Del oro a la plata universal

Su victoria en Pontevedra le sirvió a Basualdo para disputar, una semana después, el Mundial en el que se subió al podio

En 1970 José María Basualdo disfrutó de la gran semana de su vida. Llegó a Pontevedra como aspirante al título y cumplió con las previsiones. En la prueba de aficionados logró el triunfo nacional. Fue el pasaporte para el Mundial que al domingo siguiente se celebraría en Zolder.

El seleccionador anunció la lista de convocados al poco de terminar el Campeonato de España y, tras la cita pontevedresa, el grupo de corredores elegidos viajó al día siguiente, lunes, en bus desde la ciudad del Lérez hasta Tolosa. El martes, en el mismo medio de transporte, iniciaron el viaje desde la localidad guipuzcoana para dirigirse a Zolder (Bélgica), donde se disputaba la prueba mundialista, recorrido que tardaron en realizar dos días.

Los corredores viajaron junto a los seleccionadores Mariano Galarza y Antón Barrutia, antiguos ciclistas profesionales, más los técnicos encargados del material. En la vaca del bus se transportaron las bicicletas y los repuestos.

Tras la odisea de viaje, una semana después de enfundarse en el circuito de Monte Porreiro el maillot de campeón de España, Basualdo se colgaba la medalla de plata universal en una de las catedrales del ciclocrós mundial, Zolder (Bélgica).

La prensa de entonces destacó la gesta deportiva de Basualdo. Fue portada de La Vanguardia de Barcelona el martes 24 y también del diario deportivo As, una hazaña nada habitual para un deporte español huérfano de grandes triunfos.

Como consecuencia de este éxito, la selección española repartió un premio de 100.000 pesetas, de las cuales 10.000 se destinaron a los mecánicos y el resto se repartió a partes iguales entre los cinco corredores de la selección.

Basualdo dedicó toda su vida deportiva casi en exclusiva al ciclocrós, donde comenzó en el año 1968, con veinte años. Solamente en 1970 probó, y con éxito, su participación en pruebas en carretera como aficionado, ganando cinco de ellas: Gran Premio Durana (Álava), Altsasu (Navarra), Legazpi (Gipuzkoa), subida al puerto de Ibardin (Navarra) y el circuito de Barcelona, que constaba de cuatro etapas.

La de Basualdo fue el primer, y casi único, gran éxito del ciclocrós español a nivel mundial. Lo único que se le puede comparar es la medalla de plata lograda en el año 2017 por el valenciano Felipe Orts –correrá el domingo en Pontevedra– en la categoría sub-23.

Un club de referencia
La edad de oro de los años 60, 70 y 80 del ciclismo pontevedrés fue consecuencia de una tradición que empezó en el segundo decenio de aquella centuria. Fuera en el ciclocrós o en el ciclismo de carretera, en aquellos años veinte Pontevedra contaba con una activa y emergente afición al deporte del ciclismo que se concentraba, especialmente, en dos talleres de bicicletas: Sánchez (en las inmediaciones de la Peregrina) y la tienda del señor Días, conocida popularmente como la del portugués, y que estaba situada en la calle García Camba.

Se desarrollaban carreras (la primera edición de la Vuelta ao Morrazo fue en 1927) y los comentarios y debates sobre ciclismo eran habituales, y este ambiente propició que varios pontevedreses planteasen la posibilidad de fundar un club. Sin embargo, y pese a más de un intento, nunca se produjo tal noticia. Hubo que esperar hasta casi cuatro décadas después para que ese deseo se viera culminado. De nuevo aparecen conocidos aficionados, entre ellos alguno de los hijos del señor Días, sobre todo Antonio Días Lema, que lideró el proyecto de llevar a buen puerto la fundación de un club que centrase toda la actividad pedalística de la ciudad del Lérez.

Ese deseo encontró el respaldo de Paulino Martín Otero y Benardino Lage Corral, que junto al mencionado galeno crearon el 19 de marzo de 1964 el CC Pontevedrés. Tras llegar al acuerdo de fundar el club y con el correspondiente permiso de la autoridad correspondiente (autorización 2082. referencia: 1112), se celebra una reunión en la que se confecciona la primera junta.

 

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