La intrahistoria: El sueño de una prueba especial

Fernández Fiuza en el Olimpo de los ríos, el Sella

El pontevedrés se ha convertido en una leyenda en una prueba, el Descenso del Sella, única en el mundo ► Es presenciada por más de cincuenta mil personas y participan palistas de 22 países y está considerada como la gran cita del piragüismo de travesías

HAY COMPETICIONES que son su deporte en sí. Representan sus valores. El ciclismo no sería ciclismo si no existiera el Tour de Francia. El golf no tendría su esencia si no hubiera el Open Británico, o el triatlón no hubiera nacido si unos marines no hubieran decidido crear el Ironman. Todo eso es lo que significa el Descenso del Sella para el piragüismo, y un pontevedrés reina en ese Olimpo de los ríos. 

El Sella hace que el piragüismo sea mediático, que el mundo no sólo se acuerde de él cada cuatro años con motivo de los Juegos Olímpicos. El descenso creado por Dionisio de la Huerta hace que, por lo menos, una vez cada 365 días, este deporte sea de masas porque no sólo acapara la atención de una región, Asturias, sino de miles de personas de diferentes lugares de España y de otros países que peregrinan a Arriondas y Ribadesella para vivir en primera persona un acontecimiento que desde hace siete años es el reino de Álvaro Fernández Fiuza y su compañero Walter Bouzán. 

"De niño soñaba con disputar el Sella, y cuando me hice piragüista soñaba con ganarlo", confesó hace tres años, antes de convertirse junto a Bouzán en la pareja que más veces había conquistado el Descenso. El dominio sigue prologándose, algo que hace que esté dentro de la mitología de una disciplina y de una prueba que cada año presencian más de cincuenta mil personas.

"De niño soñaba con disputar el Sella, y cuando me hice piragüista soñaba con ganarlo"

Es imprescindible acercarse al puente de Arriondas para saber la trascendencia que tiene la prueba en la vida del piragüismo porque si no sería imposible de entender que más de un centenar de clubes de los cuatro puntos cardinales de España y de 22 países se den cita allí para bajar un río. 

El Sella es tan grande que hay muchos ‘sellas’. Hay el meramente deportivo y el de las tradiciones, entre otros. La mezcla de todos ellos es lo que hace que el Descenso sea tan trascendental. Cuando amanece en Arriondas se respira un ambiente especial. Se junta la resaca lúdica del día anterior con el despertar de los que han preparado la cita pensando hasta en el último detalle. 

Son cerca de las doce del mediodía cuando se leen las estrofas creadas por Dionisio de la Huerta, se canta el ‘Asturias, patria querida’ y se dispara el cañón, pero desde tres horas antes miles de personas van poblando su sitio en las dos orillas del río a la espera de que vayan llegando los piragüistas. Este año, Fiuza y Bouzán son los últimos en hacerlo, probablemente para quitarse la presión que le genera ser favorito. Al poco de escucharse el último aviso de presalida, sitúan su K-2 a la espera de que comience la 80 edición de una prueba que hace que sus participantes sean estrellas por un día. 

Forma junto a Bouzán la pareja más triunfal en la historia del Sella y en el horizonte tiene el récord de Julio Martínez

Cuando llegan al punto de los ‘cepos’ (así se denomina el sistema que se usa para la salida) todo es especial porque han llegado los campeones. Los que ostentan la condición de favoritos al triunfo porque llevan seis años consecutivos haciéndolo y porque dos días antes marcaron el mejor registro en la contrarreloj que establece las posiciones de salida, uno de los momentos más difíciles. "Es probable que en el comienzo no se gane la carrera, pero se ha perdido más de una vez", ha reconocido siempre el palista pontevedrés, que aunque vive en Oviedo, no pierde sus lazos con la ciudad del Lérez. 

Es por eso que este Sella es especial y tuvo "más presión" porque quería quitarse la espina de no poder estar en el Europeo de su ciudad. "Era la oportunidad de poder disputar por primera vez una gran competición en Pontevedra, delante de mis amigos, de mi familia. Fue doloroso", aseguró después de recorrer los 18 kilómetros que separan el puente de Arriondas del de Ribadesella. Lo hace ya con su séptimo descenso en el bolsillo. 

Si fueron cerca de 50.000 personas las que despidieron a los palistas en Arriondas, son más de 10.000 las que los reciben en Ribadesella. Entre todas ellas, hay tres que son muy especiales para Fiuza: su mujer, Laura, y sus dos hijos, Álvaro y Alejandro. Han vuelto a alzar los brazos tras cruzar el puente dedicado a la memoria del padre del Sella. Una nueva placa con su nombre se colocará en el paseo de los campeones, ese lugar que perdura al transcurrir del tiempo y que él estrenó en 2010, pero el triunfo de este año tiene otro sabor, probablemente por todo lo vivido. Se le nota en la mirada –como reza la canción–, en el beso con su mujer y en el abrazo con sus hijos. La leyenda de este río estará siempre unida a él. 

Con el permiso de Don Pelayo, como dicen los versos del Sella, este pontevedrés sigue haciendo historia palada a palada, planteándose objetivos, aunque no los diga. Forma con Bouzán la pareja más laureada y su siguiente reto será encontrar un nuevo dueto en un futuro, porque asegura que le queda cuerda para rato y porque los once triunfos del cántabro Julio Martínez cada vez están más cerca.

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