é que sexa unha zona frecuentada para estes encontros, senón que outros aproveitan para ir a facer trapicheo e todo isto está xenerando un ambiente de inseguridade que molesta e preocupa", relata Poceiro.
El regidor lleva ya una remesa de cartas a las autoridades implicadas, empezando por Fomento y la Subdelegación e incluso la participación en una reunión a varias bandas para exponer la problemática. "De momento, responden que non son capaces de poñer freo a esta situación, que a xente forza a entrada, e mesmo se está valorando a idea de por cámaras, pero, de momento, non está decidido", apunta el regidor, que señala que la preocupación de los vecinos de Bértola ha hecho que los tres grupos políticos con representación en el Concello apoyen la petición de soluciones para esta situación, "que esperemos resolver dunha vez por todas en 2018".
El PP de Vilaboa empleó la pasada semana un artículo publicado en Diario de Pontevedra para exponer en sus redes sociales la reivindicación sobre la inseguridad en la zona de descanso de la AP-9 que está generando la citada polémica.
Tanto el cruising como el dogging (o cancaneo) son la práctica del sexo en lugares públicos, de forma anónima, sin compromisos, con otra gente que mira o que se une. Suelen darse en parques, bosques, afueras de las ciudades o áreas de servicio.
Existe un código entre quienes lo practican (faros encendidos indican que se puede mirar; ventanillas abiertas, tocar; y puertas abiertas, sumarse).
Hay varias webs con mapas de las zonas frecuentadas. Vilaboa, como una de las más populares de la provincia, cuenta con varias reseñas e incluso consejos, como el de un usuario que alerta sobre el peligro de salir a pie de la AP-9 por el agujero de la valla, tras acabar a palos con un vecino que le pilló in fraganti practicando sexo en su leira.
