3-3. El Poio Pescamar vuelve a tropezar

Como si se tratara de Phileas Fogg, el Poio Pescamar desembarcó en Les Moreres con 2.700 km en las piernas. Tras enfrentarse al Roldán a domicilio el miércoles, el conjunto dirigido por Manu Cossío se desplazó directamente hasta Barcelona para visitar al Penya Esplugues. Volvió el cuadro poiense a perdonar demasiado en las áreas, cerrando una semana negativa con solo un punto cosechado en dos compromisos de mucha dificultad.

Como si el equipo local estuviera dispuesto a respetar el descanso del bloque conservero, el encuentro empezó con una dosis de somnífero. Las anfitrionas aguardando, pacientemente, para salir al contraataque. Las chicas de Cossío, con el balón siempre cosido a los pies, tanteando una defensa que basculaba con una disciplina espartana.

Los esfuerzos que dedicaba a la hora de encontrar un camino hacia la portería de Raquel Raventós, debía replicarlos para correr hacia atrás. El veneno de los contraataques del Penya Esplugues así lo exigía.

Sin embargo, el conjunto poiense reaccionó pronto. Pero la efectividad le giraba la espalda de forma constante, sin disimular. También la fortuna, pues en el minuto 15 el colegiado expulsó a Silvia Aguete por una salida arriesgada en la que uno de los colegiados apreció una mano de la meta visitante.

Fueron dos minutos de apretar los dientes. Parecía que el Penya Esplugues moriría en la desesperación, pero finalmente Clara Rivera se sacó un disparó que combinó con una mano blanda de la portera.

Pero en los mejores minutos del equipo local llegó el gol del Poio Pescamar. Luci disparó desde fuera del área en un córner y el rebote lo recogió una Dani con la caña.

La alegría duró poco, pues Clara Rivera volvió a animar el encuentro tras transformar un doble penalti provocado por unas manos de Ana Rivera.

Tras el descanso, el conjunto conservero salió con otro ritmo. Ana Rivera se desquitó de su pena con una asistencia brillante al segundo palo para que remachara Antía. Empate accidentado, pues en la celebración Rivera recibió un golpe. Cosas de la euforia.

Pero aquí no terminaba la gesta visitante. La presión en salida de balón que realizó durante todo el encuentro obtuvo su merecido premio en los compases finales. Agostina robó al borde del área para avanzar a su equipo. Tras ir por detrás en el marcador hasta en dos ocasiones, ahora mandaban ellas.

Sin embargo, en una jugada ensayada todo se fue al traste. Collado remató una pelota que, suavemente, se infiltró en la portería de Caridad. Lo que siguió este tanto fue un delirio colectivo donde la racionalidad paso a mejor vida. Pero las múltiples oportunidades por ambos lados no se encontraron con el gol. El Poio Pescamar no supo materializar el juego de cinco y terminó tropezando en una semana en la que la ruta por la península se le ha acabado haciendo demasiado larga.

Ficha técnica