Eli García, autora de cómic: "Sentía que el dibujo era algo que me latía"

Autora de ilustración científica e ilustración editorial, formada en la Antonio Faílde y en O Garaxe Hermético, acaba de publicar su primera obra completa, O grande aviario.
photo_camera Eli García (Donostia, 1983). DAVID FREIRE

Aunque ya tenía su trabajo publicado en varios títulos colectivos de O Garaxe Hermético, ahora debuta con O grande aviario (Antela Editorial, 2023, edición en gallego y en castellano).
Esto en realidad es como estrenarme de cero porque, al final, es una obra completamente mía. Soy la autora y la ilustradora. Evidentemente no es lo mismo que trabajar por encargo o que hacer ilustración científica, que consiste básicamente en aplicar técnica.

Ha hecho un cómic lleno de pájaros.
Lo único que tenía claro desde el principio es que esta tenía que ser una historia que me tenía que gustar dibujar. De hecho, he trabajado de una forma un poco rara. Primero, con las imágenes, que venían a mi cabeza y sentía la necesidad de dibujar, y luego con todo lo demás. Es decir, hice lo que me apetecía dibujar, no lo que me apetecía contar. En este caso lo que me apetecía dibujar era naturaleza. El tema de los pájaros surgió después, sobre la marcha. Pero sí que quería dibujar una aventura en la naturaleza con dos niñas como protagonistas.

Íar y Lea.
Dos cómplices de aventuras. Que tenían que ser dos niñas lo tenía clarísimo.

¿Y eso?
Buscaba que las niñas se sintiesen identificadas con unos personajes protagonistas porque mis referentes como lectora han sido siempre masculinos. En ese sentido, en nuestra generación algo fallaba. Ahora hay que trabajar para compensarlo de alguna manera.

El cómic tiene un claro mensaje ecologista.
Porque es un tema que me interesa. Me interesa desde la perspectiva de las personas que vivimos actualmente en el mundo y desde la perspectiva de los niños, que tienen que conocer su entorno para poder apreciarlo y cuidarlo. De hecho, el interés por los pájaros parte de mi propia ignorancia al respecto. Veía pájaros muy bonitos mientras paseaba y no tenía ni idea de qué eran. A partir de mi propio desconocimiento me empeñé en saber. Intuí que eso que me estaba pasando a mí seguramente le estaba pasando también a mucha más gente.

El cómic está salpicado de humor. ¿Le interesaba que estuviese presente?
Claro. Me encanta el humor blanco, el humor más tonto, que no esconde ironía ni retranca. Simplemente humor para disfrutar un pequeño momento.

"Ás veces no máis simple está o máis complexo". "Non todos os obxectos teñen que brillar para chegar ao corazón". Son algunas de las frases que suelta un personaje sabio del cómic. ¿La autora está de acuerdo con ellas?
Evidentemente yo creo en eso, si no, no habría incluido esas frases en el libro. Para mí son dos máximas. Vivimos una era capitalista en la que parece que lo único importante son cosas materiales. No puede ser que todo se reduzca a ese materialismo inalcanzable para tantísima gente. Hay que ser conscientes de que las cosas sencillas esconden una gran profundidad y una gran complejidad emocional. Las emociones y los sentimientos que de verdad importan no se consiguen comprando objetos y cosas sin parar.

¿Pinta y dibuja desde niña?
Todos dibujamos cuando somos críos. Yo después lo dejé, descartando que eso me llevase a alguna parte. Nunca lo consideré una profesión. Nunca me imaginé dedicándome a eso. ¿Cómo iba a ser ilustradora? Mi futuro, como el de mi madre, tenía que pasar por limpiar casas, trabajar de camarera o lo que surgiese. Porque, aparte, no me gustaba nada estudiar. Dibujar era algo que me gustaba hacer, sin más. Siempre fui rodeando ese camino, mirándolo con recelo. No era para mí. No lo veía como una oportunidad laboral real. A eso se dedicaba otra gente, no yo. Hasta los 25 años fui dando tumbos y no me decidí a probar.

¿Qué pasó a los 25 años?
Pues que ya empiezas a ser un poco consciente de lo que es la vida y empiezas a pensar: vale, tengo que tomar una decisión, o sigo por este camino de trabajos mal pagados y muy sacrificados, o trato de buscar el mío propio, el del dibujo, que sentía que era algo que me llamaba, que me latía. No intentarlo era lo peor que podía hacer. Así que, súper tarde, empecé a estudiar en la Escuela de Arte y Diseño Antonio Faílde de Ourense. Tenía dinero ahorrado y todo muy calculado: pasaba allí el curso y seguía trabajando en verano. Hasta que acabé. Justo cuando volví de Ourense fue cuando Kiko [da Silva] abrió la escuela O Garaxe Hermético. Yo de cómic nunca había hecho nada y pensaba que era cosa de unos chalados. Afortunadamente me encontré con unos magníficos profesores que me ayudaron a abrir los ojos. Aunque sigo pensando que hay que estar un poco chalado para hacer cómic, porque supone una lucha constante contra ti mismo, contra el tiempo, contra tus límites y tus inseguridades... Y, al menos en mi caso, tampoco te sirve para salir de la precariedad.

Y tradicionalmente es un mundo muy masculino.
Lo es. Pero está cambiando rápidamente. De hecho, mis principales referentes en la actualidad son mujeres. Quizás porque buscas casi sin querer la visión femenina, no sé. El caso es que a veces no puedo evitar preguntarme dónde estábamos. Porque creamos tanta magia; somos tan atrevidas; tocamos temas tan emocionantes, que abren tantas puertas... ¿Dónde estábamos?

Comentarios