Victoria importante del Cisne en Santoña para poner fin a una racha de cinco jornadas consecutivas sin ganar. El equipo pontevedrés trabajó de manera impecable en ataque, fallando muy pocos lanzamientos a portería y dando pocas opciones a un Santoña que solo pudo plantar cara durante la primera parte.
El Cisne entró bien en el encuentro, intimidando al Santoña y castigando sus múltiples pérdidas de balón a la contra. La primera parte fue muy entretenida, con los dos bloques intercalándose en dominio y castigando a su oponente a base de parciales.
El Cisne fue quien llevó la voz cantante en el comienzo, con un parcial de cinco goles para abrir una pequeña ventaja en el marcador (3-7) que obligó al técnico local, Javier Cabanas, a detener el partido antes de que sus hombres empezaran a ser presa de los nervios. Las palabras desde el banquillo sentaron bien a los anfitriones, que dejaron de precipitarse en ataque, cerrando la puerta a más contragolpes a un Cisne que veía como su ventaja se reducía cada vez más hasta incluso verse por debajo en el marcador al filo del descanso (12-11). El guardameta internacional por Irán Barkhordari, fundamental en el juego del Santoña durante la primera vuelta, estaba empezando a entrar en juego para desgracia del bando cisneísta y esto devolvió la igualdad al duelo.
Pero el Cisne echó el resto en la segunda mitad. Aprendiendo de los errores de la primera media hora de juego, el equipo entrenado por Jabato demostró una faceta ofensiva totalmente infalible, haciendo mucho daño a una débil defensa locataria y sabiendo cómo frenar el juego con posesiones largas para jugar con las prisas del Santoña.
La escuadra lerezana volvió a la pista con un 0-3 que puso los cimientos de lo que fue una enorme segunda parte en la que al Santoña no le salían las cosas ni en defensa ni en ataque, mientras el Cisne hacía mucho daño desde la primera línea. Jugadores como Álex Chan y, sobre todo, Andrés Sánchez fueron auténticos puñales para una línea defensiva carente de intensidad y que se fue minando moralmente a medida que pasaban los minutos y el partido se ponía más cuesta arriba para los de casa.
Al Cisne le bastó con mantener a raya al pivote Javi García, máxima amenaza ofensiva del cuadro cántabro, que jugó el encuentro visiblemente molesto por una lesión que apenas le permitía correr en las transiciones. Con los hombres de Jabato siendo un vendaval anotador, el choque se fue hasta los seis goles de diferencia finales (24-30). El bloque pontevedrés volvió a celebrar un triunfo.
