Carlos Menéndez, presidente por culpa del corazón

En el comienzo de los actos del 60 aniversario del Salgueiriños CF el fútbol gallego rinde homenaje, el sábado, al dirigente

"Hasta ahora primero era el club y luego yo, a partir de ahora eso debe cambiar". Así anunció, el pasado verano, Carlos Menéndez Ogando que abandonaba la presidencia del club que fundó sesenta años antes, el Salgueiriños. Un histórico del fútbol base que el sábado comienza a celebrar esa efeméride tan especial rindiendo tributo al culpable de que aquel grupo de jóvenes del barrio, que querían jugar al fútbol, se transformara en una institución imprescindible en Pontevedra y su comarca.

Carlos Menéndez Ogano. RAFA FARIÑA
Carlos Menéndez Ogano. RAFA FARIÑA

Carlos es una persona especial, diferente... Siempre ha estado a disposición de los demás. Forma parte de esa estirpe de personas que hacen que las cosas funcionen, que trabajan para que los demás disfruten y nunca, absolutamente nunca, piden nada a cambio.

Para que haya un partido de fútbol alguien tiene que organizarlo, para que un equipo tenga camisetas, alguien tiene que conseguirlas... y uno de esos es él. La mayoría de sus amigos formaron una familia, y él, el Salgueiriños, que también es una familia, además muy larga, y a la que todos se sienten orgullosos de pertenecer.

Comenzó en el Salgue muy joven y, como las grandes cosas de la vida, fue por una casualidad. No podía disputar partidos oficiales ya que por un problema cardíaco no le tramitaban la ficha. Cuando corría se asfixiaba, por lo que los compañeros le designaron como jefe. Al principio, el equipo lo llevaban entre todos, pero después se quedó solo.

Cuando regresó de un internado en Ciudad Real, la gente de su barrio jugaba en el San Mauro, disputaba sus partidos en Montecelo. Posteriormente, comenzó a celebrarlos en el Colegio Sagrado Corazón con una condición por parte de los curas: tenían que ir a misa. El propio Carlos confesó que "lo de la misa era lo de menos. Lo que queríamos era jugar al fútbol". Aquellos chicos tenían claro que si el requisito fuese correr cinco kilómetros, también lo harían.

El club surgió de una pandilla en la que estaban, entre otros, Modesto Refojo, Víctor o Cuco, que fue el que consiguió que Kanfort, a través de un funcionario de la Deputación que se llamaba Ángel Sandoval, regalara las primeras camisetas. También estaba Ricardo García Silva... Chavales que querían jugar juntos al fútbol. Como Cuco se ofreció a hablar con Sandoval para conseguir las camisetas se animaron. Posiblemente si no hubiese colaborado, el Salgueiriños no existiría porque ellos no podían comprar el equipaje.

Aquellas primeras camisetas, regaladas, eran amarillas y negras; el pantalón, negro y las medias, amarillas y negras; el siguiente equipaje que compraron era amarillo canario. El debate del cambio de las señas de identidad surgió un lustro después porque ese color era una plaga. El rojo no lo tenía nadie y se decantó por él, no solo por eso; sino porque era seguidor del Atlético de Madrid. Eso sí, no usó el rojo a rayas porque nunca le gustó.

En julio de 1967 aquellos chavales decidieron federarse porque en la agrupación en la que estaban solo había de juveniles hacia arriba. Elaboraron los estatutos, cumplieron con todos los requisitos, pero surgió un problema, Carlos era menor de edad, tenía 19 años y la mayoría estaba en 21. La solución fue falsificar la fotocopia del DNI para mandarla a A Coruña. En Pontevedra, un histórico del deporte local, Manolo Barreiro, le decía que se iban a dar cuenta, pero coló.

En más de sesenta años dedicados a la causa del Salgueriños hay muchos y grandes recuerdos, pero en su corazón hay un lugar especial para los dos años en el que el club participó en el torneo nacional que retransmitía TVE a principios de la década de los setenta. Y en la lista de amarguras el lugar preferente, y con mucha diferencia, está el no ascenso a División de Honor Juvenil a mediados de los ochenta, pero no por el resultado en sí, sino por la forma. Siempre creyó que hubo un exceso de confianza por parte del entrenador, Alberto Argibay, que impidió que aquella extraordinaria generación alcanzara la gloria.

El barbas, como le llaman sus más cercanos, aunque casi nunca en su cara, es de esos a los que se les echará de menos cuando no esté. Dueño de una personalidad especial y nunca conformista, por eso cuando se metió en política, en las filas de Independientes de Galicia con Rivas Fontán a la cabeza, "duró cinco minutos", porque es de los que no se callan. Fue un efímero concejal de Deportes. Cuatro años después -junto a José Luis Torrado, Rafa Sáez o Gonzalo Méndez- promovió una candidatura del deporte bajo el nombre de Pontevedra Unida.

Seis décadas dedicadas a los demás a través de un Salgueiriños CF que siempre será el club de Carlos, alguien sin cuya aportación la historia del deporte de Pontevedra no se entendería. Esa trayectoria será reconocida el sábado en un acto de verdadera justicia.

Cena en el Liceo Casino

La nueva junta directiva del Salgueiriños ha preparado un amplio programa de actos para conmemorar el 60 aniversario. El primero de ellos será, este sábado, una cena en el Liceo Casino en la que se reunirán diferentes generaciones de la entidad, así como representantes de los diferentes estamentos del deporte y de la ciudad de Pontevedra.

TORNEO En el mes de junio el Salgueiriños CF organizará la primera edición de un torneo de categoría benjamín que llevará el nombre de su fundador. También publicará una revista conmemorativa con diferentes fotografías de los 60 años de existencia. Además, creará una sección femenina.

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