89 años de amor interrumpido

Galicia recupera esta semana su vuelta ciclista profesional bajo la denominación de ‘O Gran Camiño’ gracias a la iniciativa del ex corredor Ezequiel Mosquera
Los supervivientes de la Volta a Galicia de 1933 pedaleando hacia Vigo después de salir de Pontevedra. DP
photo_camera Los supervivientes de la Volta a Galicia de 1933 pedaleando hacia Vigo después de salir de Pontevedra. DP

Cuando la noche ya se había apoderado del sábado 12 de agosto de 1933 (víspera de la festividad de la Peregrina) los primeros ciclistas de la Volta a Galicia comenzaron a llegar a la línea de meta de Pontevedra. Habían salido poco antes de las doce del mediodía de A Coruña pero ante los 237 kilómetros de recorrido que había preparado la organización los corredores se lo tomaron como si fuera un paseo, según como publicó algún periódico de la época.

El kilometraje, el cansancio acumulado -era la sexta etapa- o también un sentimiento de protesta hizo que apenas hubiera competencia en un recorrido que pasó por Carral, Ordes, Santiago, Noia, Ribeira, Padrón, Pontecesures, Caldas, Vilagarcía y Cambados hasta llegar a Pontevedra donde Agustín González fue el más rápido de un grupo formado por doce ciclistas, entre los que estaba el líder, y a la postre ganador de la Volta, Salvador Cardona y el marinense Manuel Rosales, padre del afamado atleta veterano de mismo nombre.

Aquella etapa fue la penúltima de una primera edición de la Volta a Galicia que el domingo 6 de agosto comenzó en Vigo con la participación de 33 ciclistas de los cuales ocho eran gallegos, y una amplia presencia de extranjeros (cuatro italianos, dos franceses, un suizo y un portugués) gracias a las gestiones de José Saura, uno de los managers más famosos de la época.

En la salida de Vigo estuvo lo más granado del pelotón español. Gremo, Abundio, Carretero, Ezquera, Montero y Salvador Cardona que a la postre fue el que se llevó el premio de 3.000 pesetas que era un verdadero tesoro aunque en estos tiempos serían poco más de 18 euros. El primer gallego se metió en el bolsillo un botín de mil pesetas y las dietas por etapa oscilaban entre las 10 y las 20 pesetas.

Vigo, Ourense, Lugo, Ribadeo, Ferrol, A Coruña y Pontevedra fueron salida o fi nal de etapas de una carrera que levantó una extraordinaria expectación por todos los pueblos por los que transitaron aquellos ciclistas transformados en verdaderos supervivientes. Solo 19 completaron los más de mil kilómetros (1.071) de un recorrido repartido en siete etapas en ocho días, ya que entre la cuarta y la quinta hubo jornada de descanso en Ferrol. Vigo también fue el fi nal de una carrera que el ex profesional Ezequiel Mosquera recupera esta semana bajo la denominación de ‘O Gran Camino’.

En la primera edición participaron 33 ciclistas de los cuales solo 19 cubrieron las siete etapas que tuvo la ronda

89 años separan aquella primera aventura de la próxima. Un longevo periodo de tiempo en el que solo se han disputado 22 ediciones porque las interrupciones han sido la principal tónica en la historia de la carrera, no en vano al año siguiente del estreno no hubo prueba y hubo que esperar hasta 1935 cuando venció la leyenda del ciclismo, Julián Berrendero; después el estallido, primero, de la Guerra Civil y posteriormente de la II Guerra Mundial hizo que hasta 1945 tampoco se volviese a disputar.

Desde el 45 hasta 1983 apareció y desapareció del calendario como lo hace el Guadiana en la geografía española. En esos 38 años solo se disputaron seis ediciones. Con la llegada de los años ochenta del siglo pasado parecía que comenzaba una nueva era y así fue, aunque después de dos ‘voltas’ seguidas en el 86 la historia volvió a interrumpirse hasta que de la mano de Unipublic -los mismos organizadores que de la Vuelta a España- en 1987 comenzó la etapa más sólida para una Volta a Galicia que para profesionales se terminó en el año 2000.

En esos tres lustros algunos de los mejores corredores del pelotón profesional, en aquel momento, inscribieron su nombre en el palmarés, tal fue el caso de Andrew Hampsten (ganador del Giro de Italia del 88) en 1993; el pentacampeón del Tour de Francia, Miguel Induráin en 1995 o el campeón del mundo Abraham Olano en 1996.

Y en la historia de la Volta, Pontevedra estuvo presente desde el principio. En aquella primera edición acogió el final de la sexta etapa y la salida de la séptima, que era la última. La Boa Vila fue comienzo de jornada en once ocasiones, mientras que una docena de recorridos terminaron en estos lares que en 1989 y en 1996 fueron el punto de partida de la carrera y en 1992 y 1998, escenario del epílogo.

Cuando el jueves Galicia la recupere una carrera -comenzó dos años antes que la Vuelta a España- habrán transcurrido más de dos décadas desde la última edición que fue ganada por el kazajo Andrei Teteriouk y en la que tres gallegos (Delio Rodríguez, su hermano Emilio en tres ocasiones y Marcos Serrano) también vencieron.

89 años de recuerdos de otra época, de pistas de tierra, de fotos en blanco y negro, del resurgir de los españoles con Perico como líder, en defi nitiva de amor al ciclismo de una tierra en la que este deporte se vive intensamente. Casi nueve décadas en los que los cambios tecnológicos fueron brutales, pero no ha perdido ni un solo gramo de épica y heroicidad.

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