La temporada 2021-2022 comenzó para el Cisne Los Sauces como un año de "transición" en el que se iniciaba el cambio generacional que dejaba atrás a la plantilla que había logrado los mayores éxitos del club y en la que los jóvenes campeones de España se abrían hueco tras la salida de grandes pesos pesados del vestuario.
Desde el inicio se hizo un llamamiento a la adaptación de los nuevos jugadores y pese a que muchos de ellos ya sabían lo que era entrenar y disputar minutos con el primer equipo, todos los ojos estaban puestos en esos futuros -y presentes- talentos para ver como respondían ante su primer reto profesional. Con el recuerdo de la histórica temporada en Asobal y con la cautela de ver como respondía un equipo reformado, el Cisne arrancó el año sin pensar en objetivos ambiciosos y con la posibilidad de luchar por el ascenso en el horizonte, pero sin establecer retos grandes.
Sin embargo el inicio del curso ya invitaba a soñar, invitaba a creer que esa plantilla marcada por un cambio generacional podía dar muchas alegrías al club, a la ciudad y al balonmano gallego. Los primeros meses de competición se cuentan por victorias, el Cisne arrancó el año adjudicándose dos derbis, el primero ante el Novás y el segundo frente al Teucro y tras esos encuentros puntuó ante dos equipos llamados a estar arriba: el Villa de Aranda, que a la postre terminaría sufriendo más de lo esperado; y el Guadalajara, que finalmente terminaría adjudicándose una de las plazas de ascenso y regresando a la máxima categoría.
Casi dos meses tardó el equipo pontevedrés en cosechar su primera derrota. Fue en Alcobendas -que acabaría siendo su bestia negra en la primera vuelta- pero la mentalidad luchadora de los pupilos de Jabato no les hizo caer y volvieron a la senda del triunfo, consiguiendo cinco victorias más consecutivas que alimentaban el sueño del regreso a Asobal.
Pero no todo iba a ser un camino de rosas y pese a no bajarse del liderato en ningún momento el equipo local tuvo un momento de bajón. La lesión de Jorge Villamarín -un seguro en la pista y un líder en el vestuario- produjo momentos de dudas en la plantilla cisneísta. Fue en ese momento cuando el equipo blanco firmó sus peores números con una victoria y dos empates en los cinco últimos partidos de la primera fase. Esta racha se alargó al inicio de la segunda fase -en la que el Cisne pelearía por el ascenso y a la que llegó con 12 puntos en su casillero- con una derrota (UD Ibiza) y un empate (Málaga) en las dos primeras jornadas.
Sin embargo la reacción llegó, el ascenso comenzó a ser un objetivo claro y que se podía decir en voz alta y las victorias volvieron a llegar, recuperando su juego, su mejor cara y el liderato del grupo que le ponía primero en la carrera hacia la liga Asobal, demostrando que la nueva generación estaba preparada para grandes retos, para pelear por objetivos ambiciosos y para colocar al Cisne como el referente balonmanístico en Pontevedra.
Crecimiento. Ni en las mejores quinielas del club se hubiese pensado que los cambios realizados en la plantilla iban a dar tanto resultado. Lo cierto es que el Cisne partía con un cartel de favorito en la espalda debido a que era uno de los descendidos, pero la precaución estaba al orden del día debido a que la plantilla poco tenía que ver con la que hace dos años logró el primer ascenso a la élite y tampoco con la que el pasado año debutó en Asobal.
Sin embargo el trabajo de cantera del club hizo que esos pequeños talentos que subieron al primer equipo llegasen preparados para ser los sustitutos ideales de los Simón, Ramos, Gayoso, Chapela... Si echamos la vista atrás podemos observar el gran número de cambios que hay en el siete inicial del Cisne. Con respeto al año del primer ascenso, y el de Asobal, se mantiene la portería y gran parte de la primera línea (con Chan y Preciado, más la incorporación de Andrés tras recuperarse de la lesión de rodilla). Sin embargo los cambios significativos se pueden observar en los extremos y el pivote.
Otra posición que sufrió variaciones fue la del pivote. Con la marcha de Dani Ramos, indiscutible tanto en el último año en División de Honor Plata como en Asobal, el Cisne tuvo que buscar soluciones. Si bien es cierto que el año se inició con la llegada de Yevhen Lysak la marcha del ucraniano dio más posibilidades a Daniel Virulegio -que se lesionó ante el Barça B- y a Román Arboleya.
Dos ejemplos más de que el cambio generacional se notó en cuanto a la media de edad de la plantilla, pero no en cuanto al rendimiento.
Todos estos factores, unidos al liderazgo de Jabato desde el banquillo, llevaron al Cisne Los Sauces a plasmar una temporada idílica, demostrando que, pese a la fuerte caída del Teucro como institución, Pontevedra no ha perdido un referente en balonmano. El Cisne se ha ganado su corona a pulso, demostrando la buena salud existente en un club que vuelve a hacerse un hueco en la élite a base de trabajo y esfuerzo.
Además de atraer a grandes talentos nacionales, como es el caso de Carlos Ocaña, Marko Ojeda o Abián Rodríguez, para reforzar su cantera y producir talentos para el primer equipo, el Cisne también ha sabido moldear a sus propios jugadores hasta conseguir que su conjunto sénior se nutra de esas perlas blancas.
Futuro
Prueba del buen estado de forma es la triple corona que este año lograron los equipos infantil, cadete y juvenil a nivel autonómico, logrando una nueva clasificación para los sectores nacionales. Si bien es cierto que es habitual ver a un conjunto cisneísta en dichas fases cada año, lo cierto es que la de este año es la primera triple corona autonómica que abre la puerta a soñar con que el primer equipo siga nutriéndose durante los próximos años.