La crisis del coronavirus, desde el mar hasta la montaña

La pesca, el marisqueo, la ganadería y la agricultura son las nuevas víctimas de la pandemia del Covid-19 ►Los profesionales del sector primario auguran la paralización de la actividad e ingentes pérdidas económicas
Mariscadoras en A Seca faenando nos lombos marisqueiros da Zona V pasado mes de xaneiro. GONZALO GARCÍA
photo_camera El marisqueo es uno de los sectores en riesgo. GONZALO GARCÍA

El sector primario está desarrollando un papel fundamental en el abastecimiento de los mercados en plena crisis del coronavirus. Sin embargo, pese a ser fundamental y uno de los pilares básicos del sector alimenticio, no está al margen de las crisis que está provocando la pandemia del Covid-19 y su sostenibilidad empieza a tambalearse. De hecho, profesionales del mar, de la ganadería y de la agricultura ya auguran ingentes pérdidas económicas.

El sector pesquero es uno de los más afectados por la situación actual que se está viviendo en España. Muchos pescadores y mariscadores han decido detener su actividad ante la caída de la demanda, lo que también ha ocasionado una notoria bajada de los precios. El parón de ventas de marisco y de algunas especies de pescado se debe al cierre de la hostelería ya desde el principio del estado de alarma. Por otra parte, la población ha reducido su consumo, ya que por el confinamiento evita salir a hacer la compra diaria con regularidad.

Además, la falta de medidas de seguridad y la imposibilidad de llevarlas a cabo en el mar es otro de los motivos que han llevado a los profesionales a quedarse en casa. El sector pesquero ve el futuro con gran incertidumbre.

La agricultura acusa un estancamiento que se extiende a algunos subsectores señalados, en mayor medida, en lo que respecta al pequeño agricultor que depende directamente de la hostelería. Así, las bodegas han sufrido un parón total de la producción al no registrar demanda por parte del comprador habitual, algo que ha paralizado totalmente la producción en varios niveles, en una actividad que actualmente se limita exclusivamente al mantenimiento de las vides esperando el remonte de la actividad hostelera.

Otros, como es el caso de los productores de aceite, también han visto ralentizada la producción, si bien no es un subsector afectado al tratarse de un bien de primera necesidad. Aunque la crisis de la pandemia no ha impactado de lleno en los propietarios de olivares, por el momento la producción continúa con cautela.

En la misma situación se encuentra la ganadería, base de la economía del interior pontevedrés. Los propietarios de las explotaciones vacunas y porcinas empiezan a sentir el impacto del coronavirus y miran hacia el futuro con una gran preocupación, ya que son conscientes de que el sistema colapsará y que el sector experimentará grandes pérdidas económicas.

Por lo pronto, los ganaderos contactan con los tratantes de manera particular, tras el cierre de la Central Agropecuaria de Galicia de Silleda.


LA PESCA, EN ALERTA POR LOS PRECIOS

Barcos amarrados en el puerto de Bueu. RAFA FARIÑA (ADP)

"Se seguimos nesta situación non imos poder saír ao mar"

El pesquero es uno de los sectores que más está sufriendo esta crisis. A pesar de que los mercados continúan estando abastecidos, los trabajadores del mar se enfrentan a una situación que roza la castátrofe, sobre todo a nivel económico. Además, a pesar de que algunos sectores de la pesca han dejado de trabajar, otros continúan haciendo su labor día a día sin posibilidad alguna de adoptar las medidas de protección recomendadas.

José Manuel Rosas, presidente de la Cofradía de Pescadores de Bueu y de la Federación Galega de Cofradías, explica que esta crisis afecta sobre todo por "a baixada de precios. Nos tres tamaños de polbo cos que traballamos, baixou en todos". Con esta crisis, el pulpo de más de dos kilogramos bajó dos euros, el de 2 a 2,5 kg, 1,5€, y el más pequeño, de 1 a 1,5 kilogramos, bajó un euro. "Se seguimos así non imos poder seguir saíndo ao mar", resaltó el patrón de Bueu, que achaca esta bajada al descenso de las ventas.

Además de esa abundante bajada de precios, que se estima que continúe, Rosas añade que "a xente ten moito medo e vai preferir quedarse na casa antes de saír ao mar e arriscarse".

"Chega un punto que non sabemos que decirlles aos nosos afiliados. Camiñamos en círculos e mentres non se cambie o decreto de cara ao noso sector, moitos estarán desamparados", explica Rosas, que destaca que "a pesca pon aí o seu gran de área para que os mercados non queden desabastecidos".

El buenense criticó que en el mar no se pueden tomar las medidas recomendadas por las autoridades sanitarias: "Traballamos en embarcacións pequenas e non podemos tomar medidas. Hai barcos de cinco metros dos que viven un par de familias, e se a media de tripulantes nesa embarcación La pesca, en alerta por los precios é de tres...".

"A xente do mar aos temporais poñémoslles a proa, e con isto non nos queda outra. O futuro está moi negro. Creo con seguridade que os sectores van a ir caendo pouco a pouco. O mercado non vai a tirar dos produtos e non se terá rendabilidade", remata Rosas.

Al contrario que la de Bueu, la Cofradía de San Gregorio de Raxó dejó de salir al mar desde prácticamente el inicio del estado de alarma. "A maioría da pesca de a flote está parada. É imposible saír a traballar, por non poder tomar medidas e polos precios do produto", explica Yago Tomé, uno de sus miembros.

Entre otros productos, el choco bajó de poco más de 7 euros el kilo a los 3 euros, mientras que las almejas, por ejemplo, salen a 2 euros el kilogramo.

"O problema non é a cantidade de peixe que collamos, que pode ser moito, senón que a xente non sae da casa e, polo tanto, non se vende", resalta Tomé, que considera que "un rodaballo ou un lenguado non é un produto habitual nunha dieta dunha familia".


EL MARISQUEO, EN RIESGO

Mariscadoras en la Ría de Pontevedra. JAVIER CERVERA-MERCADILLO (ADP)

Las mariscadoras piden el cese de actividad ante la falta de compradores

El cierre de restaurantes, el descenso de los precios y la falta de compradores son algunos de los factores que más han afectado al sector del mar y, en consecuencia, al marisqueo.

Con una caída de facturación superior al 77% el sector lucha por obtener el cese de actividad que les daría acceso a compensaciones económicas y que no se les ha concedido todavía por ser de primera necesidad. La decisión no entra en las competencias de la Consellería de Mar durante el estado de alarma y está en manos del Gobierno central.

"Hace un mes estuvimos cerrados por toxina y era mucho más fácil solicitarlo". "El mar lo cierras porque el producto es tóxico para la población, pero cuando es un problema de salud entre unos y otros, es más complejo", explica la patrona mayor de la Cofradía de Lourizán, María del Carmen Vázquez.

La falta de compradores es el principal problema. Un descenso causado en gran medida por el cierre de restaurantes, y es que la venta para consumo en hostelería es una de los principales salidas del marisco que se recoge. Un producto que, además de haber sufrido una reducción de precio, si no se vende vuelve al mar. "Es trabajo perdido". "Hay algunos sectores que lo pueden llevar bien, el pescado es necesario, pero hay otros que no somos tan primordiales en este momento como para que estemos abiertos", explica Vázquez. "¿Si no tienes venta a qué vamos al mar?".

La seguridad de los trabajadores es también una de las mayores preocupaciones del sector. "En los puntos de control se pueden juntar hasta seis personas" y cumplir las medidas de distanciamento es prácticamente imposible, destaca la patrona.

Este mes "desde la Ría de Pontevedra solicitamos el cierre por falta de compradores" pero ahora, cuando la situación parece prolongarse en el tiempo, el cese de actividad es la única opción para mantener a las familias a flote. Y es que, sin ese cese, no reciben ningún tipo de ayuda económica, explica María del Carmen. "Hay un gasto y no hay una ganancia". "Vivimos día a día, si vas a trabajar ganas y si no vas a trabajar, no".


INQUIETUD ENTRE LOS GANADEROS

Vacas en la Central Agropecuaria de Galicia en Silleda. DP

"É difícil dicir as perdas que imos ter, porque poden ser incalculables"

El cierre de la Central Agropecuaria de Galicia Abanca, situada en el recinto ferial silledense, supuso la paralización -cuando menos la mengua- de la actividad de compra y venta del ganado. Hasta ahora, los tratantes tenían una cita semanal para pujar por aquellos ejemplares que considerasen, para luego suministrar a las carnicerías, que a su vez venden los productos a los consumidores finales.

Sin embargo, el cierre de la central, sumado a la incipiente crisis económica provocada por la pandemia del coronavirus, está provocando que el sector ganadero decaiga, algo que, según cuenta el ganadero Carlos Neira Louzao, de la parroquia lalinense de Vilatuxe, puede desencadenar en el cierre de muchas explotaciones. "Nós non imos sentir agora a crise, senón máis adiante", cuenta Neira, que advierte de que "todos os pedidos están sendo anulados, hai firmas que xa pararon de matar".

De hecho, augura que las pérdidas económicas serán profundas. "Agora é dificil dicir as perdas que podemos ter, porque poden ser incalculables, dependendo do tempo que botemos cerrados", dice. "Isto vai ser malísimo", sentencia.

Neira Louzao explica que la semana pasada, pese al anuncio del estado de alarma, las ventas fueron muy buenas, e incluso más de lo habitual. Y es que la gente corrió en masa a los supermercados a hacerse con productos que pudiesen acumular en sus despensas y congeladores. "Un dos carniceiros que surto vendeu dous becerros o venres á mañá. E é que foi unha avalancha de xente de levar cousas dos supermercados", señala. Sin embargo, "compraron moito e agora a xente xa non sale, xa non hai aglomeración nos supermercados", añade.

Y esta baja demanda, sumada al cierre del espacio de intercambio comercial como es la Central Agropecuaria silledense, empuja todavía más las ventas hacia el precipicio. "Eu penso que imos perder moitos animais se isto non mellora. Eu falo cos responsables dos matadoiros e dinme que isto está para colapsar", indica el lalinense. Y es que cabe remarcar que aunque algunos animales, como "unha vaca de carne, pode botar dous ou tres meses sen ir ao matadoiro que non ten problema", otros se perderán si no se realiza en tiempo y forma la cadena de distribución.

Este es el caso de las vacas de leche, ya que los problemas en estos animales son comunes, como "mamitis ou unha torsión de panza", cuenta, "entón hai que sacalas". Y la tardanza en venderlas repercutirá en el precio de los ejemplares, que irá a la baja. "Isto vai facer que se vendan a un precio moi baixo porque non vai a haber onde colocar as vacas", explica.

La crisis del coronavirus también dejará su huella en el mercado de las vacas de lomos, aquella carne destinada a los restaurantes que ofrecen platos gourmet, que es un sector que "xa colapsou". "Hai xente que se dedica só a vacas de gourmet, de lomos bos, e eu penso que algunha empresa desas vai ter que pechar", asegura, ya que actualmente los locales están cerrados, y cuando reabran, "a xente tardará unha tempada en saír a cear por aí".

Pese a la incipiente crisis en el sector, el ganado porcino es el que menos se tambalea, de momento, pese al cierre de la frontera con Portugal, explica el lalinense, uno de los países con más demanda de carne de cerdo. De hecho, la Fundación Semana Verde informó este martes de que, ante el interés manifestado por parte del sector porcino para fijar precio semanal, la Central Agropecuaria de Galicia Abanca retomará de forma telemática las mesas de precios de porcino cebado y lechones.

De esta manera, las personas interesadas en la compra podrán contactar telefónicamente y a través de medios informáticos con los representantes de la producción y la distribución de porcino que participan de forma habitual para fijar las cotizaciones.


LOS TRACTORES, DE LA FINCA A LAS CALLES

Un agricultor utilizó su tractor para desinfectar Sanxenxo. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

Preocupación entre los agricultores por el estancamiento del sector

El campo ya no produce "como antes" a nivel general, tan solo se mantiene en sectores específicos. Así lo cuentan Carlos Pérez y Manuel Troncoso, dos agricultores de Sanxenxo que se dedican a la producción de aceite y vino, respectivamente, y que han visto ralentizada su actividad habitual ante el estado de alarma provocado por la crisis del coronavirus.

En el caso de Carlos, el aceite es un bien necesario en la dieta habitual de las personas, por lo que el trabajo en el campo continúa su curso, aunque de forma más lenta, ya que no es la única actividad económica que desempeña este agricultor. "Traballo no sector da empresa de obra pública, e tamén me dedico ás oliveiras e ás viñas", cuenta. En su caso, la actividad habitual a partir de la nueva situación se basa en el mantenimiento de los árboles para continuar produciendo aceite a un ritmo moderado, y al mantenimiento de las vides, en un sector completamente paralizado. Con esto coincide Manuel, quien se dedica a la producción de vino Albariño en una bodega de su propiedad. "Tenemos que seguir sobreviviendo porque el negocio es mío, pero ahora solo le dedicamos las tardes a los labores del campo", explica.

Con el cierre de los establecimientos hosteleros en esta zona turística, las ventas de vino han caído en picado. "La bodega ingresa cero euros ahora mismo, por eso solo hacemos trabajos de mantenimiento y no le dedicamos tanto tiempo como antes", explica.

MAQUINARIA. Ante el estancamiento que sufren sus respectivos sectores, Carlos y Manuel han decidido darle una nueva vida a su maquinaria, en beneficio de los vecinos de Sanxenxo. Es por ello que han puesto sus tractores a disposición del Concello para colaborar en las tareas de desinfección de las calles, algo que han accedido a hacer ellos mismos. "Aínda que no campo seguimos a traballar, dedicámoslle máis horas a isto porque consideramos que a vida das persoas é moito máis importante, e por iso estamos dispostos a sacarlle horas ao noso traballo", asegura Carlos.

Con su gesto ambos agricultores han querido mostrar la cara más solidaria del campo en tiempos de crisis y ahora recorren las parroquias del municipio desinfectando con una solución de cloro, agua y jabón aromático.

Sanxenxo. Desinfección por la mañana, campo por la tarde
Carlos Pérez y Manuel Troncoso, ambos agricultores voluntarios para la desinfección de las calles de Sanxenxo, comienzan su actividad a las 7.30 horas, hasta alrededor de las 12.00 horas. En ese tiempo recorren varias parroquias del concello. Comenzaron el pasado lunes en Portonovo, el martes estuvieron en el centro de Sanxenxo, y este miércoles fue el turno de Vilalonga y parte de A Revolta. "A previsión é continuar desinfectando todas as parroquias ata o venres", cuenta Carlos para quien lo más importante es "axudar aos veciños". Por la tarde, regresan a las labores del campo.

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