Jabois confiesa que buscó que su libro sobre el 11-M fuese muy leído, pero sin caer en el morbo

En 'Nos vemos en esta vida o en la otra' relata la acción que precedió a los peores atentados de España y la implicación en la tragedia de 'el Gitanillo', el único condenado menor de edad

El periodista Manuel Jabois, inmerso en la promoción de Nos vemos en esta vida o en la otra, aunque bastante reticente a ella, afirma que con su último libro no buscó "morbo" pero sí que atendió a "aspectos comerciales" y no tiene "complejo" en afirmar que le interesaba que "fuese muy leído". "Parece que suena mal así dicho" —argumenta en una entrevista en Santiago— "pero pude haberlo hecho más farragoso y hubo nombres que quité, bien por sugerencia de la editorial o bien por decisión mía porque había un momento en el que el libro se hacía ininteligible incluso para mí".

El autor relata la acción que precedió al 11-M y la implicación en la misma del primer condenado, único menor de edad, por los atentados, Gabriel Montoya, conocido como 'Baby' y apodado por la policía como 'el Gitanillo', porque entiende que focalizarlo en él sirvió "para hacerlo más sencillo" dado que "el 11-M fue muchísimo más complejo" de lo que narra en esta obra. "No es el 11-M para niños" —aclara— "pero es una subtrama del 11-M que tampoco consiste en la elaboración de los atentados, ni en la preparación de los mismos; todos esos aspectos los toco tangencialmente y para que el relato tenga su estructura, y no tengo ningún complejo en decir que a mí me interesaba que este libro fuese muy leído".


"Si el lector no entiende dónde están los buenos y dónde están los malos en este libro el que tiene un problema es el lector, no yo"


Por otro lado, Jabois entiende que este testimonio genere desconfianza en cuanto a posibles intenciones ocultas porque, al fin y al cabo, el protagonista "es de los malos", pero después de comprobar que "no es una exculpación general" ni esconde intenciones de convertirlo en "su portavoz oficial para pedir perdón a nadie y presentarse como un personaje víctima del sistema o de las malas amistades", considera "que la historia debe ser contada". "Todo esto parte de un pacto claro en el que yo le dije que no lo iba a convertir en una especie de héroe juvenil cuyo destino se tuerce durante un momento y luego se redime, así que ni pide perdón ni se desvincula excesivamente de los atentados", añade al hilo de lo anterior haciendo referencia a Gabriel Montoya.

En cuanto al estilo, se decanta por apartarse de las columnas de opinión, que asiduamente publica, y se inclina por un relato distanciado, tanto del condenado y los implicados como de las víctimas, porque sobreentiende que el lector sabe que él está con los afectados por el terrorismo y pese a algunas críticas que ha recibido por esa neutralidad. "Utilizo el estilo que yo creo que más se acerca a lo que debe ser un reportaje" —el libro está narrado bajo este género periodístico— "porque siempre confío en la inteligencia del lector y si el lector no entiende dónde están los buenos y dónde están los malos en este libro el que tiene un problema es el lector, no lo tengo yo".


"Yo vi un thriller real con un fondo dramático, que es la tragedia de los peores atentados de España"


Confiesa que la escritura que más trabaja cuando maneja gran cantidad de información es "la más transparente posible" y que "este libro no tiene opinión porque no puede tener opinión", ya que entiende que si explicase de qué lado está la gente podría pensar "qué clase de ideas tendrá éste en la cabeza para tener que aclarar que está con las víctimas". "Al ser mucha información tuve que cribar y alguna cosa se quedó fuera para mi desgracia porque soy un desastre organizativamente" —explica comparando su casa con la de John Nash en Una mente maravillosa mientras escribía el reportaje— "y finalmente se quedaron cosas fuera pero lo que me interesó desde el primer momento es hacerlo muy digerible, llenarlo de acción".

"Yo vi un thriller real con un fondo dramático, que es la tragedia de los peores atentados de España, pero esto es lo que pasaba en Avilés, entonces para qué voy a meter literatura perfumada o mis reflexiones", remata mientras bebe una cerveza.

Y es que las más de doscientas páginas que conforman Nos vemos en esta vida o en la otra contienen persecuciones policiales, altercados entre clanes gitanos, tráfico de drogas, visitas a puticlubs —que él describe despectivamente como "comercios de carne"— y conductas machistas como el maltrato. "No me he autocensurado" —responde cuestionado por la inclusión de todo ese contenido sensible— "pero trabajar con material delicado siempre es un ejercicio muy complicado porque en este libro, no las víctimas porque muchas por desgracia están muertas, pero la gente que sale está viva, en la cárcel o ha salido y tiene familias y han rehecho su vida".


"No es un libro en el que yo reflexione sobre la condición humana, sino un reportaje largo"


Una de las cosas que más le impactó de todo lo que 'el Gitanillo' le contó fue que la mañana del 11-M, "cuando toda España estaba todavía con el recuento de los muertos y Eta salía en todos los periódicos porque el presidente llamó para decir que no había ninguna duda, había dos cocainómanos perdidos asturianos, uno de 16 años y otro de 27, debajo de un televisor en el que salían los atentados a las nueve de la mañana diciendo quién había sido y cómo habían conseguido los explosivos". "Estaba la CIA todavía despistada, el CNI más, la Guardia Civil, todos los organismos de seguridad, y había dos tíos que eran confidentes de la policía contando, en un bar repleto que estaba enfrente de la comisaría de Avilés, lo que se tardó casi tres años en establecer policialmente", relata.

En el reportaje, Manuel Jabois se detiene en explicar esa confidencialidad que había entre Trashorras y Gabriel con la policía en la que "estaba claro que había una relación de intereses" gracias a la que "la policía se apuntaba méritos y endulzaba su currículo" como cree que puede ocurrir "en la policía de Avilés, en la de Santiago o en cualquier otra del mundo". "Lo que no fueron capaces de ver es que ese confidente estaba vendiendo una cantidad industrial de dinamita para atentar contra otra gente", añade refiriéndose a Emilio Suárez Trashorras, condenado finalmente a 34.175 años de cárcel.


"Es natural que cualquier español que lleva cuarenta años soportando el terrorismo de Eta pensase al principio que era la culpable"


"El propio Trashorras dice en el juicio que él estaba acostumbrado a tratar con todo tipo de gente, de cualquier pelaje, que los distinguía perfectamente pero que no fue capaz de ver que una persona fuese capaz de suicidarse para llevarse por delante al mayor número de personas", recuerda el periodista. "Evidentemente la policía siempre tiene un enorme peso", añade Jabois, pero observa que la responsabilidad "siempre es de los terroristas".

Igual que habla de la policía habla del factor "suerte" porque, según su punto de vista, para que el 11-M se produjese tanto la sociedad como los servicios de seguridad españoles tuvieron "infinita mala suerte", de forma similar a lo que pasó en Francia o Bélgica recientemente.

INTERESES POLÍTICOS. En cuanto a los intereses políticos que pudo haber los días posteriores a los atentados, el autor es rotundo: "Al principio no había un interés político y es natural que cualquier español que lleva cuarenta años soportando el terrorismo de Eta piense que es la culpable". "Los tres días posteriores en los que ya se empiezan a revelar ciertos detalles y a dar ciertas pistas lo que se hace es tratar de atemperar y de parar un poco el hecho de que fuese terrorismo islamista, sí se ven intereses y eso se puede apreciar en las ruedas de prensa claramente", zanja.

Al final del encuentro, Jabois explica que "el libro narra hechos y en las entrevistas hay que opinar constantemente", por lo que se encuentra de golpe haciendo todo aquello que rehúsa para el reportaje. "Cuando me piden que conteste a cosas que no salen en el libro yo intento no responder porque es el peor libro para ser entrevistado, primero por cómo está enfocado y segundo porque no es un libro en el que yo reflexione sobre la condición humana, sino un reportaje largo".

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