Cuando el 'Realismo mágico' se agotó a orillas del Lérez

Hoy se cumplen 50 años del último partido del Pontevedra en Primera División, con resultado de 0-2 a favor del Mallorca
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photo_camera Cromos de los jugadores del Pontevedra de aquella temporada. ARCHIVO

Cualquier tiempo pasado fue mejor, se suele decir. Pero en ocasiones, el tiempo es tan pasado que son cada vez menos los que mantienen el recuerdo vivo en sus retinas. Y las historias inolvidables pasan a convertirse en cultura popular. Este domingo, el final de uno de los cuentos más bonitos que se recuerdan en la Boa Vila cumple medio siglo de vida. Porque hace exactamente 50 años, Pasarón y el Pontevedra vivían su último partido en Primera División. Fue el ocaso de la etapa dorada. El adiós de la generación del Hai que Roelo!. El fin de la narración y, a la vez, el inicio del proceso de conversión en leyenda, pues la incapacidad para repetir aquellas hazañas convirtió lo habitual en excepcional. Y demostró que aquello no había sido sino otro producto del Realismo mágico, la corriente cultural que mostraba lo irreal como cotidiano y que imperaba en la época.

Aquella historia que el equipo del pueblo se había empeñado en prolongar durante cinco temporadas consecutivas en la élite tuvo por último renglón el 0-2 contra el Mallorca. Celdrán, Hachero, Calleja, Amavisca, Luisín, Irulegui, Polo, García Saiz, Julián Roldán, Huerta y Plaza tienen el honor de conformar la última alineación del Pontevedra. Porque aquel fue el epílogo de la temporada en la que el PCF firmó su pasaporte indefinido a los infiernos. Casi un mes antes (29 de marzo), en el Metropolitano, dos goles de Luis Aragonés y Adelardo habían condenado matemáticamente al Pontevedra a regresar al final de su viaje en Primera. Era la crónica de una muerte anunciada. Curiosamente ejecutada por el Atlético de Madrid de Marcel Domingo, el técnico con el que el conjunto granate había logrado su segundo ascenso a la élite en Irún, cinco años antes. Fue el inicio de esta historia. El círculo se cerraba.

"Hay veces que se acierta y otras no. La base de aquel equipo fue la que ascendió en el año 1964, pero nos fuimos haciendo mayores", apunta Eduardo Calleja, el futbolista que más veces ha vestido la camiseta del Pontevedra en Primera División.

El equipo contaba con una plantilla bastante envejecida

El pontevedrés Suso Rodríguez, que tras comenzar en el club en Infantiles, acabó pudiendo disfrutar de los últimos años del equipo en la máxima categoría siendo aún joven, le secunda: "Empecé con Barros o Fernández. Vivimos el club desde muy jóvenes, así que fue muy especial llegar al primer equipo. Para nosotros, los jugadores que había eran unos dioses. Los mirábamos con admiración. Pero la plantilla envejeció. La renovación pudo haber sido más tranquila, pero en equipo pequeños es difícil hacer eso. La directiva intentó subsanar el problema, pero ya fue imposible".

Lo cierto es que buena parte de la culpa de aquella caída sí tuvo que ver con la edad. El Pontevedra comenzó su quinto curso consecutivo en la élite después de haberse salvado in extremis del descenso hacía unos meses. Cobo, Irulegui, Batalla, Cholo, Calleja, Martín Esperanza y Neme, puntales del equipo, superaban la treintena. Fuertes había fichado por el Valencia y para reforzar al equipo habían llegado Luisín, Hachero y Amavisca. Demasiado cambio.

Todo se torció desde el inicio. El Pontevedra no ganó en las nueve primeras jornadas, aunque fue capaz de empatar 0-0 ante el Barcelona en Pasarón. Entonces, otro francés, Louis Hon, cogió al equipo. Y a la décima llegó la vencida: primera victoria ante el Sabadell (3-1).

Marcel Domingo, artífice del ascenso granate años antes, era el técnico del Atlético de Madrid que consumó el descenso pontevedrés

Sin embargo, aquel triunfo no fue más que un espejismo. Los granates encadenaron 13 partidos más sin ganar y en marzo, el descenso estaba cantado. Entonces, el cuadro pontevedrés reaccionó con tres triunfos consecutivos. "Se luchó hasta el final", relata Suso. Pero aquel pleno tan solo permitió alargar una inexistente esperanza. Tras perder ante el Atleti en la jornada 27, con tres fechas todavía por disputarse, el Pontevedra decía definitivamente adiós a una categoría que pudo disfrutar por última vez en Pasarón contra el Mallorca, hace justo 50 años.

"UN EQUIPO MAJO". Más allá del final, gracias a sus seis temporadas en Primera, el Pontevedra mantiene el puesto 44º en la clasificación histórica española, con 180 partidos, 53 victorias, 44 empates y 83 derrotas. En total, firmó 150 puntos (las victorias solo sumaban dos, mientras que el empate computaba un punto, como en la actualidad). Además, anotó 165 goles y recibió 221. Unos registros que demuestran que basó su fortaleza en la solidez. "Fuimos un equipito majo. Un gran conjunto", sentencia Martín Esperanza, mito granate.

Más allá de la sensación general de resistencia que ofrecía, el Pontevedra fue capaz de firmar en algunas temporadas números muy por encima de las expectativas. Siendo recién ascendido, el equipo de Héctor Rial logró el premio honorífico de ser subcampeón de invierno y finalmente acabó séptimo.

Los granates volvieron a acercarse a aquel gran puesto dos cursos después. En la temporada 1967-1968, el bloque de la Boa Vila terminó en la octava plaza, a solo un punto del Athletic de Bilbao. Clave en aquella gran temporada fue su rendimiento en casa. Pasarón fue un fortín inexpugnable del que solo volaron cuatro puntos merced a cuatro igualadas. El equipo granate no perdió en casa.

Al año siguiente, el rendimiento bajó y la salvación llegó in extremis. Era el preludio de algo que se veía venir", como asegura Calleja. Fue el fin del Realismo mágico granate.

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