La escritura de Manel Loureiro bebe sobre todo en el thriller norteamericano, lo que explicaría, cree, su éxito de ventas en un mercado tan difícil como el estadounidense, al que vuelve con Fulgor, una novela en la que la frontera entre el bien y el mal se difumina.
Una novela que atrapa y "acojona" desde la primera hasta la última de sus páginas, por las que se mueven a sus anchas el mal, encarnado en los Oscuros y sus lacayos los Grises, y Casandra, la protagonista, una de los escasos Hijos de la Luz que habitan el mundo.
Fulgor (Planeta), que ya está en las librerías españolas y en las próximas semanas cruzará el Atlántico para satisfacción de los muchos seguidores que el autor tiene en Latinoamérica, se editará en inglés a comienzos de 2016, en numerosos países, aunque es en Estados Unidos donde Loureiro, gallego de Pontevedra, confía en repetir éxito.
Loureiro, que colgó la toga de abogado para dedicarse en exclusiva a escribir El último pasajero (2013) –fue su último superventas–, pertenece a ese escaso 3 por ciento de escritores no anglosajones que logran publicar en Estados Unidos y, sobre todo, de colocar sus libros en las listas de más vendidos.
El novelista asegura que la recomendación de los guionistas de 'The walking dead' lo aupó para liderar las ventas en Estados Unidos
Todavía no se explica las razones de tanta fortuna, pero a ello contribuyó que los guionistas de una de las series de televisión más vistas en todo el mundo, The walking dead, leyeran sus novelas y las recomendaran en sus blogs. "Leed a este tío, leed lo que acaba de publicar este tipo, que a nosotros nos encanta", recuerda orgulloso el aludido, que vive en Pontevedra, ciudad que sirve de escenario anónimo pero reconocible a la trama de Fulgor.
Todo comienza cuando la doctora Casandra Arlaz, psiquiatra que trabaja en un centro de reclusión de psicópatas y otros enfermos mentales, casada con un inspector de policía y madre de un niño de 5 años, sufre un accidente de tráfico, que durante meses la tendrá al borde de la muerte.
Milagrosamente, logrará salir del coma y volver a su vida de antes, aunque con un don que hasta entonces desconocía poseer: ver el aura de las personas y, como la mitológica hija de los reyes de Troya, predecir el peligro que acecha, inútil porque nadie la creerá.
Ese don que la convierte en Hija de la Luz le permite ver que hay hombres y mujeres envueltos en una "densa, oscura y ponzoñosa nube negra", los Oscuros, "vampiros psíquicos que se alimentan de la energía de sus víctimas", y otros con un aura también oscura, los Grises, que son el brazo ejecutor de sus desmanes.
Oscuros y Grises perseguirán a Casandra sin descanso hasta ponerla en una situación límite: ¿Hasta dónde está dispuesta a llegar por salvar a los suyos? "Las convicciones que parece que son tan firmes, no dejan de ser una especie de convenio para no matarnos; ahora bien, pueden ser borradas, olvidadas, con facilidad", reflexiona.
Eso es lo que le ocurre a Casandra, "que de repente se encuentra en una situación en la que todas sus convicciones saltan por los aires, cuando ve amenazada a su familia por unas personas que han borrado sus convicciones".
