Ser padre: una experiencia única

Cinco pontevedreses con situaciones diversas relatan su experiencia con la paternidad ► Pese a las diferencias, todos coinciden: "Te cambia la vida"
Rafa Córdoba, sus hijas y su nieto. DP
photo_camera Rafa Córdoba, sus hijas y su nieto. DP

Su carácter comercial provoca que muchos renieguen de esta fecha, pero, con o sin regalos de por medio, es (casi) imposible que el Día del Padre pase desapercibido.

También es una ocasión para abordar una experiencia vital que siempre es única y personal. Así lo hacen en estas páginas cinco padres de Pontevedra con circunstancias muy diversas: Arturo Beloso trabaja desde hace tres años en Francia y solo puede ver a sus dos hijos cada tres meses; Raúl Martínez debutó en la paternidad a los 34 años y volvió a repetir cumplidos los 50 con la misma ilusión pero distintas preocupaciones; Xurxo Cobelas es padre de tres hijos y sabe que con una familia numerosa no se descansa nunca; Damián Sierra se estrenó hace solo nueve meses y ya conoce lo que es el miedo a hacerlo mal y, por último, Rafa Córdoba, que tuvo que afrontar la enfermedad y la muerte de su esposa al tiempo que criaba a sus tres hijas, todavía en edad escolar, y para quien la adolescencia no tiene secretos.

Todos ellos afrontan o han afrontado la paternidad condicionados por sus circunstancias, pero todos coinciden en un mismo sentimiento: "Ser padre te cambia la vida" porque cuando tienes hijos ellos son la prioridad. "Todo se hace por y para ellos".

Arturo Beloso, padre que trabaja en el extranjero: "Todo el esfuerzo es por el futuro de mis hijos"

Desde hace tres años Arturo Beloso trabaja en Francia y sus colonias para una empresa de energías renovables y solo puede ver a sus hijos, Noa, de nueve años, y Lucas, de cinco, cada tres meses.

Arturo y sus hijos, Noa y Lucas. DP
Arturo y sus hijos, Noa y Lucas. DP

"Es mucho tiempo. Al ser pequeños notas los cambios, ves que se van haciendo mayores. Son cosas que te pierdes. Es el precio que tienes que pagar para mejorar las condiciones económicas", explica, desde Amiens, Arturo, que ya cuenta los días que faltan para Semana Santa. Será entonces cuando podrá volver a casa y estar con sus hijos y su mujer , Carolina, durante dos semanas.

Los reencuentros, "siempre por sorpresa", son únicos. "Al principio, como Lucas era pequeñito, era Noa la que más se alegraba y se ilusionaba. Ahora Noa, sin llegar a acostumbrarse, lo tiene más asumido y lo entiende; el que sufre más la separación y disfruta más el reencuentro es Lucas. Ya tiene noción del tiempo y sufre mucho más cuando me voy", explica Arturo. Las videollamadas, "como mínimo dos veces por semana", intentan hacer que la espera no se haga tan larga.

"Lo más difícil de ser padre es educar y acertar. Nadie te educa para ser padre. Te enseña la vida"

Respecto a la paternidad, Arturo asegura que lo cambió "todo". "Cambias la escala de valores de la vida. Cuando no tienes niños te crees que hay cosas importantes y después te das cuenta de que no lo son tanto. Al final los niños están por delante de todo. Este esfuerzo que estoy haciendo es por ellos, para garantizarles un futuro sin sobresaltos, que puedan tener lo que necesitan y que puedan estudiar lo que quieran y donde quieran -subraya-. Me pierdo cosas, sí, pero también es verdad que el tiempo que estoy con ellos es tiempo de calidad. Antes, estando en casa, por horarios tampoco los veía tanto. Sí echo de menos las mañanas que los dejaba en el colegio o los fines de semana, que es cuando noto más que estoy fuera".

Al margen de la distancia que imponen las circunstancias actuales, Arturo considera que lo más difícil de la paternidad "cuando eres padre primerizo es acostumbrarse, porque el cambio es muy fuerte, empezando por el hecho de que pasas de dormir a no dormir", recuerda con humor.

"Después, te cambia todo -insiste-. Yo me volví más cariñoso, más tierno, ellos me cambiaron en ese sentido. También haces esfuerzos que antes eran impensables, comes cosas que no te gustaban para que las coman ellos...".

Una vez te acostumbras a los nuevos hábitos, las dificultades cambian: "Después lo más difícil es educar y acertar. Nadie te educa para ser padre. Te enseña la vida, vas haciendo acierto-error. A veces tienes una idea de cómo quieres educar a tus hijos pero siempre está la duda de si lo estarás haciendo bien".

Sobre lo mejor de ser padre, no tiene dudas: "Que te devuelvan el cariño. Los niños no mienten, se les nota en la cara lo que sienten. Yo a veces tengo dudas de si acerté con la decisión de estar fuera, de si lo entenderán o si sentirán que los abandoné. Cuando llego a casa y veo la cara que tienen es lo más bonito. No tiene precio".

"Solo espero que sepan que todo lo que hice, acertando o no, fue por su bien. Que todo el esfuerzo es por ellos, el mío, que es estar fuera, y el de mi mujer, que es el esfuerzo verdadero porque ella sigue trabajando y se hace cargo de ella sola", concluye Arturo.

Raúl Martínez, padre a los 34 y a los 50: "Me gustaría estar con fuerzas cuando mi hija tenga 18 años"

Raúl Martínez se estrenó en la paternidad a los 34 años. Lo hizo con Sergio, que ahora tiene 21. Dieciséis años después, cumplidos ya los 50 y fruto de un segundo matrimonio tras quedarse viudo, nació Daniela, que en abril cumplirá cinco años. A la diferencia de edad entre una paternidad y otra, hay que añadirle una "circunstancia especial": "Mi primer hijo es adoptado y vino aquí con tres años -explica Raúl-. Por lo que yo la primera etapa que viví con mi hija, hasta los tres años, con el mayor no la viví y fue una cosa muy bonita".

Raúl, Sergio y Daniela. DP
Raúl, Sergio y Daniela. DP

No obstante, insiste, "tanto una como otra son experiencias magníficas". "Con mi primer hijo, las ganas de ser padre eran muy grandes. Fuimos a buscarlo a 17.000 kilómetros, a Birobidzhán, en Rusia. Y con mi hija pequeña me coincidió la prejubilación y puedo disfrutar de ella mucho más -precisa-. Los hijos te dan muchas satisfacciones y alegrías y, evidentemente, preocupaciones y disgustos, pero yo siempre digo que va todo en el mismo pack", recalca.

"Yo soy un devoto de la familia y los deseos de ser padre siempre los tuve. No ser padre no habría sido un fracaso, pero una decepción posiblemente sí", asegura Raúl al tiempo que reconoce que la paternidad le cambió la vida.

"Alcanzas otro nivel y ves la vida de otra forma. En vez de vivir para ti y para tu mujer tienes que vivir para los hijos. Te cambia la perspectiva y las preocupaciones. Cuando no tienes hijos lo que te preocupa es tu vida, tu salud, tu pareja y poco más. Después empiezas a ver la vida a medio y largo plazo. Por ejemplo, yo lo que tenía que haber viajado, que viajé mucho, ya lo hice. Ahora mi mayor preocupación es que tengo una hija de cinco años y cuando ella tenga 18 años y yo 68 me gustaría estar en plenitud de facultades, tanto físicas como mentales, para poder darle a ella lo mismo que le di al hermano".

"Cuando mi hija tenga 18 años yo tendré 68 y querría darle a ella lo mismo que le di a su hermano"

Pero ¿cómo se lleva la paternidad después de los 50? "!Se lleva bien, pero con las típicas preocupaciones porque -reitera Raúl- tengo 55 años y cuando mi hija tenga 18 yo voy a tener 68. Entonces, aunque yo no soy una persona obsesiva, sí que me preocupa si cuando llegue ese momento voy a estar preparado y con fuerzas, porque somos personas y la paciencia no es la misma ahora que con 30 o 40 años. Son cosas que a veces te vienen a la cabeza", reconoce Raúl.

De momento toca seguir disfrutando de las ocurrencias de Daniela. "Es una alegría. Es muy inquieta y llena todas las partes de la casa. No hay un momento de tranquilidad. Ahora está en una etapa muy graciosa y pregunta por todo -cuenta Raúl-. No me rejuvenece, pero sí me mantiene activo. Yo ya lo soy, me gusta hacer cosas. De hecho, me sigo levantando a las 6.30, la misma hora que cuando trabajaba, pero con ella no puedes estar cansado porque ella no entiende tu cansancio. Tienes que estar permanentemente dando el callo". 

Xurxo Cobelas, padre de familia numerosa: "Ser padre es lo mejor del mundo, no hay nada igual"

Xurxo Cobelas creció en el seno de una familia de cuatro hermanos y siempre tuvo claro que él quería ser padre, a poder ser, de muchos hijos. Al final, se quedó en tres -Mara, de nueve años; Vega, de siete, y Enzo, de seis-, que lo han convertido en "el hombre más feliz del mundo". Eso sí, ser padre de familia numerosa supone "no descansar nunca". "Es un poco locura. Siempre estas pendiente de alguno de ellos", afirma este profesor ourensano residente en Poio.

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Xurxo Cobelas y sus hijos, Vega, Mara y Enzo. DP

En su vida hay un antes y un después de ser padre. "La paternidad me cambió en todo. Sobre todo cambió mi punto de vista. Pasas de centrarte en ti mismo a centrarte solo en tus hijos. Haces todo para ellos", afirma Xurxo, de 45 años, quien asegura que ahora también entiende más a sus progenitores.

"Hay cosas que hacían y no sabías muy bien por qué las hacían y ahora, al ser padre, te das cuenta de que todo se hace por el bien de los hijos, pensando en su futuro y en que estén bien", recalca.

"Con tres hijos no descansas nunca, siempre estás pendiente de alguno de ellos"

No obstante, con nueve años de experiencia en el difícil mundo de la paternidad y tres hijos, su manera de ‘ser padre’ también ha ido variando.

"Cambia totalmente -subraya-. Aunque siempre intentas hacerlo lo mejor posible, con el primer hijo partes de la inexperiencia y la dedicación es demasiada. Con el segundo ya te relajas porque tienes la experiencia del primero y, con el tercero, se dice eso de que ‘se crían solos’ y realmente es un poco cierto. Por ejemplo, nosotros, con Enzo, el pequeñito, no nos dimos cuenta de cuando empezaba a caminar porque se iba agarrando a las cosas y de repente lo vimos caminando por casa. Va cambiando la perspectiva y es mejor así porque el principio es horrible. Estás con mucho miedo y todo el mundo te dice y te aconseja. Yo prefiero aprender por mí mismo, por eso no me gusta dar consejos".

Pese a las dificultades, para Xurxo ser padre es "lo mejor del mundo". "No hay nada comparable. Independientemente de todo lo material que puedas tener en tu vida, lo que es realmente tuyo son tus hijos: porque llevan tu sangre, porque se parecen a ti, porque hacen cosas que tú haces... Sí, es cierto que te dan trabajo, pero es lo mejor que te puede pasar en la vida. Con hijos relativizas todo mucho más. Si te pasa algo negativo en el trabajo, llegas a casa, ves a tus hijos y te olvidas. Ellos son los que te dan alegría. Para mí lo más importante es que sean felices, más allá del colegio, de las notas...", recalca.

Siendo padre y profe "por vocación", a Xurxo, un apasionado de los niños, no le resulta fácil ponerle un ‘pero’ a la paternidad. "Quizás lo peor es que pierdes la independencia que tenías antes para tus aficiones. El tiempo para ti se acaba", señala.

En cuanto a las mayores dificultades, para él lo más complicado es "gestionar las emociones" de sus hijos. "Me resulta difícil intentar ser ecuánime con los tres. Es cierto que no tienes preferencias, pero es difícil que ellos perciban que los tres son iguales para ti. A mí también me cuesta ser duro y decir que no, pero no les puedes dejar hacer todo. En mi casa soy el ‘poli bueno’. Los veo llorar y me duele. Siempre intento mediar entre mi mujer, Fátima, que lo hace genial, y mis hijos", confiesa.

Al igual que él piensa que su padre es "la mejor persona del mundo", a Xurxo le gustaría que sus tres retoños en un futuro pensasen lo mismo de él: "Me gustaría que dijeran que soy una buena persona y que estuve con ellos en todo momento. Aunque sea de forma inconsciente lo que te inculcan tus padres siempre lo transmites. Yo intento darles cariño. En el cole también lo hago, soy un poco padre".

Damián Sierra, padre primerizo: "Teño medo a non saber facelo ou a facelo mal"

Damián Sierra tiene 33 años y se estrenó en la paternidad el pasado 7 de junio. Aunque siempre tuvo claro que quería ser padre, nunca se había planteado cómo sería la experiencia ni en qué medida afectaría a su manera de vivir y de pensar. Desde hace nueve meses, cuando la pequeña Ivana llegó a su vida, tiene claro que la paternidad lo cambia todo.

Damián e Ivana. DP
Damián e Ivana. DP

"Supón unha responsabilidade moi grande porque tes outra persoa ao teu cargo que depende completamente de ti. Tamén tes máis compañía e esperta en ti un cariño moi grande", explica este electricista afincado en Portas. "A túa filla pasa a ser o centro. Xa non te podes permitir caprichos como cando eras unha persoa soa, agora tes que pensar en máis persoas", añade.

A lo largo de estos nueve meses, Ivana ha sido una fuente de alegría para Damián y su pareja, Leticia, pero también de miedos y preocupaciones. "Como aínda non fala, o máis difícil é saber o que lle pasa cando chora. Non sabes se chora porque ten fame, se o fai porque lle doe algo... e non sabes o que lle tes que facer", cuenta Damián, que reconoce la sensación de impotencia que le genera ver llorar a su hija.

"Cando está enferma é complicado. Estivo algunha vez con febre e é duro non saber como calmala nin que facerlle para que estea ben", recalca este padre primerizo.

"Como aínda non fala, o máis difícil é saber o que lle pasa cando chora"

El temor a "non saber facelo ou a facelo mal" es una de las cosas que vinieron de mano de la paternidad. "Teño medo a non saber reaccionar se pasa algo. Son cousas que sinto desde que naceu ela", señala. 

El nacimiento de Ivana también ha influido en la manera de percibir y entender la relación con sus propios progenitores. "Esas cousas que che din de ‘xa o entenderás cando sexas pai’ agora doume de conta de que son certas", afirma.

Pero al margen de los temores y las dudas, si por algo destaca el día a día con Ivana es por el amor que transmite: "Sen dúbida, o mellor é sentir o cariño e o afecto que profesa hacia a ti. Un cariño sincero, sen interese ningún. Por suposto, un cariño mutuo".

Aunque para él la aventura de la paternidad apenas acaba de empezar y todavía le queda mucho camino por delante, Damián ya tiene alguna meta respecto al legado inmaterial que le quiere transmitir a su hija: "Gustaríame que dixese que eu me portei ben con ela e que lle ensinei o que custa ganar a vida para unha persoa obreira e a saber moverse para defenderse ela soa".

"Por moito que cha conten, a experiencia da paternidade hai que vivila"

A la hora de valorar sus primeros meses como padre, Damián insiste en que es una experiencia "para vivila". "Por moito que cha conten, non é como vivila nas túas propias carnes. Aínda que no noso caso contamos con moita axuda de avós e outros familiares, sempre tes ese pensamento de non saber se o vas facer ben, se vai haber problemas. Supoño que cando tes máis práctica xa é distinto, mentres non sabes estás con moito coidado", precisa.

Aunque todavía es muy pronto para planteárselo, la posibilidad de repetir ya se perfila en el horizonte. "Non me importaría", afirma Damián sin dudarlo. De momento, toca celebrar su primer 19 de marzo como padre.

Rafa Córdoba, padre viudo: "Yo tuve que ser poli bueno y poli malo a la vez"

A Rafa Córdoba le cambió la vida de la noche a la mañana cuando a su mujer le detectaron un cáncer de mama con metástasis que, como le dijeron los médicos tras una operación de urgencia, la abocaba a un "futuro corto y malísimo".

Empezaron así "tres años de martirio" en los que Rafa tuvo que cuidar a su esposa y al mismo tiempo encargarse de sus tres hijas, Sandra, Laura y Victoria, todavía muy pequeñas.

Rafa, profesor de profesión, tuvo que echar mano del humor, su seña de identidad, y de las "mentiras piadosas" para que el tormento por el que estaba pasando no hiciese mella en sus hijas.

"A la hora de educar a mis tres hijas traté de amalgamar cuatro chillidos con cuatro caricias"

"Con 40 y pocos años nunca piensas que de un viernes para un lunes tu vida va a cambiar. La persona que está enferma pasa a ser un hijo más y necesita que dupliques energías. Tienes que hacer la cena, ir a los cumples, poner buena cara... Cuando perdió el pelo yo también me lo corté y procuraba que siempre que venía la ambulancia la pequeñita no estuviera en casa", recuerda Rafa, que ahora tiene 60 años. 

El humor siguió siendo también su principal arma tras el fallecimiento de su mujer, hace 14 años. Entonces sus hijas tenían 16, 13 y 7 años. "Era acabar la adolescencia de una y empezar con otra. Como soy profesor estaba acostumbrado a pelear con adolescentes. Se me pasó el tiempo coordinando y educando. Cuando estás en pareja hay poli bueno y poli malo. En este caso, yo tuve que ser los dos a la vez y amalgamar cuatro chillidos con cuatro caricias. No hay catecismo que valga para educar, cada persona es un mundo", explica Rafa.

Además del humor, también se valió de la generosidad, el cariño y una paciencia infinita, "que con adolescentes nunca es suficiente", para gestionar los problemas del día a día ("el teléfono, internet, los horarios, las pandillas...").

"Iba a llevarlas y a buscarlas a cualquier sitio: a Sanxenxo o a Bueu a las cuatro de la mañana o cuando hiciera falta, a Santiago o a Ourense cuando estudiaban...", cuenta al tiempo que reconoce que sus hijas le "ayudaron mucho".

"Era acabar la adolescencia de una y empezar la de otra"

"Pusieron mucho de su parte. No se ampararon en la enfermedad de su madre para ponérmelo difícil. Tratamos de reírnos entre nosotros para llevarlo lo menos mal posible. La vida es muy sabia y en cuanto una fue un poco madura fue actuando con las demás, sobre todo en la gestión de las emociones para poner un poco de color", señala.

En palabras de Laura, su hija mediana, Rafa lo fue "todo". "Fue padre, madre y cuidador porque éramos las tres muy pequeñas. Él lo hizo muy bien porque se dejó llevar por lo que él pensaba, por su forma de educar y, aunque está feo decirlo, le salió muy bien", afirma la joven, de 27 años, entre risas.

Laura también destaca la generosidad de su padre. "Ahora que somos más mayores le dejamos tiempo para él, pero durante muchos años estuvo entregado a nosotros. Se tenía que dividir en tres porque todas queríamos su atención. Fue y es un padrazo", afirma Laura, que todavía recuerda cuando después de una noche de marcha en la que siempre iba a buscarlas las despertaba con un megáfono.

"El humor en nuestra vida ha sido fundamental. No nos hemos criado regocijándonos en la pena. Yo le estoy eternamente agradecida".

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