CARTAS A LA SRA. LOLA...

Ceresuela

Consiguió el gol del ascenso en 1963. Quizás ya hubiera bastado para ser leyenda, incluso, para justificar una vida. Pero el aragonés de Pontevedra, decidió que había que terminar lo que se comenzó

Ceresuela, saludando a la afición junto a otros exjugadores, en el homenaje de 2013 por el 50 aniversario del ascenso a Primera. RAFA FARIÑA
photo_camera Ceresuela, saludando a la afición junto a otros exjugadores, en el homenaje de 2013 por el 50 aniversario del ascenso a Primera. RAFA FARIÑA

MIÑA BENQUERIDA Sra. Lola:

Rafael Ceresuela, aragonés y pontevedrés, se nos fue. Pois sí, Sra Lola, con ese apellido de Cotobade non é. Loliña, xa o sei; ya me lo dijo muchas veces. Sra. Lola, que no quiere tanta reunión granate tan pronto y tan cerca.

Precisamente, ahora se nos va alguien que no sabía que iba a contribuir a que Pontevedra fuera referencia, muchas veces y por muchos, muchos años. Es la vida, Sra. Lola, o quizás, habría que decir que es la muerte. No hay que tener miedo a citarla por su nombre. Claro que nos tenemos que morir. Claro que quizás dejaremos huérfanos a alguien como también nos dejarán huérfanos a nosotros. Morir no es un problema, es una fatalidad. El problema es vivir sin vida.

Y aquí, justo aquí, es donde encaja Rafa Ceresuela. Fichó por el Pontevedra CF, cuando el Pontevedra era color sepia, cuando el fútbol se contaba por metros cuadrados, cuando ir a un partido era un momento de heroísmo. Ir al fútbol, tanto los jugadores como los espectadores, era un acto de fe. Todo era de otra forma en Pasarón, todo era de otro color. Quizás nos parezca incomprensible pero esa era la manera de llegar a dónde se quería.

Rafa Ceresuela llegó en el año 1962. Como muchos futbolistas, atraídos por un entrenador que nos cuenta algo que nos seduce. Así, es como llegó Ceresuela seducido por un entrenador que le aseguró que Pontevedra era su sitio. Para vivir, y para jugar, tanto monta o monta tanto.

El fútbol es la vida misma. Sus momentos de subida y sus cercanos malos momentos, tienen su paralelismo con nuestra vida. La vida de un equipo puede durar una semana, para entrar en otra nueva vida (semana), con su buen o mal momento. El fútbol es un concentrado de vida.

Cuando se pierde se desea no hablar de ello, que llegue rápido el próximo encuentro para olvidarse de la derrota anterior. Cuando se pierde se desea no hablar de ello, que llegue rápido el próximo encuentro para olvidarse de la derrota anterior Pero cuando se gana, ay Loliña, cuando se gana, entonces no hay horas del día para hablar.

Rafa Ceresuela, consiguió el gol del ascenso en 1963, precisamente ante el Celta de Vigo. Quizás ya hubiera bastado para ser leyenda, incluso, para justificar una vida. Pero el aragonés de Pontevedra, decidió que había que terminar lo que se comenzó. Aguantó un año más y de nuevo el Pontevedra, ahora sí, hai que roelo, volvió a la Primera División.

La vida misma; cuando tenemos problemas deseamos que escampe pronto, cuanto antes, rápido, para que llegue la nueva oportunidad, incluso para poder darnos una revancha a nosotros mismos. De forma paralela, en la vida se quiere pelear por el sentimiento placentero con acción mientras que en el fútbol se quiere ganar a la emoción negativa de una derrota con una victoria.

Ahora bien, no se trata de ganar por sí mismo, sino que se quiere experimentar el sentimiento placentero que conlleva hacerlo; no viene solo (autoestima individual y grupal, más incentivos, ilusión y todas las emociones que le queramos poner). Ganar es un medio para superar retos.

Luego, tras el descenso del año siguiente, Rafa Ceresuela seguiría en el equipo consiguiendo el segundo ascenso y permaneciendo en el club granate hasta la temporada 1968/1969, a cuya finalización dejó el club en Primera División, para terminar su andadura futbolística una temporada más en el Burgos. En total disputó 109 partidos de la competición liguera con el Pontevedra (55 en segunda división y 54 en primera), en los que consiguió 30 goles.

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