David Mackenzie, Premio Galicia de Lengua: ''La solución del gallego no es legislar''

El británico David Mackenzie, agente difusor de la lengua, la literatura y la cultura de Galicia y catedrático de Estudios Gallegos en el mundo anglófono, opina que la solución de futuro de una lengua no es legislar y pide más atención a la parte oral y menos a la norma, que es "abstracta". Su compromiso mereció uno de los ocho Premios de la Cultura 2014 que concede la Xunta, el de Lengua en este caso. Este docente, un referente en su campo, cree que todavía queda mucho por hacer para que al gallego no le ocurra lo mismo que al gaélico, que trata de resurgir de sus cenizas.

Sostiene Mackenzie que el gallego tendría que ir encaminado hacia la situación en la que se encuentra el catalán, mucho más potente, o el vasco, que, aunque lo tiene más difícil, se siente "con más fuerza". Para ello, "la solución no es legislar", abunda este residente en Compostela en una entrevista con EFE, y su opinión es que -en el caso de la lengua gallega- la atención se reduce a la normativa, que es "un invento, una construcción, una amalgama, una especie de mezcolanza de todas las variantes para hacer una lengua común".

Las clases políticas frente al idioma

Lamenta que las clases gobernantes no entiendan esta base y no se den cuenta de que la lengua que pesa en un ser humano es aquella en la que cada uno habla, mientras que la escrita es simplemente un compromiso. Aunque se trabaje por un "gallego estándar" sobre papel, lo cierto es que no existe. "Intentan hacerlo y fallan, fallan estrepitosamente", incluso al incluir "barbaridades" sin sentido y que nadie usa, solo con el fin de intentar "captar" a los lusistas.

Este profesor emérito, galardonado en 1994 con el Pedrón de Honor, no duda en mostrar su preocupación sobre la situación actual del gallego y dice que las políticas lingüísticas no son las adecuadas, ya que observa que el gallego y el castellano no conviven en igualdad de condiciones, a pesar del afán de las autoridades en afirmar que esto es así.

"Mienten", incide David Mackenzie, autor en Oxford de la tesis sobre El Tumbo de Santa María de Iria. Descripción y traducción, quien además apunta que "es deliberado que este gobierno no quiere promocionar el gallego" y achaca este hecho a la falta de valentía para proclamar que "la lengua oficial es el gallego".

A su juicio, el Gobierno del Partido Popular fue el que más daño le hizo a la lengua gallega, y en este sentido confiesa que sus votantes, de derechas y españolistas, coruñeses y vigueses, "son una batalla perdida", pero no así los jóvenes o los niños de hoy, por lo que hay que focalizar en ellos todo el esfuerzo.

El gallego, ¿en peligro de extinción?

Mackenzie aboga por inculcar el idioma desde el primer año de escolarización de los estudiantes hasta entrar en la universidad e implora un mayor compromiso social e institucional, ya que dice que solo una cierta elite gallega es consciente de este problema, mientras a la otra parte "no le preocupa para nada". Ante este panorama, Mackenzie no se atreve a poner una fecha para la muerte del gallego, pero sí a decir que éste no es el camino, ya que, fuera de España, "ni nos ven ni saben dónde está Galicia".

Pese a que se define como "pesimista" y vaticina que el proceso de decaimiento del gallego está muy avanzado como para solucionarlo con una varita mágica, añade que puede que no sea del todo tarde, "si hay un Gobierno y una voluntad de hacer algo", dos elementos claves para que esa realidad, por ahora imaginativa, sea tangible.

Este profesor, tras su jubilación en Irlanda, decidió instalarse en Galicia para entregarse en cuerpo y alma a un idioma con el que sintió un "'feeling' especial".

El detonante de Mackenzie para estudiar gallego lo tuvo en Madrid, donde conoció al orensano Xosé Ramón Fernández-Oxea, un maestro e investigador más conocido como Ben-Cho-Shey, y a los hermanos López Facal, personas todas ellas comprometidas con la lengua y la cultura gallega. Ben-Cho-Shey estaba siempre en el Centro Gallego de Madrid, rememora Mackenzie, quien añade que "al principio dudaba de él. Decía, 'joder, ese tío qué querrá'. Pero luego aprendí que era una buenísima persona, que se preocupaba por la juventud y nos inculcaba el gallego. Los gallegos no lo necesitaban, pero yo sí".

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