El Dicsa Modular Cisne: un año en la élite nacional

Un repaso a una temporada que acabó con descenso a la División de Honor Plata
Los jugadores saludan tras caer derrotados ante el Cangas, uno de los momentos clave de la temporada. RAFA FARIÑA
photo_camera Los jugadores saludan tras caer derrotados ante el Cangas, uno de los momentos clave de la temporada. RAFA FARIÑA

El Dicsa Modular Cisne consumó este miércoles, con su derrota ante el Bidasoa Irún, su descenso matemático a División de Honor Plata a falta de cuatro jornadas para la finalización de la temporada. Un descenso matemático que pone el punto y final a la aventura cisneísta en la élite, en un año complicado lleno de altibajos y con varios momentos que fueron clave para llegar a este desenlace final.

Decisión del Comité Nacional


Cuando el covid-19 llegó al mundo para cambiarlo por completo y se llevó a cabo la paralización de todas las competiciones, el Cisne marchaba primero en División de Honor Plata. Un primer puesto que le otorgó la posibilidad de jugar en la máxima categoría como premio a su gran temporada.

El Comité Nacional se reunió el 4 de mayo de 2020 dando luz verde a la idea de que lograsen el ascenso los dos primeros clasificados de Plata y haciendo posible el sueño del conjunto pontevedrés de debutar en la máxima categoría. Ya solo quedaba conseguir el colchón económico necesario para hacerlo real y tras un gran esfuerzo, y la llegada del Dicsa Modular como principal patrocinador, el Cisne logró todo lo necesario para debutar en la Liga Asobal.

Victoria en O Gatañal


El 12 de septiembre de 2020 el Cisne disputó la segunda jornada liguera en la máxima categoría. El conjunto blanco visitaba O Gatañal para disputar su primer gran derbi gallego en la élite tras haber caído derrotado en el primer encuentro ante el Granollers.

Sin embargo fue en el pabellón de Cangas donde los pupilos de Jabato dieron la primera sorpresa del curso al imponerse al equipo de Nacho Moyano. Con un resultado final de 26-33, el Cisne conseguía sus dos primeros puntos en Asobal y demostraba que podía dar mucho que hablar con una plantilla sin experiencia, pero que se conocía a la perfección.

Primer confinamiento


En un año marcado por la crisis sanitaria el club sabía que en cualquier momento podía ser víctima de un confinamiento y, pese a hacer todo por evitarlo, llegó. El 7 de octubre el Incarlopsa Cuenca visitó Pontevedra y a la mañana siguiente alertó de que, tras el viaje, varios jugadores habían sufrido síntomas de coronavirus y los primeros resultados de las pruebas habían dado positivo.

En ese momento el Cisne decidió aislar a la plantilla y realizar las pertinentes PCR. El domingo 11 de octubre el bloque pontevedrés confirmó el primer positivo y tras él fueron salieron más hasta completar los siete positivos finales, tras una cuarentena que se alargó más de la cuenta y que obligó al aplazamiento de varios partidos que hizo a los blancos vivir una odisea de encuentros cada tres días para recuperar los duelos.

Además este confinamiento supuso que David Chapela, uno de los pocos jugadores del equipo con experiencia en Asobal, decidiese abandonar de manera definitiva el equipo y el balonmano por miedo a un contagio que afectase a su negocio.

Momento álgido de la temporada


Tras vivir momentos complicados por el confinamiento y el posterior carrusel de partidos, el Dicsa Modular Cisne comenzó a encontrarse a sí mismo y empezó a cuajar buenos encuentros y conseguir resultados positivos.

El final de la primera vuelta fue el mejor momento de los blancos en Asobal. Todo se inició el 28 de noviembre cuando lograron rescatar un punto en la pista del Sinfín empatando 24-24 en un duelo del que pudo arrancar un triunfo pero que sirvió para sumar su tercer punto de la temporada.

Tras este encuentro el conjunto blanco recibió en casa al Balonmano Nava, un choque clave para confirmar su mejoría y que finalizó con la segunda victoria de los pontevedreses en la máxima categoría. Un resultado final de 28-25 dejaba al Cisne muy bien posicionado en la pelea por la salvación puntuando ante dos rivales directos, pero aún quedaba más. Tan solo tres días después del Cisne recibía al Villa de Aranda, un viejo conocido, y el bloque blanco cerró su carrusel de duelos directos con una victoria de infarto ante los del Aranda del Duero. Pablo Gayoso marcó, a falta de dos segundos, el gol definitivo que daría la victoria a los blancos por 31-30 y que supondría llegar a la cifra de los 7 puntos, de los cuales 5 se consiguieron en apenas una semana.

Segundo confinamiento


Tras el parón de navidad, la liga no regresó hasta el mes de febrero debido a la disputa del Mundial de Egipto, cita en la que Álex Chan no pudo estar debido a un brote de coronavirus. El primer encuentro del Cisne en casa tras este descanso de la competición se tenía que haber disputado el día 6 de febrero, pero sin embargo las pruebas PCR realizadas a la plantilla antes del mismo detectaron un positivo en covid y el equipo tuvo que pasar por un segundo confinamiento, del que salieron el día 17 y que supuso un mazazo enorme para el club blanco ya que se encontraba en un buen momento de forma y los fichajes realizados habían empezado a trabajar con el grupo.

El regreso a la normalidad fue complicado para los blancos que, en el primer duelo tras la segunda cuarentena, cayeron de manera abultada ante Puerto Sagunto (35-23) y se encontraron con serios problemas para encontrar su buena versión.

Lesión de Andrés Sánchez


Otro de los momentos clave en la temporada blanca en Asobal llegó con la grave lesión de uno de los pilares del bloque de Jabato. El lateral Andrés Sánchez sufrió una torcedura en su rodilla nada más volver a los entrenamientos tras el confinamiento.

Desde el primer momento las sensaciones no eran buenas y el 2 de marzo las pruebas realizadas confirmaron el peor de los pronósticos y es que el jugador blanco sufría una rotura total del ligamento cruzado anterior y afectación del menisco externo de su rodilla derecha, que le obligó a pasar por quirófano y a perderse el resto de la temporada, dejando así un hueco bastante grande en la plantilla blanca.

Caída en picado


Tras una temporada irregular el Cisne se encontraba en un momento de auténtico bloqueo mental. Sobre la pista apenas le salían las cosas y los resultados no acompañaban para salir del pozo y en una semana clave para engancharse a la permanencia las cosas salieron del revés y el conjunto blanco se vio abocado al descenso.

Después de la derrota ante Puerto Sagunto no era capaz de enderezar el rumbo y cosechó tres más ante Anaitasuna, Bada Huesca y Logroño. Sin embargo el último golpe llegó en una semana clave para la permanencia con dos duelos directos ante el Frigoríficos y el Nava, una ocasión para dejar atrás los fantasmas y dar un golpe sobre la mesa.

En el derbi ante el Cangas el Cisne sufrió el primer puñetazo directo, sucumbiendo ante un conjunto de O Morrazo mejor que se llevó la victoria por 20-24 y la herida se hizo más grande cuatro días después cuando en Segovia los blancos cayeron ampliamente ante Nava por 29-19. Dos dolorosas derrotas que les dejaban con pie y medio en Plata y se sumaban a las siete anteriores, haciendo un total de nueve consecutivas.

Descenso matemático


Y este miércoles llegó el punto y final, la derrota ante el Bidasoa certificó, un año después del comienzo del sueño, el descenso matemático a la División de Honor Plata. Un encuentro al cual el Cisne llegaba ya sentenciado y que suponía solamente un mero trámite.

Ahora al conjunto blanco le quedan cuatro partidos más para disfrutar de la máxima categoría, para cerrar con buen sabor de boca su primer año en la Liga Asobal y redimirse de los malos momentos.

Un capítulo con un final agridulce que, pese a las adversidades y problemas, quedará escrito en las hojas de historia del Cisne.

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