Guillermo Alonso: "Una novela se escribe por el puro placer de hacer algo anacrónico"

Una pareja que se quedó dormida en un patito hinchable en Lourido y se despertó en medio de la Ría de Pontevedra, en el verano de 2019, inspiró a Guillermo Alonso un relato que acabó convirtiéndose en su segunda novela. Muestras privadas de afecto acaba de llegar a las librerías ► "Espero que el chico real, si lee esto, no me quiera pegar. Es todo pura fantasía", bromea.
Guillermo Alonso, autor de 'Muestras privadas de afecto'. MATÍAS URIS
photo_camera Guillermo Alonso, autor de 'Muestras privadas de afecto'. MATÍAS URIS

Dice Rafael de Jaime Julià que Muestras privadas de afecto (ParipeBooks, 2021), de Guillermo Alonso (Pontevedra, 1982), es "una novela picaresca del siglo XXI". El escritor y periodista, que ha dirigido la edición digital española de Vanity Fair y actualmente es editor web de Icon, el suplemento masculino de El País, reflexiona sobre cuestiones como la familia, las redes sociales o la telebasura en esta historia que nació a partir de una noticia simpática del verano de 2019.

Le inspiró aquel suceso protagonizado por una pareja que se quedó dormida en un patito hinchable y se despertó en medio de la ría.

Un editor, que quería publicarme, me dijo: escribe lo que quieras. Empecé a escribir como dos o tres historias diferentes, pero no acababan de funcionar. Hasta que un día llegué a esta noticia. Recuerdo que en el Diario de Pontevedra publicasteis una foto del chico muy bonita, junto al pato, entre sonriente y avergonzado. Sin una intención clara empecé a escribir sobre un hombre que se queda a la deriva en un patito hinchable en la Ría de Pontevedra. El texto siguió saliendo solo. Y ahí está. Pero obviamente el suceso solo fue una inspiración. Espero que este chico, si lee esto, no me quiera pegar. Todo lo que le pasa es pura fantasía.

Yo no creo en la telebasura. En esos programas encuentras siempre golpes de genio. En Sálvame suceden cosas que te dejan alucinado

¿Y qué le pasa?Guillermo Alonso

Básicamente que se hace famoso porque lo sacan en el informativo. Y la gente se acaba enterando de lo que estaba haciendo en el patito.

Ese protagonista suyo es Ramón Mañana. Después Ramón Porros. Y más tarde Ramón Pajas.

No sé muy bien qué decirte de él. Ramón Mañana es un personaje tímido, callado, con muchos secretos y con la misión en la vida de pasar lo más desapercibido posible. De repente se le pone un foco encima y empieza a llamar la atención de todo el país. Le resulta difícil no volverse loco. Creo que en ese sentido es muy gallego, o al menos responde a la forma en la que yo entiendo lo de ser gallego, que es ese carácter muy generoso pero a la vez esquinado, muy gracioso pero a la vez con una sombra de tragedia. No todos los gallegos son así, claro, y con este carácter seguro que encuentras gente hasta en China. Puede que sea un estereotipo, pero los estereotipos funcionan, casi diría que son necesarios en la comedia.

Dice Rafael de Jaime Julià, en la contraportada del libro, que es una novela picaresca del siglo XXI. ¿Tiene algo de novela picaresca actualizada?

Es posible. Creo que ningún personaje es bueno del todo ni malo del todo. Básicamente intentan buscarse la vida. Y es verdad que es una novela del siglo XXI porque todo lo que ocurre en ella no podría ocurrir en otro año que no fuese posterior al 2015. Están presentes, por ejemplo, las redes sociales y todo lo malo que nos pueden traer.

También está muy presente la familia, la telebasura...

Tampoco trato de escribir nada aleccionador. Entre otras cosas porque yo no creo demasiado en la telebasura. Ahí encuentras siempre golpes de genio que no hay en otros programas mejor considerados. Puede que Sálvame no sea un gran programa de televisión, pero en ese plató suceden cosas que te dejan alucinado.

Es su segunda novela tras Vivan los hombres cabales. También es autor del ensayo Michael Jackson: música de luz, vida de sombras. 

Tenía muchas ganas de publicar esta novela, la verdad. Sobre todo ahora, que parece que es algo como antiguo. Quiero decir que todos, y yo me incluyo, tenemos la capacidad de atención muy mermada. Es imposible ir más allá de vídeos de 5 minutos en Youtube o de leer un post en Instagram. Aparte, como nos estamos volviendo todos medio locos con la pandemia, el asunto se ha agravado. Pero es que escribir una novela y que se edite en papel, cuando hoy todo lo vemos en una pantalla, hoy se hace por el puro placer de hacer algo anacrónico. Es algo muy bonito. Como si ahora le da a alguien por escribir con pluma. Cuando te llega la novela y la tienes en la mano es imposible no sorprenderse de que aún sigan existiendo estas cosas.

¿Es usted uno de esos periodistas que está deseando librarse de los hechos para entregarse a la ficción o no tanto?

Como periodista queda fatal que diga esto, pero me interesa mucho más la ficción que la realidad. Por supuesto, en el trabajo me ciño a lo que sucede, pero a mí la ficción siempre me ha interesado mucho más. De hecho, antes de meterme en todo esto, quería ser director de cine. Menos mal que se me pasó porque si llego a tener que dirigir a un equipo y aguantar a los actores acabaría pegándome un tiro. Pero revela que empecé por ahí, queriendo crear cosas más que queriendo contar las cosas que creaban los demás. Siempre que he escrito crítica literaria en algún medio lo he hecho desde la envidia ponzoñosa, deseando que fuese otro el que escribiese sobre mi libro en vez de estar haciéndolo yo sobre algún pesado. Así que esto es como un sueño cumplido. Aunque luego el libro venda 500 copias. Aunque ni se editase. Terminar de escribir es algo maravilloso, aunque solo sea por el placer de haberlo conseguido. Ya lo de tener éxito o no... No creo que nadie se haga rico vendiendo novelas. A ver si a mí al menos me da para comprarme un iPhone nuevo.

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