El adiós a un hermano

Amador Lorenzo, exportero del Pontevedra y del Barça, habla de la figura de Quini, más allá del fútbol, y de lo que les unió en el equipo catalán ▶Alexanco fue quien le comunicó el fallecimiento de su íntimo amigo

Amador Lorenzo, en una imagen de archivo. RAFA ESTÉVEZ
photo_camera Amador Lorenzo, en una imagen de archivo. RAFA ESTÉVEZ

Las despedidas nunca son fáciles. Menos aún cuando a quien tienes que decir adiós es a un amigo, a un ídolo y prácticamente a un hermano. Eso le ocurre a Amador Lorenzo tras conocer la noticia del fallecimiento de Enrique Castro Quini. El Barça les unió el mismo año en que ficharon junto Alexanco. Los tres se hicieron uña y carne y una parte de esa piña descansa ya en paz.

Quini era más que un futbolista. "Lo humano superaba a todo lo demás. Era mi amigo, tengo muchos recuerdos y vivencias trascendentes en mi vida con él", explica. "Fue una noticia inesperada porque hace poco que hablamos. Él estaba muy ilusionado porque tuvo hace unos años un percance serio, un cáncer, y lo había superado. Estaba fenomenal", cuenta Amador.

Pasaron tan solo cinco minutos desde el momento en que Alexanco le llamó para decirle que su amigo Quini estaba grave hasta que recibió la noticia de que había fallecido. "Fue un shock. Estamos tristes porque se ha muerto, pero yo estoy contento de haberlo conocido y de haber sido su amigo", dice orgulloso.

Cromo de Amador Lorenzo. ARCHIVO
Cromo de Amador en su etapa con el FC Barcelona


De hecho, el de Bueu recuerda que "lo más importante es su lado humano, en la relación que tenía con él no podría elegir un momento. Hasta últimamente no podíamos hablar por teléfono, porque nos poníamos a llorar. Era todo muy emocionante".

"Se lleva el cariño de todo el mundo. Él era consciente de que la gente le quería, pero no lo entendía. Decía yo no sé qué he hecho para merecer esto y yo le respondía: Brujo, no hay que hacer nada, hay que nacer para tener eso. Era una persona distinta, que se hacía querer. Fue una de las grandes figuras del fútbol, tenía carisma, lo tenía todo, pero era algo innato", asegura Amador.

Ahora, el que fuera portero del Barça se tiene que despedir de alguien que fue más que un amigo, fue un hermano para él. Compartieron el fútbol, pero también algunas de las experiencias que más le marcaron en su vida.

No es el único pontevedrés que recuerda a Quini. El ex árbitro y ahora taxista Rosendo Calvar cuenta que "cuando lo conocí se puso a hablar conmigo como si fuésemos amigos de toda la vida. Era una persona cercana, muy sencilla".

Quini se hace eterno en su despedida ante 14.000 espectadores en El Molinón. EFE
Quini se hace eterno en su despedida ante 14.000 espectadores en El Molinón. EFE


"Mantenía una buena amistad con él. Me enteré de la noticia viendo el fútbol ayer (por el martes). Al pensarlo, me vienen las lágrimas a los ojos. Me acuerdo de cómo siempre me decía: ¿Quieres más entradas? ¡Te doy las que quieras!. Siempre estaba pendiente de lo que necesitábamos, la suya era una atención muy especial. No es porque haya fallecido, pero era una persona digna de admiración".

"Me acuerdo de cuando fue el Pontevedra femenino a jugar allí, que a mí no me dejaban entrar en Mareo con el carné y lo llamé a él y pronto se puso a mi disposición para lo que hiciera falta. Con él hay un montón de anécdotas. Me acuerdo de cuando Villa jugaba en el Sporting y él decía ¡estos son unos pichafrías porque mira que tiene condiciones y se va a quedar aquí!, y al final mira a donde llegó Villa", asegura.

La figura de Quini ha marcado a estos dos pontevedreses al igual que a muchas otras personas. Era un hombre carismático, que se hacía querer y un ejemplo a seguir.

El secuestro: "Fue muy duro. Le marcó de por vida"

Quini no tuvo una vida fácil. Su hermano falleció hace 25 años "en un acto heróico, salvando a unos niños del agua y al final se ahogó él", cuenta Amador. Después, Quini pasó por un cáncer y lo superó. Acababa de recibir la noticia de que se terminaban las revisiones en Barcelona cuando falleció.

Sin embargo, en su vida hubo algo que le marcó todavía más. Se trata del secuestro del que fue protagonista en 1981. "Fue muy duro, pasamos 15 días con sus 15 noches en su casa, con Mari Nieves", recuerda Amador.

"Tuvimos mucha angustia porque no sabíamos el desenlace que iba a tener, no sabíamos cómo estaba, ni dónde. A él eso le marcó de por vida", añadió. Pero no solo a él, sino a todos los que compartían vestuario con él. En concreto a Alexanco y a Amador.

Los tres hicieron crecer entre ellos una relación que fue más allá de la amistad. El dolor por la pérdida es enorme, pero los recuerdos valen más y como dice el propio Amador, «me alegro de haber sido su amigo». Él se despedirá en unos días de Quini en una visita que tiene prevista a Asturias.

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