El asesino de Beatriz dijo a su hermana que iba a suicidarse, pero cambió de idea

Los hijos de ambos, de 7 y 9 años, tuvieron que ver cómo su padre mataba a su madre a machetazos tras pasar con él una tranquila tarde de domingo ► Tras el crimen, el progenitor dejó a los niños con sus abuelos y, después de una noche errática, se entregó en Ourense
Entrada de la finca, donde fue asesinada Beatriz Lijó nada más abrir la valla, como evidencian las marcas de sangre. SALVADOR SAS (EFE)
photo_camera Entrada de la finca, donde fue asesinada Beatriz Lijó nada más abrir la valla, como evidencian las marcas de sangre. SALVADOR SAS (EFE)

Un patrón criminalístico que se da en un buen número de crímenes machistas, también en el de Baiona, es la intención de suicidarse del autor. Algunos de los asesinos se quitan la vida, pero normalmente no pasa de un ligero amago con heridas o cortes superficiales que apuntan más a mostrar una sensación de culpabilidad que a una intención real.

En el caso de Ángel Rodríguez da Costa, Lito, no existió ese intento aunque sí lo anunció. Fue a través de un whatsapp que, según fuentes policiales, envió a su hermana en mitad de la madrugada del lunes.

Cuando a las ocho asomó por el cuartel de Ourense cubierto de sangre, un agente le preguntó si estaba herido. Pero ni una gota era de él.

Los niños pasaron el domingo con el asesino

El paso de las horas y el goteo de información no hace sino más sobrecogedor el crimen machista de Beatriz Lijó, la mujer que murió asesinada a machetazos por la espalda en Baiona a manos de su exmarido, en un execrable y cobarde acto del que –según trascendió este lunes– fueron testigos los dos hijos que ambos tenían en común, de 7 y 9 años. Dos pequeños pero con la suficiente edad para ser conscientes de la brutalidad de una acción que cambia para siempre sus vidas: han quedado huérfanos de madre por culpa de un padre al que no verán en muchos años, como no sea, si algún día le perdonan, a través del plástico de las visitas en prisión.

Con el autor de los hechos –de 47 años, como su víctima– detenido tras entregarse a primera hora del lunes en Ourense, la Guardia Civil ya tiene sobre la mesa la secuencia del primer crimen machista del año en Galicia, una acción incomprensible para cualquiera pero especialmente para dos niños que pasaron una tranquila tarde de domingo de paseo con la misma persona a la que minutos más tarde vieron asesinar a su madre en medio de un baño de sangre.

Los pequeños estuvieron todo el fin de semana a cargo del progenitor, pese a que, según desvelaron fuentes judiciales, no le tocaba a él la custodia. Pero Beatriz le habría cedido a los menores sin mayor inconveniente, puesto que la relación no era del todo mala y, tal y como se constató, no había denuncias previas de ella hacia su exesposo, Ángel Rodríguez, al que en su círculo conocen como Lito. También en el instituto de Redondela en el que era profesor de matemáticas y donde tampoco salen de la sorpresa por que alguien que lleva media vida tratando con niños y adolescentes pueda perpetrar tan vil acción, y en presencia de sus propios hijos. Este lunes un docente en prácticas lo sustituyó.

La mató nada más verla

A falta de algunas incógnitas por resolver –no ayudó la nula colaboración del profesor, que se negó a declarar–, el atestado recoge que en algún momento entre las 21.00 y las 21.30 del domingo Lito se desplazó en coche hasta casa de su exmujer, en el barrio baionés de Percibilleira, para dejarle a los niños. Se cree que al poco de abrir ella la verja exterior de la vivienda unifamiliar, él sacó un arma blanca "como un machete o similar". Ella escapó, pero se lo clavó en la cabeza de espaldas cuando huía, a tenor de los indicios forenses.

Acto seguido, cogió a los pequeños, llorando y en shock, los subió otra vez al coche y los apeó en casa de sus padres, en la misma villa turística de la ría de Vigo, sin dar ningún tipo de explicación. Por el momento, los niños permanecen con sus abuelos paternos, a expensas de que la Xunta dirima su custodia.

Tras una noche errática al volante de su coche, supuestos pensamientos de suicidio mediante, se acabó entregando sobre las 8.00 horas en la comisaría de Ourense. Llevaba la camisa empapada de la sangre, aún fresca, de Beatriz.