La árbitra más rápida de España

Eugenia Gil Soriano, elegida a sus 25 años mejor colegiada de la Liga Iberdrola de fútbol por Marca, defiende los colores de la Sociedad Gimnástica como especialista de los 400 metros lisos, prueba en la que ha sido campeona de Galicia en múltiples ocasiones
Eugenia Gil Soriano, posando junto a su camiseta de colegiada de la RFEF y la de la Gimnástica. ADG-MEDIA
photo_camera Eugenia Gil Soriano, posando junto a su camiseta de colegiada de la RFEF y la de la Gimnástica. ADG-MEDIA
Eugenia Gil Soriano se ha convertido en una de las referencias del arbitraje español. La colegiada coruñesa ha sido elegida la mejor de la temporada 2020-21 en la Liga Iberdrola por el diario deportivo Marca.

En parte, su éxito radica en su educación deportiva. Y es que Gil Soriano compagina el arbitraje con otra de sus pasiones: el atletismo. Se ha proclamado campeona absoluta de Galicia de 400 metros lisos en varias ocasiones y a sus 25 años trabaja para reeditar viejos laureles con la camiseta de su actual club: la Sociedad Gimnástica de Pontevedra.

Su fichaje por el club pontevedrés se gestó a su regreso de Estados Unidos, donde corrió para la Universidad Robert Morris de Pittsburg. En Norteamérica también siguió con su formación arbitral, en un país con gran seguimiento por el fútbol femenino.

"Desde los once años me he fijado en la Gimnástica. Trabaja desde la base, es de confianza, humilde y con valores"

Con su salto a la categoría sénior, le surgió la necesidad de competir en División de Honor o Primera División. "Recibí varias ofertas, pero los clubes con vinculación con el fútbol o que llevasen escudos o logos de equipos de fútbol no podían ser. Surgió la oportunidad de la Gimnástica y la aproveché", aclara la coruñesa, que solo tiene elogios para la entidad a la que representa.

Eugenia Gil Soriano, posando con su camiseta de colegiada de la RFEF. ADG-MEDIA"Desde los once años me he fijado en la Gimnástica: trabaja desde la base. Casi todas las niñas que están en el club llevan en él desde pequeñas y han crecido con él. Todo lo que ha conseguido y todo lo que es ha sido gracias al trabajo que hay detrás. Es un equipo de confianza, humilde y con valores que da oportunidades a la gente para vivir el atletismo".

Desde Pontevedra llovieron los mensajes de apoyo a una mujer que, por su carácter, se hace querer por quien la rodea. "Ellos han vivido mi premio como si fuese yo misma. Me enorgullece que siempre estén animando y pendientes de mis éxitos en el arbitraje".

Su objetivo atlético es seguir siendo competitiva y volver a pelear por el autonómico de 400 que se le escapó el año pasado después de atravesar una etapa de problemas físicos, aunque tampoco le quita el sueño. "Estoy enfocada en disfrutar y dar lo mejor de mí misma. No puedo dedicarme al 100 por ciento como anteriormente, pero estamos trabando en una buena línea y daremos guerra".

En el pasado curso pudo participar en las tres jornadas de Liga con la Gimnástica, haciendo encaje de bolillos para compaginar el atletismo, su trabajo y el arbitraje.

Como árbitra ha vivido grandes experiencias. Además de dirigir en la máxima categoría femenina, pita en Tercera División. Nunca ha tenido problemas con los varones. O no más que con las mujeres. Desmonta tópicos: se siente tan respetada por unos como por otras. "A veces pienso que los chicos son más respetuosos. Aunque es normal que haya momentos difíciles, porque ellos quieren conseguir sus objetivos. Pero lo que pasa en el campo, se queda en el campo", sentencia.

"Cuando hago mi trabajo (arbitrar), me da igual que me estén esperando fuera. Para eso soy muy valiente"

Como toda persona con sentido común lamenta el comportamiento y los insultos de la grada, especialmente desagradables cuando se dirigen a miembros femeninos del colectivo. "Hay que tener respeto. No se puede despreciar el trabajo de la gente. Cuando eres joven, recibes más críticas, porque estás empezando y te equivocas. Y aún hoy es imposible que aciertes siempre. Hay jugadas límite y polémicas. Como juez nuestra obligación es hacerlo lo mejor posible siendo imparciales".

Es una colegiada dialogante, que ha aprendido de sus experiencias. "Me considero cercana. El atletismo me ha aportado esa sensación de sentirme deportista y empatizar con el futbolista. Intento ser comprensiva y dialogante, pero sabiendo cuál es mi rol. Y con cada jugador tienes que tener un enfoque diferente. A veces hay más tensión y se vive todo con más intensidad, y ahí tienes que ser más seria y no tan cercana. Pero me gusta mucho hablar: ayuda a los jugadores y también a mí".

Nunca se ha sentido amenazada físicamente ni por el público ni por los deportistas, aunque "en la zona de la costa se vive de una forma más intensa el fútbol. Hay algunos campos del antiguo fútbol. Pero no soy una persona que tenga miedo. Soy bastante echada para delante. Cuando hago mi trabajo, me da igual que me estén esperando fuera. Para eso soy muy valiente". Por ello, por su condición física y por su tono, Gil Soriano se ha convertido en una referencia del mundo arbitral.


"En el colegio era la chica que jugaba al fútbol"

Eugenia Gil Soriano, posando junto a su camiseta de la Gimnástica y de colegiada de la RFEF. ADG-MEDIA

Gil Soriano creció en un entorno de amor por el fútbol, en una familia de varios hermanos en los que el amor por el deporte era contagioso. "Me gustaba mucho, por mis hermanos. En el colegio era la chica que jugaba al fútbol y también me gustaba correr". Así, hasta que su profesor de Educación Física y entrenador la vio en acción "en las clases, vio que tenía velocidad y resistencia en los test de Cooper y que tenía coordinación". Y la convenció para comenzar a entrenar. Su madre hizo el resto. Tuvo que elegir entre el atletismo y jugar al fútbol. "A hacer atletismo podía ir andando junto con mi hermano mellizo. Y así empezamos los dos juntos".

Admite que le queda una espina clavada. "Siempre me reproché a mí misma el no haber jugado a fútbol en un equipo y a un nivel competitivo. Sé que por mis cualidades cuando era pequeña, me habría ido bien".

Pero su conocimiento del fútbol y su cultura deportiva le allanaron el camino hacia el arbitraje. "Mis hermanos empezaron a ser árbitros. Les dijeron de ganarse un dinero y hacer deporte. Me contaron que era una gran experiencia, que había muy buen ambiente en el colectivo", quien lo haya probado, lo sabe.

Otra vez su madre le dio el último empujón y la convenció. "Empecé para disfrutar, para aprender algo diferente, conocer otra gente y otra forma de hacer deporte. Con el paso del tiempo, cuando algo te gusta, trabajas en ello. Pero al principio solo pensaba en estar con mis amigos. No pensaba en llegar a nada".

Y aunque es reconocida como una de las mejores de España y su progresión es notable, sigue sin marcarse más metas que el domingo a domingo, como si fuese la Cholo Simeone de los árbitros. Nada de Champions o de pitar en Primera masculina.

"Mi objetivo es hacer mi mejor temporada: intentar dar lo mejor para el colectivo arbitral y para los equipos, que entrenan duro y se merecen un buen arbitraje, tanto en Primera Femenina como en Tercera".

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