De niña a eterna

Con nueve años descubrió el piragüismo en una actividad veraniega, nueve después debutó en sus primeros Juegos Olímpicos y a golpe de medalla terminó convirtiéndose en la mejor palista española de todos los tiempos, escribiendo su nombre en la eternidad
Teresa Portela abrazada a David Mascato, su marido. EFE
photo_camera Teresa Portela abrazada a David Mascato, su marido. EFE

MÁS DE VEINTE AÑOS en la élite nacional demuestran el gran poderío de una mujer que desde muy pequeña encontró en el piragüismo su refugio, su gran pasión, que centró su vida en ello y que sobre el kayak vivió sus momentos más especiales pese a que también se produjeron algunos no tan bonitos.

Una vida profesional dedicada a una disciplina deportiva que también le dio su mejor regalo a nivel personal: su hija Naira, nacida de su matrimonio con David Mascato, expiragüista y olímpico en Sydney y Atenas, a quien conoció gracias a su pasión en común y que le ha ayudado y empujado a convertirse en la leyenda que es a día de hoy.

Tan solo nueve años tenía Teri cuando descubrió el piragüismo. Fue en un curso de verano junto a sus compañeros del colegio Sagrada Familia de Aldán, lugar que se convirtió en una cuna de deportistas ya que junto a la joven Portela recorría sus pasillos David Cal, quien también terminaría escribiendo su nombre en la eternidad en el mundo del piragüismo.

En el año 2000 acudió a sus primeros Juegos y en el 2002 logró su primer Mundial

Con nueve años descubrió una disciplina deportiva que le llamó la atención y tan solo nueve más tarde, cuando acababa de llegar a su mayoría de edad, hizo su debut olímpico acudiendo a Sydney 2000, cumpliendo el sueño de cualquier niña que se inicia en un deporte y participando en unos primeros Juegos que parecen muy lejanos teniendo en cuenta que, tras ellos, llegaron cinco más. No falló a ninguna cita desde principios de siglo y con cada una de sus participaciones fue agrandando su leyenda hasta convertirse en la palista por referencia, una mujer que acumula a sus espaldas un palmarés mundial al que solo le faltaba, hasta el martes, un metal olímpico.

Portela es esa niña que descubrió el piragüismo en un verano de su infancia y terminó convirtiéndose en la mejor palista española de todos los tiempos, liderando un grupo de deportistas eternos cuyo nombre se vincula directamente al éxito, una mujer cuya perseverancia y pasión le han llevado a participar en su sextos Juegos Olímpicos sin importarle su edad.

Sin embargo la grandeza de la piragüista de Cangas va más allá de sus experiencias olímpicas y es que tras su primera participación en Sydney se subió por primera vez al podio de un Campeonato del Mundo al año siguiente, en Poznan. En la localidad polaca sumó su primera plata y su primer bronce en el K4 (200 y 500 metros respectivamente), las dos primeras medallas de un colección mundial que a día de hoy llegó a las 15. Unos meses antes cosechó también dos metales a nivel europeo, los primeros de un total de 17 que sumó hasta el año 2013.

El estadio de La Cartuja en el año 2002 fue el escenario en el que Portela logró su primer título mundial en la distancia de 200 metros una disciplina en la que la canguesa siempre se sintió cómoda, donde se convirtió en la reina y que, cuando se reconoció como distancia olímpica, le abrió las puertas de los Juegos para volver a competir de manera individual.

La llegada de su hija Naira no la frenó en absoluto sino que todavía le dio más fuerzas para continuar compitiendo. Portela compaginó maternidad y entrenamientos y a base de esfuerzo se plantó en los Juegos de Río 2016 con la pequeña en brazos.

Una pequeña que se ha convertido en su motivación, que estuvo en Río, a la que se abrazó en Szeged (Hungría) tras lograr su decimoquinta medalla mundial y que también la estaba esperando el pasado 10 de abril a orillas del Pontillón do Castro cuando certificó su billete a sus sextos Juegos Olímpicos. Portela es la pieza principal de un puzzle en el que su hija Naira y David Mascato encajan a la perfección.

Portela se suma a la lista de medallistas gallegos en la que ya hay 16 deportistas

GALICIA OLÍMPICA. La palista de Cangas es la última en sumarse a una lista de deportistas gallegos que dejaron su huella en los Juegos Olímpicos, un camino que iniciaron Luis Otero y Moncho Gil en Amberes 1920, cuando se llevaron la medalla de plata.

No fue hasta 1976 cuando la comunidad autónoma volvió a sumar otra medalla. Fue el lucense Luis Gregorio Ramos Misioné el encargado de cosecharla en Montreal. El piragüista se colgó al cuello una plata en aguas tranquilas (K4 1000) y cuatro años después en Moscú sumó un bronce en K2 1000.

En Los Ángeles 1984 el coruñés Fernando Romay y el piragüista tudense Enrique Míguez sumaron dos nuevas preseas: una plata y un bronce, respectivamente.

Hasta Atenas 2004 la comunidad gallega no volvió a cosechar un metal. David Cal sumó dos en Grecia, una fórmula que repitió en Pekín cuatro años después y cuyo ciclo se cerró en 2012 en Londres con una nueva medalla, siendo el que más tiene en su palmarés. Junto a él en Pekín también se sumaron a la Galicia Olímpica Carlos Pérez Rial Perucho (oro en K2 500) y Antón Paz y Fernando Echávarri (oro en clase Tornado de vela).

Londres fue la sede con más medallas gallegas. Además de Cal también Támara Echegoyen y Sofía Toro sumaron un oro en la clase Elliott 6m; Javi Gómez Noya logró una plata y Begoña Fernández se colgó el bronce con la selección española de balonmano.

En la edición de 2016 en Río de Janeiro tan solo Cristian Toro sumó una medalla para la comunidad, el vivariense logró un oro en K2 200 junto a Saúl Craviotto. Y en Tokio son, hasta el momento, dos las medallas con sabor gallego, la plata de Teresa Portela y el bronce de Ana Peleteiro en triple salto, dos nuevo nombres que se unen a una lista de deportistas irmandiños que dejaron su nombre escrito en el Olimpo.

El camino | De las lágrimas a la euforia
El camino hasta Tokio no ha sido siempre un paseo, la dureza de un ciclo olímpico de cinco años y el recuerdo de quedarse a las puertas en Londres se sustituyeron el martes por lágrimas de felicidad al sumar su primer metal olímpico.

Londres 2012. Fueron los Juegos más duros de la palista de Cangas. Las lágrimas inconsolables fueron las protagonistas de su cuarta participación olímpica, donde fue cuarta por dos centésimas de segundos.

Una carrera que Portela nunca olvidará y en la remontó desde el último lugar después de no haber escuchado bien la salida.

Desde Sidney a la plata. En sus primeros Juegos la mejor palista nacional cayó en semifinales en el K1 5000.

Cuatro años más tarde fue quinta en las finales del K2 y K4 500 metros, una disciplina en la que en Pekín 2008 también fue quinta. En ese mismo año cayó en semifinales en el K1 500.

Río de Janerio fue su última participación antes de Tokio y allí la palista no pudo pasar de la sexta posición en el K1 200, cuya espinita se quitó este martes.

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