Un campeón por pura insistencia

El Pontevedra fue capaz de reponerse a un mal inicio y, a base de regularidad, dar la caza al Adarve hasta dejarlo atrás
Los jugadores del Pontevedra celebran un tanto de Álex González. JAVIER CERVERA-MERCADILLO
photo_camera Los jugadores del Pontevedra celebran un tanto de Álex González. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

Logró su objetivo de ser ascender y abandonar el purgatorio de Segunda RFEF. Y lo hizo, además, por la vía rápida: logrando el primer puesto de su grupo y evitando así el vía crucis de un play-off de ascenso que le habría condenado a cruzarse, con casi total probabilidad, con Arenas de Getxo, Lleida o Hércules ya en unas semifinales a partido único.

Se podrá ir de vacaciones el Pontevedra con la satisfacción del trabajo bien hecho y haber logrado un objetivo obligado, pero complicado. Porque más allá de las dificultades para ser primero en cualquier competición, la temporada del PCF nació de nalgas. Pero el equipo granate se revolvió ante un destino que apuntaba a ser trágico. Y pese a las turbulencias y el sufrimiento acabó siendo un merecido campeón. Un campeón por insistencia.

El Pontevedra finalizó la primera vuelta en segunda posición, a cinco puntos de un líder intratable. Logró el conjunto dirigido por Ángel Rodríguez arreglar su trayectoria y firmar unos notables números gracias a un sprint final antes del ecuador de seis triunfos consecutivos. Solventó con esa gran dinámica un mal inicio, con cinco encuentros consecutivos sin conocer la victoria. El equipo pontevedrés arrancó ofreciendo buen fútbol y sensaciones positivas por momentos en sus encuentros. Pero entre dimes y diretes, terminaba sin concretar los triunfos. Se le escapaban las victorias bien por su falta de pegada o bien por su tremenda facilidad para regalar algún error defensivo infantil por encuentro que sus rivales siempre penalizaban.

Al término de la jornada 5, el Pontevedra tenía únicamente cuatro puntos y estaba empatado con el colista. Y todo tras regalar un empate ante el Bergantiños en Carballo y no terminar de concluir una remontada en casa ante el Arenteiro, en un partido que al descanso iba 0-2. Allí, en una segunda mitad en la que el PCF estuvo muy cerca de levantar el partido, echó a volar el conjunto granate. En medio de las dudas, el bloque de la Boa Vila viajó a Luanco. Y con varios cambios en su once (Cacharrón, Miguel Román y Rufo, pasando a Álex González al lateral izquierdo), llegó un primer triunfo que disparó al bloque pontevedrés. Porque a ese triunfo le continuaron otros tres consecutivos. El PCF recuperaba terreno ante un Unión Adarve que ya iba modo apisonadora. Llegaba la jornada 10 y la revelación del campeonato recibía al principal candidato a campeonar. Podía el Pontevedra colocarse a un punto de ganar en el Del Bosque. Pero cayó siendo remontado. Y su empate ante el Navalcarnero en Pasarón a la semana siguiente le dejó, de nuevo, a siete puntos del liderato.

Debía volver a remar el conjunto de la Boa Vila. Y lo hizo con las citadas seis victorias consecutivas. La mejor racha de la temporada para cualquier equipo únicamente le reportó la posibilidad de pasar del quinto al segundo al término de la primera vuelta. El PCF escalaba, pero únicamente le recortaba dos puntos al líder. Nadie podía con el conjunto de Diego Nogales, uno de los mejores equipos de España en el ecuador de la competición.

Pero no desistió el Pontevedra, que volvió a arrancar con dificultades la segunda vuelta en un febrero que lo pudo tirar todo por la borda por muy planificado que estuviese el bajón físico. Porque ni siquiera la goleada ante el Arenteiro (1-5), en un partido complejísimo, terminó de convencer del todo. Pero superó a trancas y a barrancas ese segundo bache el Pontevedra tras caer, a principios de marzo, en Llanera (1-0). Y a partir de ahí, no volvió a hincar más la rodilla.

EL SPRINT FINAL. Fue clave que en ese momento de crisis, el Adarve no tomó una gran ventaja. El equipo madrileño también zozobraba. Y los seis puntos de diferencia a falta de diez fechas parecían una diferencia todavía salvable. Sobre todo porque el Adarve tenía que visitar Pasarón.

Y logró remontar el conjunto granate, en gran parte gracias a que en su gran Tourmalet, el equipo se quitó el estigma de no haber sido capaz de derrotar a rivales de la zona alta. Porque tras ver cómo el Coruxo le empataba en el tiempo añadido (2-2), fue capaz de ganar remontando al Unión Adarve (3-2) y superar a base de pragmatismo al Navalcarnero (0-2). De estar a nueve puntos del líder en el descanso del duelo entre ambos en Pasarón, a verse tan solo a uno.

Una jornada después, en la 29, el PCF fue capaz de alcanzar por fin el liderato tras de nuevo remontar al Real Avilés (3-2). Y aunque lo perdió tras visitar A Lomba (1-1), un nuevo triunfo sufrido ante el Langreo (3-2) terminó por dárselo definitivamente en la fecha 31. Luego llegó el agónico triunfo contra el Ceares (2-1) que, unidos a los dos últimos empates y a los tropiezos del Adarve, permitieron a los granates alcanzar ya virtualmente el trono merecido a falta de una jornada y certificar su condición ayer. No era para menos. Nadie puso más empeño.


La historia del pichichi Charles y su infalible escudero Rufo
No es el momento de la jubilación. Todavía no. Charles Dias sigue teniendo la mira afinada. El delantero brasileño respondió al cariño desmesurado que la afición granate dirigió hacia él con 19 goles que condujeron al bloque granate hacia su objetivo. 
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Charles y Rufo celebran un gol. JAVIER CERVERA MERCADILLO
Charles fue el máximo realizador de la competición: no solo del grupo I, sino de los cinco sectores de la Segunda RFEF. Su primera vuelta fue una auténtica locura. No dejaba de percutir la red rival como principal argumento ofensivo del Pontevedra en su caza del Unión Adarve. 

Pero el atacante no estuvo solo. Junto a él se encontraba Rufo. El madrileño fue el escudero perfecto del 18. Y eso a pesar de que las partituras de Ángel Rodríguez no eran particularmente proclives a hacer sonar a ambos instrumentos al unísono. 

La lesión de Rufo lo mantuvo más de dos meses lejos de los terrenos de juego, pero no agotaron su olfato. Acabó con trece dianas, con un trecho final de liga muy relevante en esa faceta, siempre aderezada con su insistente trabajo destinado a cautivar los corazones de Pasarón, que latían al ritmo de sus carreras infinitas. 

Con una pareja de tanto talento e implicación con la camiseta y en vena de acierto es complicado no aproximarse a los objetivos. Los dos entre el top-ten de realizadores del grupo acabaron convirtiéndose en la pareja más aterradora para las zagas enemigas y la razón más poderosa para soñar en la meta final.

 

La estrella ► Brais Abelenda 

19 goles entre los tantos que marcó y los que regaló. Pero también mucho más que eso. Brais Abelenda fue uno de los grandes nombres del Pontevedra este curso. Porque más allá de los rutilantes Charles y Rufo, capaces de concretar todo el juego ofensivo del conjunto pontevedrés, el exfutbolista del Compostela fue también un gran ejecutor. Pero al mismo tiempo, ejerció de planificador. Fue prosa y verso. Mariposa y avispa

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Brais Abelenda. ARCHIVO

Abelenda llegó a Pasarón como un futbolista en crecimiento tras su paso por el Compostela de Yago Iglesias. Bajo la tutela del técnico ribeirense, el actual 8 granate se convirtió en un futbolista de una dimensión superior. Porque a su capacidad para dañar en último tercio desde su disparo, su capacidad de pase y su potencia en carrera, sumó la habilidad para interpretar el juego desde la creación y la ocupación de espacios. 

Fue precisamente esa capacidad para moverse entre líneas la mayor virtud que aportó al engranaje del PCF. Abelenda arrancó, incómodo, como interior en un 4-3-3. Pero primero el giro de tuerca al 4-1-3-2 y posteriormente las ausencias de Charles o Rufo terminaron por ayudarle a encontrar su actual plenitud. Y es que partiendo desde la izquierda o, sobre todo, como segunda punta con libertad para aparecer al apoyo o al espacio, Abelenda acabó influyendo en todo el juego ofensivo del equipo. 

El de Val do Dubra fue el mejor socio para un Yelko Pino encargado de dirigir el juego desde un escalón inferior. Pero también permitió conectar a Alberto Rubio, Álex González, Charles o Rufo

TRIDENTE LETAL. A toda su habilidad para recepcionar y girarse en el lugar y el momento preciso o para aparecer al espacio siempre cuando tocaba le sumó cifras. Porque el coruñés terminó por completar un trío goleador letal junto a Charles y Rufo. Gracias a él, el PCF notó menos las reiteradas ausencias de uno u otro. 10 dianas y otros 9 pases de gol rellenan el currículum de un Abelenda absolutamente fabuloso en todos los aspectos. 

Precisamente por eso ha llamado la atención de muchos equipos de Primera RFEF, una categoría en la que ahora se estrenará con el Pontevedra salvo que llegue una gran oferta que interese a ambas partes. 

De no ser así, el Pontevedra ya tiene en casa a uno de sus referentes de cara al próximo curso. Será una de sus primeras temporadas al completo en la tercera categoría del fútbol nacional. Esa que, a sus 26 años, todavía tiene tiempo para que se le termine quedando pequeña. Para ello deberá mantener la progresión. Pero, sobre todo, no olvidarse de su esencia. Esa que le permite jugar en Pasarón como si fuese el jardín de su casa. Es lo que tiene amar tu deporte.

La revelación ► Miguel Román

Llegó por sorpresa. Sin previo aviso, en el primer amistoso de pretemporada ante el Estradense, saltó al campo en la segunda parte un joven desconocido entre las todavía extrañas caras de un Pontevedra renovado. ¿Quién era ese mediocentro de buena planta con manejo de balón aseado y posicionamiento correcto siempre por delante de la defensa? Lo que parecía ser un canterano más resultó ser, finalmente, una incorporación para el filial. Porque Miguel Román llegaba directamente del Choco de División de Honor Juvenil para reforzar al Pontevedra B y echar una mano al primer equipo. 

Miguel Román
Miguel Román. ARCHIVO

Pero pronto ese futbolista de Gondomar empezó a llamar a la puerta insistentemente. Le ayudó el hecho de que el Pontevedra del verano cojeaba en el centro del campo. Con Javi Rey, Romay y Abelenda en esa parcela Ángel Rodríguez buscaba un box to box para completar un cuarteto de centrocampistas para tres puestos y en el que Román partía como quinta opción. Pero pronto el ex del Choco y canterano del Rápido de Bouzas demostró que su puesto estaba, a día de hoy, muy cerca de la base de la jugada y lejos de recibir como interior, de espaldas a portería. 

Finalmente, su gran pretemporada acabó provocando que Román recibiese una de las fichas del primer equipo destinadas a los jóvenes. El mediocentro se llevaba el dorsal 5 en su primera temporada sénior. Y pocas veces más un número tuvo tanto sentido. Porque Miguel es un pivote de pura cepa. De corte y distribución —cada vez menos fácil—. Y lo demostró en cuanto tuvo oportunidades de manera relativamente constante. 

DE SUPLENTE A INDISCUTIBLE. El de Gondomar empezó como suplente y únicamente tuvo minutos en los primeros encuentros como interior, en momentos en los que era necesario dar oxígeno al centro del campo. Sin embargo, una ausencia de Rey le abrió un hueco en el equipo. Debutó como titular en la jornada 6 y su entrada coincidió con el despegue del equipo granate. Algo que provocó que ya no perdiese el puesto. 

No fue una casualidad la mejoría del PCF con él como mediocentro. Porque el gondomareño ofrece un perfil más defensivo que un Javi Rey que, a estas alturas de su carrera, es más completo que Román pero menos específico. Necesitaba el equipo granate un apagafuegos y lo encontró en Miguel, del que sorprendió desde el primer momento su aplomo para jugar como si llevase 150 partidos en la élite. 

Es ese desparpajo para competir sin complejos su gran cualidad, a la que une una muy buena interpretación táctica para acudir a las coberturas, sobre todo cuando el rival progresa por banda. Su timming de entrada es fabuloso, lo que le hace ser ganador en los duelos. Y con balón ha crecido tanto que ahora media España pone en él sus ojos. No es para menos. Con un año más de contrato, el PCF deberá estudiar qué hacer con él.

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