La falta de efectivos pasó factura al Peixegalego, que estuvo en partido mientras le duró la gasolina, pero que con el paso de los minutos acusó la falta de rotaciones y sucumbió en la pista de uno de los históricos de la categoría, el Melilla, por 91-63, para padecer su octava derrota consecutiva.
El equipo anfitrión tomó las riendas después de una falta antideportiva señalada a Múgica que permitió a Pablo Almazán anotar los dos tiros libres y la canasta posterior para abrir la primera brecha.
Octava derrota seguida: El cuadro marinense no vence desde que lo hiciera ante el Cáceres en A Raña
Con el ritmo enloquecido del Melilla, la falta de rotaciones visitantes se notó más. La puntería de Derksen y el juego de cara de Cain sostuvieron al Peixegalego en la pelea, aunque la brecha se hizo cada vez mayor. Faltó la aportación de los otros componentes del perímetro, especialmente desde la media distancia.
Tras el paso por los vestuarios, las carencias del equipo marinense quedaron al descubierto. Jason Cain anotó en la pintura, y tras el ajuste de la retaguardia contraria, Marín pasó a jugar con cuatro perimetrales, en busca de hallar al hombre liberado para el lanzamiento exterior.
La falta de oxígeno terminó de pasar factura y el encuentro fue un ‘visto y no visto’. Melilla puso la directa, intimidó debajo de su canasta y tuvo la puntería necesaria para romper el choque. Llorente recurrió a defensas en zona en busca de dos objetivos: forzar a su rival a tener que pensar cada ataque a la vez que dar aire a sus pupilos, pero la distancia se amplió cada vez más y en el ecuador del tercer período ya había superado los veinte puntos (60-39) y sentenció el partido.
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