La ciudad de Pontevedra se ha convertido en un referente internacional en cuanto a sostenibilidad y habitabilidad se refiere. Galardones como el "Premio Internacional de Dubái", concedido por la ONU en 2015, o el "Premio a la Seguridad Urbana de la Unión Europea", de 2020, han reconocido los esfuerzos de esta ciudad en tema de ecología e intervenciones urbanas. Muchas ciudades europeas se inspiran ahora en la localidad gallega para transformar sus centros urbanos en lugares más sostenibles: estas también quieren que la movilidad, la seguridad en las calles y el transporte sostenible formen parte de sus agendas.
Pontevedra, una ciudad pensada para las personas
Si Pontevedra ha logrado convertirse en un ejemplo de sostenibilidad urbana, es porque ha priorizado la calidad de vida de los pontevedreses. En los últimos años, en la ciudad se han tomado numerosas medidas destinadas a hacer Pontevedra más habitable. Sirvan como ejemplo la peatonalización del centro histórico, la ampliación de las aceras, la limitación de la velocidad a 30 km/h o la construcción de sendas para ciclistas, por un lado, y por otro las mejoras en la gestión de los residuos y la recuperación de los entornos degradados.
La población de Pontevedra ha crecido al ritmo de un 0,6 % desde 1999. Sin embargo, al contrario que en otras ciudades en expansión, se ha promovido una gestión urbanística pensada para favorecer un modelo de ciudad compacto. Así, la actividad comercial se circunscribe casi por completo a la almendra central, y los nuevos barrios están conectados con el centro a través de sendas peatonales y ciclistas o mediante el transporte público. Como resultado, solo el 9% de los vehículos entra en el centro, y se ha logrado reducir las emisiones de CO2 en un 67%.
El plan de Movilidad Sostenible de Pontevedra
En este contexto de reducción de los desplazamientos en vehículos de motor, y ante la ley de Cambio Climático y Transición Ecológica, Pontevedra se plantea un nuevo Plan de Movilidad Urbana Sostenible. Este contempla la creación de casi 500 hectáreas de zonas de tráfico reducido y la progresiva ampliación de espacios preferentemente peatonales. También está prevista la instalación de medidores de emisiones por toda la ciudad, para verificar la calidad del aire, y el centro de Pontevedra será zona de bajas emisiones. El objetivo de estas medidas es reducir el tráfico innecesario, eliminando la necesidad de cobrar peajes o restringir el acceso a vehículos contaminantes.
La movilidad urbana pontevedresa, de esta manera, da un paso adelante para seguir mejorando los parámetros de calidad medioambiental. En este escenario, es previsible que los vehículos de movilidad personal sigan ganando adeptos, más concretamente las bicicletas. Con una ciudad en expansión, donde las distancias son cada vez mayores, es necesario contar con un medio de transporte suficientemente ágil. Y las bicicletas de carretera parecen ser la respuesta obvia. Por un lado, porque la ciudad ya cuenta con una amplia red de sendas ciclistas. Por otro, porque también la Xunta está apostando por proyectos en esta línea. Sirva como ejemplo la transformación de la carretera PO-546, que conecta Pontevedra con Marín.
El modelo urbano de la ciudad afronta una nueva transición
Pontevedra sigue avanzando en sostenibilidad y humanización. La llegada de fondos europeos posibilitará la renaturalización del Gafos y otras riveras fluviales, así como un mejor control de los recursos hídricos, permitirá impulsar el uso de energías renovables y servirá para mejorar la movilidad en la ciudad y su entorno sin necesidad de recurrir al coche. Para ello, se realizarán actuaciones en A Santiña, Barcelos, Mollavao o Montecelo, entre otros, para dar más protagonismo a los peatones. Y, al mismo tiempo, se llevarán a cabo mejoras en las conexiones con O Pontillón, Barro y Marín, para vertebrar un desarrollo turístico más sostenible mediante la construcción de vías verdes y paseos peatonales.
