El adiós del último guardián de Pasarón

La Señora Lola es y siempre será una referencia en cuanto a implicación con el Pontevedra. Pero por suerte, ha tenido buenos discípulos. Uno de ellos es José Gabriel Tomé, encargado del material y de la lavandería durante los últimos 18 años, pero que acumula casi cuatro décadas vinculado al PCF. Ahora, a sus 65, se toma su merecido descanso.
Tomé, en Pasarón con la caja para transportar material y un saco de balones. DAVID FREIRE
photo_camera Tomé, en Pasarón con la caja para transportar material y un saco de balones. DAVID FREIRE

No siempre hace falta marcar goles para que ser imprescindible en un club. Hay personas que en la sombra, sin hacer ruido, trabajan por y para que todo lo que ocurra en el césped salga bien. En el Pontevedra, esa figura ascendente por el trabajo y dedicación de toda a una vida a unos colores lleva el nombre de la Señora Lola, "protectora" para siempre del coliseo a orillas del Lérez, como plasma su moderno mural. Pero Dolores Calviño ha tenido buenos sustitutos. Gente ligada a la entidad que ha velado por sus intereses casi de manera desinterasada y que, aunque no marquen goles, son igual o más importantes que los protagonistas sobre el césped. Uno de ellos fue Rafa Vidal, retirado hace un par de años. Y el otro, José Gabriel Tomé, al que también le ha llegado la hora de ceder las llaves del templo. Porque a sus casi 66 años, dice adiós a casi 40 años dedicados a la entidad granate.

José Gabriel Tomé (A Lama, 1955) no acabó por casualidad en el Pontevedra. Aunque su idilio con el conjunto de la Boa Vila tampoco fue del todo buscado. Y es que con 27 años, un amigo y vecino le ofreció entrar en el club por la que se acabaría dejando su vida. "A mí me gusta mucho el fútbol e iba a A Xunqueira a ver partidos. Así que me ofreció entrar para echar una mano en la base. Empecé como delegado", recuerda Tomé, sentado en las instalaciones de un Pasarón que para muchos es su teatro de los sueños y para él, su día a día.

Así, desde inicios de los años 80, Tomé empezó a colaborar en la base del PCF. Inició su andadura en los infantiles y tres temporadas después, subió a los juveniles. En ese equipo estuvo tres lustros. En esos años también fue directivo del Atlético Pontevedrés. "Vi pasar a muchísimos chavales por la base del Pontevedra. El problema es que todos se acuerdan de mí, pero yo no me acuerdo de todos", recuerda con sorna Tomé.

Cuando me ofrecieron trabajar aquí, no me lo pensé. Hay que echarle horas, pero estoy al aire libre y me gusta el fútbol

Así, el exencargado de material compaginó sus labores de ayuda desinteresada al Pontevedra con trabajos de todo tipo hasta el 2003, cuando le ofrecieron empezar a trabajar para el primer equipo: "No me lo pensé. Es un trabajo que disfruto: estás en Pasarón, al aire libre y además te gusta el fútbol. Pero es un trabajo duro, porque la gente se cree que no. Los aficionados llegan y el campo está marcado, las gradas están limpias, el equipo tiene la ropa limpia... Y todo eso no se hace solo. Muchas veces no disfrutas de sábados ni de domingos libres. Es 'jodido' no tener un domingo libre durante mucho tiempo. Hubo una época —durante la baja de Rafa Vidal— en la que tuve que viajar como utillero y enlazabas varios días fuera de casa y encima sin descanso, porque al domingo siguiente jugabas en casa y lo mismo. Al principio se hace un poquito duro. No es el que el trabajo te mate, pero hay que echarle horas".

Así, durante los últimos años, la rutina de José Gabriel Tomé se ha resumido en "levantarse a las 7 de la mañana, venir a Pasarón para adelantar trabajo, ir al entrenamiento y volver a Pasarón a seguir con labores de lavandería". "Muchas veces el tiempo no te daba, porque llegamos a tener 17 equipos de fútbol base", apunta.

De este modo, Pasarón era la segunda casa de Tomé. Y en ocasiones, la hora de salida se eternizaba. Pese a todo, nunca se planteó dejarlo. Porque incluso hasta llegó a no disfrutar de su descanso: "Cuando acabó aquella época en la que no podía descansar nada, empecé a echarla de menos. Viajar, estar con el equipo... Yo me preguntaba: ¿cómo es posible que pueda echar de menos no descansar?".

Los siete meses que estuvimos sin cobrar antes de que llegase Lupe fueron duros. Pero al menos no nos peleamos

RECUERDOS. Pero todo principio tiene un final. Y a sus casi 66 años, a Tomé le tocó decir adiós. Lo hizo en silencio, como ha trabajado siempre. Y con una victoria del equipo que permitió al menos no caer a Tercera División. "Muy poca gente sabe que me jubilo. La presidenta se lo comunicó a todo el equipo el lunes. No quería hacer una despedida diferente. La verdad es que me gustó la que tuve. En el partido estar pendiente de mi despedida no era lo propicio. Y yo es que tampoco soy mucho de estas cosas. Me gustó como fue: el lunes, me hicieron un regalo de una camiseta, me felicitaron los jugadores y el resto de personal y nada más", explica.

Precisamente el descenso a Tercera, en 2011, es el peor recuerdo a nivel deportivo que se lleva de sus 40 años en el PCF. Luego llegaron años en el desierto, con impagos incluidos: "La temporada anterior a la que vino Lupe estuvimos siete meses sin cobrar. Llegó ella y nos pagó todo. Pero siete meses sin cobrar... tirando de ayudas. Eso es lo más duro, sin duda. Porque ves a la gente pasándolo mal. Y dentro de lo que cabe, lo fuimos llevando bien. En otras circunstancias, te peleas. Nosotros lo comentábamos, pero no nos cabreábamos entre nosotros".

Como recuerdo más feliz se llevará un ascenso a Segunda del que se sintió partícipe y el hecho de haber visto de cerca en el día a día a jugadores "como Charles, Yuri, Igor o Manu Miranda". Sobre el primero, asegura que tenía la corazonada de que volvería al club de sus amores. Un sentimiento que el brasileño comparte con Tomé, que ahora seguirá al equipo desde la distancia y aunque acudirá a Pasarón, le dedicará el tiempo perdido a su familia y a su pasión de cocinar. "Lo echaré de menos, pero ya tuve un entrenamiento con el confinamiento", comenta con humor.

"Se fue Rafa Vidal y ahora me toca a mí. Empezamos a la vez y como somos casi de la misma edad, yo me voy poco después. Somos la vieja guardia", expresa un Tomé que el domingo prestará su último servicio al Pontevedra ayudando en el partido del filial.

Ni utillero, ni lavandero, ni encargado del campo. Ya fuera de la entrevista, Tomé no sabe exactamente cómo definir su puesto durante todos estos años. Y es normal, porque no hay palabra capaz de encorsetar la labor del último guardián de Pasarón.

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