El partido inaugural del Pontevedra ante la Gimnástica Torrelavega (1-2) del pasado fin de semana fue una prueba a nivel futbolístico, pero también físico. A estas alturas, con la carga de una pretemporada especialmente exigente todavía en las piernas, los jugadores notaron la fatiga con el paso de los minutos.
Además, en un contexto de juego como el de la segunda parte, con el equipo volcado en busca de soluciones ante una defensa cerrada, Yago Iglesias necesitaba más que nunca los refuerzos desde el banquillo. Allí estaban, entre otros, Valentín Jaichenco y Hugo Padín, que gozaron de buenos minutos, pero que no dejan de ser todavía dos futbolistas muy jóvenes del filial con poca experiencia en este tipo de encuentros a este nivel.
El Pontevedra apostó por la confección de una plantilla corta, con tan solo 18 futbolistas con ficha del primer equipo –sin contar a Libasse Guèye, que ni está ni se le espera–, más otros tres con ficha del filial, pero en dinámica del primer equipo.
Desde el club se ha insistido en la importancia de la cantera esta temporada, pero que jugadores como Jaichenco, Padín o Víctor Casais, que el domingo se quedó en la grada, tengan ya la responsabilidad de desequilibrar partidos de alta exigencia en Segunda Federación puede ser una carga excesiva.
Por otra parte, la posibilidad de que aparezcan lesiones está siempre presente. Borja Domínguez fue el primero en caer, tras un mal gesto en un control que lo hizo llevarse la mano al isquiotibial y requerir el cambio. También mostró signos de fatiga evidentes Chiqui, que abandonó el campo en la segunda mitad ya acalambrado.
Además, uno de los integrantes del banquillo era Javier Hermelo, que viene de recuperarse de una lesión a lo largo de la pretemporada y llega sin el rodaje suficiente al inicio liguero.
Lado positivo
A pesar de todo, contar con una plantilla corta no solo tiene desventajas. El primer punto positivo es la fortaleza del grupo. Es más sencillo generar ese sentimiento de unidad en el vestuario con un conjunto de jugadores más pequeño. De momento, todos parecen estar en la misma página y en el barco de Iglesias.
Por otra parte, aunque cargar de responsabilidad excesiva a los más jóvenes puede resultar arriesgado, lo cierto es que minutos como los del domingo, de máxima exigencia, pueden ayudar a estos jugadores a ganar las tablas que necesitan para asentarse poco a poco en la categoría. Sin ir más lejos, Jaichenco y Padín refrescaron el ataque de los suyos y fueron capaces de generar varias ocasiones en un contexto bastante desfavorable.
Además, siempre que las lesiones respeten al equipo, el hecho de contar con un número de jugadores relativamente reducido permitirá a Iglesias establecer un once habitual, favoreciendo las sinergias entre las distintas piezas y reforzando los roles de cada futbolista.
Esto no implica que los jugadores no utilizados por el técnico en el primer partido vayan a tener pocas opciones de entrar en la alineación, ni mucho menos. El propio Iglesias reconoció tras el encuentro que siguen "en construcción". Ninguno de los inquilinos del banquillo el domingo bajan el nivel del once inicial dispuesto sobre el césped, otra de las ventajas de contar con una plantilla corta, con lo justo y necesario. No deja de ser un plan arriesgado, pero con ese plan aborda Iglesias la categoría con el objetivo del ascenso.
El segundo ni siquiera estuvo en el banquillo. De ambos, sin embargo, se acordaron los aficionados cuando peor iban las cosas para el equipo. Hay que relativizar sus ausencias, pues se trata solo del primer partido de temporada, pero puede ser indicativo de la renovación que el club ha llevado a cabo este verano en todos los sentidos.
De cualquier modo, Álex González hizo un buen papel en la segunda mitad y más de uno echó en falta la contundencia de Churre en defensa.