Saleta Castro: ''Ahora estoy haciendo lo que realmente me gusta''

Saleta Castro, triatleta pontevedresa que quedó tercera en el Ironman de Lanzarote

PONTEVEDRA. Sabe que hace ocho días hizo historia al ser la tercera española en pisar el podio del Ironman de Lanzarote, una prueba que está marcada en rojo en el calendario de muchos triatletas y que está considerada como la más dura del Mundo. En su caso, es un peldaño más en el reto de hacerse un nombre en la larga distancia, en la que se siente como pez en el agua.

No hace falta que exprese ninguna palabra para saber que Saleta Castro está feliz. El pasado sábado 18 de mayo vivió en Lanzarote uno de los días más importantes de su carrera deportiva, pero no solamente por acabar tercera en el Ironman, sino por la marca que hizo y por las sensaciones que tuvo.

Hace dos años tomó la decisión de pasarse a la larga distancia, una disciplina que siempre le atrajo porque sus sueños siempre tuvieron como protagonistas el Ironman de Hawaii y no los Juegos Olímpicos. A pesar de que es una de las más jóvenes en la prueba, ha comenzado a hacerse un nombre entre las mejores.

¿Ya es consciente de lo que ha conseguido?

(Se ríe) Poco a poco me doy cuenta de lo que hice. Los amigos que me conocen de siempre me preguntaron al llegar a Pontevedra "¿qué hiciste?", porque siempre perdía las carreras en el maratón y en esta ocasión fue diferente.

Tres horas y 16 minutos en la maratón está considerado como un gran tiempo, porque antes hay que correr 180 kilómetros en bici y nadar 4.000 metros.

Por encima del tercer puesto en la general, lo mejor es el tiempo del maratón porque vale para ganar muchas carreras.

Rebajó en 25 minutos el tiempo del año pasado, ¿es la prueba de que su rendimiento en la larga distancia va en aumento?

Sí. La sensación es esa porque no solamente son los 25 minutos, sino que las condiciones de este año fueron peores que las del pasado. Llovió, el segmento de ciclismo fue durísimo por el viento y, de hecho, en ese parcial hice diez minutos más que en 2012; en cambio, mi potenciómetro de vatios marcaba que mi rendimiento estaba siendo mayor. Lo gané todo en la carrera a pie, porque el año pasado hice 3h 48’ y este 3h 16’.

Lo sucedido un mes antes en Sudáfrica (acabó muy decepcionada en un Ironman por su rendimiento) fue un punto de inflexión.

Lo de Sudáfrica fue clave porque sufrí muchísimo en el maratón. Bajé de la bici totalmente hundida y desde el kilómetro uno sabía que todo aquello iba a ser un infierno. De hecho, en el kilómetro 15 me quería retirar y fue ver más gente bajándose de la bici cuando yo estaba en la carrera a pie lo que me hizo cambiar de opinión y tener claro que terminaría, aunque tuviera que ir andando. La cabeza me jugó una mala pasada. Cada vez que optaba por caminar era decepcionante y frustrante porque no entreno seis u ocho horas al día para ir andando. Al día siguiente estaba perfecta porque no me había cansado lo suficiente, por lo que mi entrenador y yo decidimos inscribirme para Lanzarote, que inicialmente no era un objetivo. Esa experiencia me sirvió para aprender lo que es un maratón, lo que es sufrir, lo que tengo que hacer.

Después del Iroman de Sudáfrica, fue muy crítica consigo mismo en las redes sociales, ¿por qué?

Físicamente estaba muy fuerte. Había entrenado mucho y lo que sucedió es que descuidé muchas cosas. Desde la alimentación hasta la cabeza. Le perdí respeto a la distancia. Fui allí como si fuera a participar en un triatlón olímpico. Di por supuesto que me iba a salir solo porque había entrenado mucho, pero influyen otras cosas. Hay que estar mentalizada para afrontar un reto así, saber lo que vas a comer en cada kilómetro. Tuve que ser crítica para aprender de mis errores.

Hablaba de respeto. ¿El principal enemigo para un triatleta de larga distancia es pensar que el Ironman es una prueba más?

Sí. Un Ironman no es una carrera que puedes hacer una vez al mes porque no todos los días vas a correr un maratón y 180 kilómetros en bici. Te pasas cuatro meses pensando en él, lo haces y después no puedes hacer otro al mes siguiente, aunque tu cuerpo te anime a hacerlo. Muchas veces te pueden más las ganas que tus fuerzas.

¿Hawaii es cada vez un sueño más cercano?

Tal como lo tenemos planificado, es posible. Es difícil, pero no imposible. El sistema de clasificación es complicado porque hay que acumular unos determinados puntos. La exigencia es tal que llegas muy cansada, mientras que mi objetivo es no llegar pasada a Hawaii.

¿La edición de 2014 sigue siendo el objetivo?

Sí, porque ahora tengo un periodo de descanso bastante largo, en el que correré un XTerra en junio y septiembre, y en diciembre empezaré con la clasificación para Hawaii disputando un triatlón en Estados Unidos y otro en México.

Hace dos años tomó la decisión de cambiar el triatlón olímpico por la larga distancia, para la que muchos la consideraban muy joven. ¿Les está llevando la contraria?

Llevo desde los 14 años en el triatlón y creo que tengo una buena base porque siempre me gustó competir en diferentes modalidades, eso me está sirviendo ahora. Se me ve muy joven, pero se nos olvida que antes la gente empezaba a competir con un medio o un olímpico y ahora se han recortado las distancias. Sé que me tengo que controlar, no pasarme con los entrenamientos, para no saturar mi cuerpo pronto.

Teóricamente es el mismo deporte, pero da la sensación de que el triatlón de larga distancia es otra cosa.

Totalmente. Son deportes distintos. Aquí hay una cultura diferente. Hasta la media distancia un triatlón olímpico puede llegar, pero un Ironman es totalmente diferente. El ambiente que se vive, el nivel de organización, el espíritu de superación son diferentes. No deja de ser una carrera de diez horas. Sales a las siete de la mañana y a las 12 de la noche sigue entrando gente. La cabeza es totalmente diferente. Es una pelea por la supervivencia. Acabar ya es un éxito.

¿En qué se piensa en diez horas?

En todo. En la natación no te da tiempo porque solo son cuatro kilómetros y la prioridad es que no te den golpes. En la bici y en el maratón es distinto. Hay que estar muy concentrado y tratar de no pensar demasiado para que la cabeza no te juegue una mala pasada. Es importantísimo estar muy centrada.

¿Regular es fundamental?

Sí, claro que sí. No te puedes dejar llevar por las sensaciones. En Lanzarote sabía que en la bici podía ir más fuerte, pero no era capaz de mantener ese ritmo mucho tiempo, por lo que opté por ir más bajo, comer bien y salir en el maratón como si se acabara el mundo. En la carrera a pie los pensamientos positivos son básicos porque comienzas fundido y sabes que tienes que ir a más porque a partir del kilómeto 30 todo se hace más difícil. Lo importante es pensar poco.

El maratoniano dice que en el kilómetro 30 llega el muro. En un Ironman, en el que antes de la maratón el triatleta nada 4.000 metros y corre en bici 180 kilómetros, ¿el muro llega antes?

El de Sudáfrica no cuenta porque desde un principio estaba mal, pero el año anterior en Lanzarote comencé a pasarlo mal a partir del kilómetro 23 y puedo asegurar que es horroroso. Sin embargo, este año fue diferente. Hasta el kilómetro 24 iba muy bien y la gente estaba preocupada, y en los últimos diez fui a tope. Las sensaciones fueron excelentes. Todo el trabajo del invierno dio sus frutos. Además, debo reconocer que todo el mundo me estaba animando. Fue increíble.

¿Se está haciendo un nombre en la larga distancia?

Con estos resultados creo que sí. Lo noté en la ceremonia inaugural, porque las muestras de cariño fueron muchas. Triatletas con mucho prestigio se interesaron por mí.

¿La larga distancia es su hábitat natural?

Cualquier triatleta sueña con ser olímpico cuando es pequeño y yo lo hacía con competir en el Ironman de Hawaii (el más importante del Mundo). Creo que mi época en la distancia olímpica se había terminado. Era todo muy rutinario. Estaba muy limitada y ahora es diferente. Es todo más personal. Yo sola me puedo ir labrando mi futuro. Mi entrenador en aquel momento decía que era muy joven para hacer larga distancia, pero hace casi dos años disputé el Campeonato de España y me quedó claro que mi mundo era este. Hacía distancias olímpicas porque había que hacerlo, pero ahora estoy haciendo lo que realmente quiero hacer.

¿Cuántas veces ha soñado con Hawaii?

Muchas. Muchísimas. Desde pequeña tengo en mi habitación una foto de Chris McCormack entrando en la meta del Ironman de Lanzarote, ese es mi gran objetivo. El sueño que tengo desde niña.

Último kilómetro del maratón del Ironman de Lanzarote, ¿en qué pensaba?

Fue muy especial, pero no solamente el último kilómetro sino desde el primero, porque las sensaciones eran excelentes. El maratón suele ser un sufrimiento y, sin embargo, esta vez fue una gran alegría. A falta de 500 metros me abracé a mi entrenador y antes de entrar en la meta miraba a las gradas para ver a mis hermanas y no las encontraba porque me estaban esperando justo en la llegada. Abrazarme a ellas fue muy especial.

Si en 2014 está en la línea de salida de Hawaii, ¿en qué pensaría?

Que estoy donde quiero estar. Ese es mi sueño y a partir de ahí crecer. Ese Ironman es lo máximo. Estar allí sería un triunfo, pero yo no me conformo con nada. Aspiro siempre a lo máximo, aunque también soy realista.

¿Qué cualidades debe tener un triatleta de larga distancia?

Por encima de todo, tener las cosas muy claras. Ser fuerte psicológicamente, porque no todas las personas valen para entrenar solas y tener ganas de superarse. Los deportistas de alto nivel siempre queremos aspirar a lo más alto y luchar por lo que queremos.

¿Mira muchas veces su brazo izquierdo, en el que tiene tatuada la frase ‘prohibido rendirse’?

Me miro más el interior de la muñeca porque tengo la palabra ‘Tanit’, que es una diosa cartaginesa que fue el trofeo que me entregaron cuando quedé campeona de España de larga distancia en Ibiza después de hacer 115 kilómetros con la rueda pinchada. Es una palabra amuleto que me da fuerzas para saber que, aunque las cosas vayan mal, aquel día fueron peor y logré terminar.

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