El fútbol, como cualquier elemento social, no es ajeno a la realidad. Y en medio de la plena sexta ola de contagios por coronavirus, el balompié –igual que otros muchos deportes– ha tenido que frenar de manera drástica su ritmo. Mientras en las categorías de élite los positivos por covid no obligan a parar, lo contrario sucede en las divisiones amateur, donde un contagiado obliga a poner en cuarentena a todo el vestuario, a la espera de que los cribados determinen si ha habido o no transmisión.
De este modo, el pasado fin de semana 12 de los 31 partidos con equipos de Pontevedra y su área de influencia previstos entre Preferente, Primera Galicia, Segunda y Tercera tuvieron que ser aplazados. La cifra supuso un 38% del total, un porcentaje no visto hasta ahora, aunque hay que tener en cuenta que esta es la primera temporada completa para todos esos conjuntos que el pasado curso o no compitieron o lo hicieron en una liga exprés.
Este 38% de suspensiones creció con respecto al 22% de la semana anterior, pero llega justo antes del parón por Navidad. Unas vacaciones que suelen ser un período de reuniones, pero que servirán para vaciar los vestuarios y evitar que el covid se expanda más en el césped.
