Suso Morlán empezó en el mundo del piragüismo por casualidad. Antes había jugado al fútbol, como la mayoría de los niños, pero en la playa de Areas (Sanxenxo) junto a sus amigos probó el piragüismo. Él siempre reconoció que no destacaba, sino que "era del montón".
Sin embargo, había algo en él que era diferente a los demás: su nivel de exigencia. Eso le llevó a crecer, porque luchaba cada día por ser el mejor en todo lo que hacía. La casualidad hizo que dejara de ser palista y se decantara por ser entrenador. Estaba estudiando Magisterio cuando un día remando por la ría ayudó a una piragüista del Centro Galego de Tecnificación Deportiva que se había caído al agua. La llevó hasta la orilla, donde estaba el presidente de la Federación Gallega en aquel momento, Santiago Sanmamed, que le ofreció la posibilidad de formar parte del staff técnico de la instalación, como ayudante del entrenador titular. Así empezó su aventura.
La palista Teresa Portela se proclamó subcampeona de Europa júnior a las órdenes de Morlán
Aquella primera etapa tan solo duró una temporada porque recaló en el Náutico de Vigo, donde estuvo tres años, para posteriormente fichar por el Tudense debido a que el club olívico había decidido dejar sin actividad la sección de piragüismo por la falta de recursos económicos.
Regresó años después al CGTD, donde acababa de entrar un joven palista por el que pocos apostaban, pero que a la larga se convertiría en una leyenda, David Cal Figueroa. Morlán se hizo cargo de un equipo cadete que acabaría siendo brillante. Comenzaba a forjar su fama. El camino de Cal y Morlán hacia la gloria no ha sido nada sencillo. Casi nadie apostó por ellos. Al cangués lo rechazaron en la Residencia Joaquín Blume de Madrid, a la que renunció Teresa Portela. Ambos fueron "creados" por el entrenador pontevedrés.
Santiago Sanmamed era el presidente de la Fegapi que quiso que formase parte de su staff técnico
Los resultados comenzaron a llegar. Medallas continentales y mundiales. Bajo su dirección, David fue campeón de Europa júnior y Teresa, subcampeona. Como era previsible ambos "volaron del nido" para formar parte del equipo nacional absoluto. La kayakista se integró en el K-4, mientras que el cangués se trasladó a Sevilla.
Años después, Cal se convirtió en el mejor piragüista español de la historia con cinco medallas olímpicas, gracias al gran trabajo de Suso Morlán.
