Sacándole beneficios a los 'no'

El comercial Javier Padín, licenciado en Belas Artes, reúne anécdotas propias y de compañeros que trabajan en la venta directa en el libro 'Le comento en un minuto'

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photo_camera Javier Padín, en el centro con su libro, junto a los compañeros de su oficina en Pontevedra. OLGA FERNÁNDEZ

"Como vendedores que somos, nosotros sólo obtenemos beneficio cuando la persona nos dice ‘sí’. Este libro surge de darle vueltas a la idea de cómo sacarle beneficio a los ‘no’, a todos esos disparates a los que nos enfrentamos cada día", explica Javier Padín (Padrón, A Coruña, 1992). Este licenciado en Belas Artes, que lleva un año trabajando en Pontevedra, acaba de publicar el libro Le comento en un minuto, en el que reúne anécdotas propias y de compañeros que se dedican a la venta directa. En mayo lo presentará en la Libraría Paz.

"Cuando terminé la carrera, surgió la posibilidad de trabajar un verano como comercial. De esto hace casi tres años", cuenta. "La empresa en la que estoy desde entonces se dedica a ofrecer servicios como energía o telefonía y venta directa de productos como libros, juguetes o perfumes". De esa experiencia profesional sacó las historias que reúne en su libro. "Esas anécdotas se escuchan siempre en las convenciones en las que nos reunimos compañeros del sector. Casi siempre acabamos con alguien diciendo: ‘Esto daría para un libro’. Yo le he dado la razón y lo he escrito".

La idea para escribir Le comento en un minuto surgió hace un año. Desde entonces, Padín ha ido reuniendo historias, "todas absolutamente reales por increíbles que parezcan", hasta componer el libro. "Y las que he dejado fuera. Ten en cuenta que solemos trabajar cinco días a la semana y cada jornada podemos hablar con entre 60 y 70 personas. Son muchos encuentros". Lo ha autoeditado a través de Caligrama y lo distribuye Penguin Random House. Según dice, se puede conseguir en cualquier librería previo encargo. 

Lo que me motivaba era contribuir a humanizar un sector que está muy deshumanizado. Nuestra profesión es muy digna. No hay por qué agachar la cabeza


Su objetivo a la hora de publicar este título ha sido reinvindicar la figura del comercial. "Lo que me motivaba era contribuir a humanizar un poco un sector que está muy deshumanizado", explica. "Creo que nuestra profesión no es nada de lo que avergonzarse o por lo que agachar la cabeza, es una profesión muy digna, que a veces es muy divertida". Por lo demás, Padín cree que el suyo es un ámbito en el que te puedes encontrar con buenas o malas personas como el cualquier otro. "Todo el mundo tiene malas experiencias con el mecánico o con el dependiente de una tienda. Lo que pasa es que la gente se queda más con lo malo de este impacto nuestro porque no lo busca, le llega".

Padín, que empezó en esto como un trabajo de verano, hoy se considera comercial. "Pero para mí, los beneficios y las ventas no son los objetivos. Son un medio para conseguirlos. Y uno de ellos es tener una estabilidad económica que me permita seguir creando: escribiendo, dibujando...".

Su historia favorita de entre todas las que recoge está protagonizada por Eloy Garrido, "que es gerente de una de las oficinas más grandes de la empresa en la que trabajo". Garrido, que tiene 26 años y un problema de dicción, se encontró un día en un piso a una pandilla de amigos. "Se puso un poco nervioso y empezó a tartamudear. Los chicos comenzaron a burlarse y él cada vez tartamudeaba más. Bien, pues unos meses después, uno de aquellos chicos se presentó ante él con un curriculum pidiendo trabajo. Las vueltas que da la vida".

Una de las historias: 'A medio camino'
El gerente que dirige la oficina donde empecé, Eloy, timbró una vez en un edificio de dos plantas. Una señora se asomó por la ventana de la segunda, pidiéndole que explicase a qué venía al edificio. Ni corto ni perezoso, comenzó a explicarle la promoción que llevaba a viva voz desde la calle. Pero a pesar de despertar su interés, la señora seguía sin querer dejarle entrar en el edificio (...). —Pues entonces baje usted a la calle y le tomo los datos aquí. —¡Tampoco quiero! Tras pensarlo un momento, el gerente dijo: —Ya sé. Abra usted el portal, yo subo las escaleras, usted las baja, nos encontramos a medio camino y le tomo los datos ahí. Y efectivamente, la señora abrió el portal y en mitad de la escalera fue donde la señora firmó su contrato.
© Le explico en un minuto, J. Padín.

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