Del barro a la gloria en un cuarto de siglo

El Poio Pescamar celebra sus Bodas de Plata asentado en la élite del fútbol sala estatal y soñando con ganar un título nacional ► "Se rompieron muchas barreras. Había estigmas y aquellas jugadoras fueron pioneras", destaca su presidente, Juanjo García
Las jugadores del Poio celebran un gol en la final por el ascenso del 2013. ARCHIVO
photo_camera Las jugadoras del Poio celebran un gol en la final por el ascenso del 2013. ARCHIVO

Hace un cuarto de siglo, un grupo de cuatro amigos que gestionaba la Asociación Juvenil Ateneo Corredoira de Combarro decidió, sin mayor motivación que ampliar la actividad de la agrupación, montar un pequeño equipo de fútbol sala femenino. Lo que ninguno de ellos sabía es que 25 años después, aquel humilde conjunto construido a partir de un anuncio en un bar y que empezó a dar sus primeros pasos en la pista de asfalto del cole de Chancelas estaría asentado en la élite estatal, habría ganado tres Copas Galicia y soñaría con quitarse la espina de conseguir un gran título. Ese equipo es el Poio Pescamar, un conjunto con un desarrollo paralelo al del deporte femenino en un país en el que el año 1997 ser futbolista mujer todavía no era una práctica normalizada.

"Por aquel entonces era súper difícil convencer a las familias de que dejasen jugar a las chicas. Tenías que ir puerta a puerta casi rogando", apunta Juanjo García, actual presidente y uno de aquellas cabezas pensantes que sembraron el germen del actual Poio Pescamar. "Poco a poco, fue apareciendo gente. Se rompieron muchas barreras, porque en aquel entonces había estigmas. Aquellas mujeres fueron pioneras. Hoy nos quejamos, pero hace 25 años sí que había penurias. Yo siempre digo que hubo jugadoras de aquella época que podrían haber vivido del fútbol sala. Pero les tocó aquel momento", lamenta García.

Tras un año entrenando, el Poio empezó a competir en la recién nacida Liga Asfusa femenina: "David y Bernardo Acevedo crearon aquella competición y nos llamaron. Fue un proyecto muy bueno. Poquito a poco fuimos creciendo y al año siguiente creamos una sección sub-16. Luego entramos con el primer equipo en la Provincial de Vigo. Llegaron las ganas de ganar, empezamos a captar jugadoras de un entorno más amplio y subimos a Preferente".

Entonces, la RFEF estructuró una Primera y una Segunda División y el Poio ascendió al segundo escalón. "Ahí nos cambió todo. Empieza la inversión. Vienen jugadoras del resto de España o de Portugal, pagamos pisos...", expresa el presidente. Todo para acabar saltando en 2013 a Primera División en una mágica eliminatoria contra el Rubi, con el apoyo de 150 personas en Cataluña. "Fue nuestro momento más emotivo", recuerda Juanjo, que desde entonces ha logrado mantener al equipo diez años consecutivos en la máxima categoría y convertirlo en "una referencia" a nivel estatal para completar el viaje del barro a la gloria.

"El esfuerzo sí merece la pena: es reconfortante"

La primera plantilla del Poio en la Liga Asfusa de 1998 junto a Juanjo García, Xabi Murillo, 'Tita' Cortegoso y 'Paqui', promotores del club. ARCHIVO
La primera plantilla del Poio en la Liga Asfusa de 1998 junto a Juanjo García, Xabi Murillo, 'Tita' Cortegoso y 'Paqui', promotores del club. ARCHIVO

25 años después de empezar con el proyecto, Juanjo García reconoce que pese al enorme trabajo que implica sacar adelante un club "el esfuerzo sí merece la pena". "Es reconfortante. Sobre todo cuando asciendes, cuando llegas a una final de Copa de la Reina o cuando miras a la base. Estamos recibiendo muchas felicitaciones por el aniversario y es bonito que te consideren una referencia en este deporte", explica.

Por ello, de cara al futuro apunta que es "una obligación" que el club continúe vivo en el futuro. "Con quien sea. Que lo cojan y que siga ahí arriba, porque hay que mantener lo que hemos construido entre el trabajo de muchos", recalca el actual presidente, para quien "la paciencia" será clave para alcanzar, por fin, el ansiado título.

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