La Semana Santa se ha acabado técnicamente, salvo para algunos privilegiados, como los pontevedreses, que disfrutan de un último festivo, el cual, acompañado del buen tiempo puede proporcionar ocasión de disfrutar de una escapada memorable. Si la intención es encontrar el relax y el entretenimiento al aire libre, pero sin sufrir demasiado en la carretera, las proximidades de Pontevedra siguen contando con una larga lista de destinos en los que se puede agotar la última reserva de descanso.
La lista sería interminable si a los destinos más o menos cuidados por los concellos se sumasen todas las paradas que se pueden realizar en parajes de gran valor paisajístico repartidos por su interior.
La selección para este lunes de Pascua incluye un lugar que, en tiempos anteriores a la crisis sanitaria, era parada preferente para decenas de personas que acudían a la Romería das Cabezas: el Mosteiro de Meis. Este año no habrá evento religioso, pero es posible disfrutar del exterior de esta hermosa construcción y combinarlo con ocho kilómetros de caminata de la Ruta da Pedra e a Auga, entre Ribadumia y Meis.
Quienes quieran conocer un lugar muy cercano y que está siendo, cada vez más visitado pueden dedicar diez minutos en coche a ir a Vilaboa y descubrir As Salinas do Ulló. A la mayoría le encantan los cisnes que la habitan, aunque lo realmente impresionante es el sistema de secado de sal de finales del siglo XVII, la granja de los jesuitas y los restos del molino de mareas que alberga este espacio.
Seguir hasta el final de la ría puede permitir hacer la ruta inversa, desde el puente de Rande hasta la nave de Pontesa, en Ponte Sampaio, observando las grandes joyas de la arquitectura industrial e ingeniería del siglo pasado: desde el puente de Rande, hasta los viaductos del tren, en Redondela y en Arcade.
También Caldas, con su fervenza del Segade; Barro, con el conjunto de A Barosa o Moaña, con el reducto de Poza da Moura pueden servir para colocar el último sello del particular pasaporte de estas vacaciones en las que los viajes permitidos han sido dentro del territorio autonómico.
La Fervenza de Barosa, en Barro, ofrece todo lo que se puede pedir a un día de relax: un merendero, un parque, un paseo por un conjunto de molinos perfectamente restaurado, su propia ruta de senderismo, y, ahora, también un banquito para disfrutar de las vistas. Se accede desde la N-550 y hay cerca un tramo del Camiño de Santiago.
Su recorrido (cerca de la N-550, Paredes) no solo permite ponerse en forma sino también recorrer los muros de la industria que regentaban los jesuitas en el siglo XVII para producir sal para toda la provincia.
La fábrica de luz y la fervenza son el icono más visible de una ruta que permite ir desde la carballeira y jardines de Caldas, o ver el puente romano, aguas arriba.. Perfecta para volver y completar la tarde en la villa termal.
El lunes de Pascua se celebra en el monasterio de Meis la romería das Cabezas, pero este año, por la pandemia, no será así. El monasterio es uno de los reclamos de esta ruta, de ocho kilómetros, al borde del río Armenteira.
A este reducto de mansedumbre se accede desde el vial que conduce al campo de golf de Domaio: destaca por su aspecto idílico y también por ser un punto desde el que se puede apreciar la actividad de la ría de Vigo. Se puede combinar con una visita al paseo marítimo de Moaña o seguir hacia la Mámoa do Rei, en Chan de Castiñeiras, Vilaboa.
Rande, el exterior del museo Mirande (cerrado hoy), el muelle de Wolframio, los puentes del tren en Redondela, el Multiusos de Arcade y Pontesa, en PonteSampaio, ilustran un plan lleno de joyas arquitectónicas y de ingeniería.