"En realidad yo no decido hacer este documental, lo decide él", revela el realizador César Martínez Herrada sobre el origen de La importancia de llamarse Ernesto y la gilipollez de llamarse Eric, el film que este viernes se proyectó en el Teatro Principal de Pontevedra. "Fue un reto que Eric me plantea la misma noche que le conozco en su bar en Granada: había que hacer una película sobre su historia".
Eric es Eric Jiménez, batería de los grupos Lagartija Nick y Los Planetas, así como de un disco capital de la historia reciente de la música española, Omega (1995), de Enrique Morente. Él ya tenía publicados dos libros de carácter autobiográfico, Cuatro millones de golpes (Plaza & Janés, 2017) y Viaje al centro de mi cerebro (Plaza & Janés, 2021), donde había desvelado pasajes de una vida dura y anécdotas como que empezó a tocar la batería como miembro de Falange. "Durante estos 40 años he golpeado la batería como la vida me ha golpeado a mí, con todas sus fuerzas", decía en la promoción de su primer libro.
Eric Jiménez: Me gusta probar en disciplinas de las que no tengo ni idea. Porque soy un curioso y me encanta meterme en camisas de once varas
"Me gusta probar en disciplinas de las que no tengo ni idea, ya ves", comentaba en Pontevedra sobre sus experiencias en la escritura y en el cine. "Me metí a tocar la batería sin saber cómo iba lo de tocar la batería. Me metí a hacer los libros porque no tenía ni idea de escribir. Y ahora me meto en esto del cine porque soy un curioso y me encanta meterme en camisas de once varas".
Jiménez se confiesa muy contento con el resultado del film, del que certifica que respira verdad. "No hay ni una puta mentira ni en los libros ni en el documental. La gente es tan cabrona que si hubiese una sola ya me habrían crucificado en las redes sociales. Te digo más: de todas las aberraciones hay testigos". Habla de aberraciones medio en broma medio en serio, pero es evidente que uno de los valores de la película es precisamente documentar que detrás del brillo del escenario puede haber oscuridad. "Os creéis que hay luz, pero lo que hay es un pozo de oscuridad, aunque en mi caso sea divertido. También te digo que es así porque estoy en formato buen rollo. El día que me cabree de verdad te lo garantizo: lo reviento todo", remata.
César Martínez Herrada: Había que hacer una película con su historia. El resultado es una mezcla de emoción y humor negro al ritmo de los golpes que él le mete a la batería
"Yo le conocía como músico, pero cuando empecé a conocerle como persona, estuve de acuerdo con él: había que hacer una película", explica Martínez Herrada. No teníamos delante un blockbuster, pero sí un documental".
El resultado, La importancia de llamarse Ernesto y la gilipollez de llamarse Eric, recibió el premio del público en el Festival de Cine Documental Musical de San Sebastián Dock of the Bay. "Para mí ha sido apasionante", reconoce el realizador. "Es un trabajo que mezcla emoción y humor negro al ritmo de los golpes que él le mete a la batería".
Este es el cuarto documental musical del cineasta, que ya había trabajado antes, por ejemplo, con la figura de Javier Ruibal. "El documental musical es un género que está en auge", reconoce. "Y este año hay una buena terna". El film sobre Eric Jiménez coincide con otros dos documentales musicales en las salas: Esta ambición desmedida, sobre la última gira de C. Tangana, Semilla de son, sobre la relación de Santiago Auserón y la música cubana.