"Estoy eufórica. Siento una alegría que no puedo describir. Sé que suena exagerado, pero cuando recibí la llamada de la mutua y me dijeron que no tenía el ligamento roto me puse a llorar y a gritar. Estas últimas horas fueron de las peores de mi vida. Llamé por la mañana ya por si estaba el resultado", apuntaba el martes Antía Pérez, horas después de conocer el diagnóstico de la lesión más feliz de su vida.
Y es que la futbolista del Poio Pescamar ya se ponía "en lo peor". "Pensaba en volver a pasar todo lo que pasé ya dos veces y me parecía que iba a meter la cabeza en un hoyo del que no tenía pinta que fuese a salir", reconoce Pérez, que tenía unas "sensaciones malísimas". "Mis padres ya estaban hechos a la idea. Cuando hablé con ellos, mi padre incluso lloró ya conmigo. Mi madre era la única que mantenía un poco la esperanza, porque decía que no podía tener tanta mala suerte", expresa la jugadora, que en las últimas horas ha recibido numerosísimas muestras de cariño ya por adelantado, previendo de nuevo una larga dolencia que finalmente no será tal.
Mañana Antía acudirá a la clínica para que el doctor le ofrezca el diagnóstico completo y el tiempo estimado de recuperación. Pero todo apunta que con dos semanas y media todavía hasta la disputa del hipotético play-off de ascenso, la ourensana incluso podría llegar. "Si lo jugamos, solo participaré si me veo en buenas condiciones", adelanta.
La ourensana ve a su equipo "con ambición". "Se tiene que demostrar todo el trabajo que hemos hecho desde septiembre, con siete sesiones a la semana. Podemos ganar a cualquiera", dice.